Crimen 2013

La vida en prisión de Alfonso Basterra: 11 años sin arrepentirse por el crimen de su hija Asunta

Pese a haber solicitado varios permisos para salir de Teixeiro, ninguno le fue concedido, sin recursos por su parte

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Alfonso Basterra, en septiembre de 2013 horas después del asesinato de Asunta, seguido por los medios.

Alfonso Basterra, en septiembre de 2013 horas después del asesinato de Asunta, seguido por los medios. / ECG / ONDA CERO

ARTURO REBOYRAS

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Alfonso Basterra lleva 11 años encarcelado en Teixeiro, de donde únicamente salió para realizar las reconstrucciones del horrendo crimen, acudir a declarar en sedes judiciales o policiales, a la larga e intensa vista en la que fueron condenados o ante la sesión del recurso presentando en el TSXG. No hay constancia de que en todo este tiempo haya podido acudir a alguna visita médica en un centro hospitalario; pero sí está contrastado que en estos diez años privado de libertad Alfonso Basterra no disfrutó de ningún permiso penitenciario, según confirman fuentes carcelarias distintas, a pesar de que, dado el tiempo transcurrido, sí que podría tener derecho a disfrutarlas.

Las veces que lo solicitó le fue denegado tanto por la Junta de Tratamiento de la propia cárcel de Teixeiro como en el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Galicia. El Correo Gallego, del Grupo Prensa Ibérica, sí ha podido confirmar que las peticiones fueron realizadas personalmente por el propio recluso, ya que no cuenta con abogado defensor, y que en ninguno de los casos recurrió la negativa. Rosario Porto, de Teixeiro fue destinada a la cárcel de A Lama, en Pontevedra, y posteriormente al presidio de Brieva, en Ávila, donde se quitó la vida el 18 de noviembre de 2020.

Sin permisos

¿Por qué no ha disfrutado Basterra de ningún permiso? De acuerdo con el Artículo 154 del Reglamento penitenciario, el padre de Asunta sí podría haberlos disfrutado, ya que, señala la legislación, “se podrán conceder, previo informe preceptivo del equipo técnico, permisos de salida ordinarios de hasta siete días de duración como preparación para la vida en libertad, hasta un total de treinta y seis o cuarenta y ocho días por año a los condenados clasificados en segundo o tercer grado respectivamente, siempre que hayan extinguido la cuarta parte de la condena o condenas y no observen mala conducta”. No obstante, el artículo 156 señala que el equipo técnico de la prisión puede emitir “un informe desfavorable, por la peculiar trayectoria delictiva, la personalidad anómala del interno o por la existencia de variables cualitativas desfavorables”.

Una puerta abierta por la que se pueden colar diversos argumentos para negar ese derecho. En el caso de Basterra conviene recordar que nunca reconoció los hechos por los que entró en prisión, no hay arrepentimiento y no tiene arraigo social, según él mismo reconoció, tras haber roto las relaciones con la mayor parte de sus familiares ni contar con amigos en el exterior.

Además, su comportamiento en prisión estaría siendo poco ejemplar a pesar de que durante una buena temporada intentó pasar desapercibido. Como informó en su día este periódico, Basterra hace dos años fue trasladado al duro módulo once tras ser cazado por los funcionarios ‘pasando’ un objeto no permitido a un conflictivo recluso ruso. El exmarido de Rosario Porto habría aprovechado su labor como bibliotecario para entregar entre los libros que repartía el encargo que había recibido. Antes ya había pasado por el módulo de aislamiento tras supuestos enfrentamientos con otros reclusos y por presunto comportamiento altivo con los guardas.

En la decisión de no otorgarle permisos de salida podría influir la actitud de propio recluso, que durante bastante tiempo estuvo sometido al protocolo antisuicidio. Su extraña personalidad, según ha podido saber este diario, ha ido incrementándose a lo largo de esta década en la que se amoldó “bastante bien”, de acuerdo con las fuentes consultadas. Pese a ello hay aspectos que desorientan a los profesionales que le tratan.

Tentativas de suicidio

En ese sentido, conviene reseñar que hace diez años, cuando apenas llevaba unas semanas en la cárcel de Teixeiro, envió una carta a Rosario Porto en la que anunciaba su intención de quitarse la vida “cuando salga de prisión”. Dando por sentado que sería liberado en el juicio, donde siempre mantuvo su inocencia, Basterra escribía que “pleno de sentido común (...) quiero que me imagines al lado del pajarito, de mi peponcita, a la que tanto añoro”. Para sentenciar que “sé que mi vida en libertad sin ella sería imposible de sobrellevar”.

Posteriormente, en el año 2017, Basterra envió a los productores del documental 'Lo que la verdad esconde' otra carta en la que señalaba que “cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto. Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo llega”.

Sobre la falta de arraigo social, uno de los motivos sobre los que se sustenta la negativa de concederle permisos a Alfonso Basterra en la carta manuscrita, se refería a su progenitor como “mi expadre”, lo calificaba como “fascista” y señalaba que “en el exterior de la cárcel ya nadie me aguarda. Ya no os tengo a ninguno de vosotras (se refería a Asunta y Rosario) y tampoco cuento con amigos”. Es decir, Alfonso Basterra deberá esperar a que en 2025 cumpla las tres cuartas partes de la pena para tener la esperanza de alcanzar el tercer grado que le daría derecho a la semilibertad superadas ya las seis décadas de vida.