La fiesta mayor más familiar

Joan Miró alcanza la madurez como espacio Mercè, aunque prepara las maletas

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Un tercio del parque de Joan Miró estará cerrado durante años por las obras de FGC

Carles Cols

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A los cuatro años de nacer como espacio de la Mercè, el parque de Joan Miró ha alcanzado este 2023 la madurez perfecta. Es, y eso ya parece que lo saben todas las familias de la ciudad con apego por la fiesta mayor de la ciudad, el ineludible destino si en casa hay niños de, según cada caso, de hasta 11 años de edad como mucho, es decir, justo antes de que a través de la pantalla de su primer teléfono descubran otros mundos, como el de los conciertos del BAM. Se ha convertido en cuatro años Joan Miró en una columna indispensable de todas cuantas sustenta el edificio de la Mercè, pero, he aquí la sorpresa, tal vez sea dinamitada cara al 2024 y haya que trasladar esa parte de la fiesta a otra parte, a Glòries, por ejemplo.

Se han arremolinado los críos a lo largo de todos los días de la Mercè alrededor de los ingenios mecánicos de la compañía Antigua y Barbuda, imaginativa como pocas si se trata de reconsiderar los clásicos tiovivos como si fueran ingenios importados de una sociedad ‘steampunk’. Su bailarina gigante resultaba hipnótica, y no menos lo era un gorila blanco de seis metros y medio de altura, a cuyo lado Copito hubiera parecido un simple titi albino. Una apuesta radicalmente distinta, pero igual de recomendable, era la vis payasa de Leandre Clown, ideal para que la chiquillada progrese adecuadamente en el arte de reír.

El gorila gigante de la compañía Barbuda y Antigua.

El gorila gigante de la compañía Barbuda y Antigua. / RICARD CUGAT

No es que en años anteriores la cita de Joan Miró fuera de menor calidad. No es ese el caso. Al programar, siempre se ha seguido el mismo criterio, que los espectáculos fueran dignos del Mercat de les Flors o de los mejores años de la Fira de Teatre de Tàrrega. La diferencia en esta ocasión era otra. La extensión. Todo el parque, el equivalente a cuatro manzanas del Eixample. Por momentos, hasta parecía una feliz idea que la natalidad en Barcelona sea de las más bajas del mundo. Con padres y madres como los de quienes hoy son ‘boomers’ hubieran sido necesarias, como poco, cuatro manzanas más del Eixample.

La cuestión, como se avisaba al principio del texto, es la incertidumbre que se vislumbra en el horizonte. La Generalitat, y ya iba siendo hora, parece que por fin se ha decidido a unir sus dos redes de Ferrocarrils, la del Vallès y la del Baix Llobregat, todo un gran proyecto que obligará a usar una tuneladora por debajo de la Esquerra de l’Eixample. A los ingenieros que proyectan esa intervención les parece que este parque es el lugar perfecto para abrir las entrañas de la ciudad y, con ello, llevarse una porción del bosque que lo habita. No hay en realidad una fecha prevista, pero ser, ser´. Este tipo de cicatrices, además, tardan en sanar. En la plaza de Sanllehy, con motivo de las obras de la L9 del metro, la misma administración condenó a los vecinos a sufrir seis años un muro frente a sus casas sin que en realidad hubiera ya obras allí. Solo había un gigantesco agujero, del tamaño de una catedral.

La buena noticia, porque la hay, es que la receta Miró ya ha sido varias veces servida al público, explican fuentes de la organización, así que cocinarla en otro lugar es perfectamente posible. Basta encontrar un buen lugar, Glòries o cualquier otro de generosas dimensiones, porque los comensales seguro que irán.

La carpa para niños con trastorno del espectro autista.

La carpa para niños con trastorno del espectro autista. / RICARD CUGAT

De lo acontecido esta Mercè en Joan Miró son muchas las cosas en las que podría ponerse la lupa, pero, por novedoso, merece la pena despuntar, por lo acertado de la decisión, el espacio reservado para espectáculos de baja intensidad sonora, concebido para los barceloneses que padecen el trastorno del espectro autista. Eso dice mucho de la fiesta mayor y, también, de la propia transformación de la ciudad. Este 2023 cumple 40 años el parque de Joan Miró, que en 1983 fue todo un símbolo del cambio. Fue el primer gran proyecto urbanístico que pudo encarar el Ayuntamiento de Barcelona tras las primeras elecciones democráticas, muy a pesar de las telarañas de las arcas municipales. Aquello era antes el antiguo matadero municipal, cuyo hedor a muerte traspasaba los muros del edificio. Fue muy celebrada la inauguración de aquel parque, nada menos que en el Eixample, que ya es decir, aunque, en honor a la verdad, tuvo que cruzar después un desierto, nunca tan bien dicho, porque los árboles tardaron años en proporcionar sombra. Y ahora, según como, 178 serán talados.