Conciliación

El efecto adverso de equiparar el permiso de paternidad: más mujeres dejan su empleo al año de tener un hijo

Un informe de Iseak constata que más mujeres interrumpen su relación laboral a los 12 meses de tener descendencia

La brecha salarial empieza en casa: el 54% de las mujeres carga con la mayoría de las tareas

Una madre sostiene a su bebé en su casa de Madrid

Una madre sostiene a su bebé en su casa de Madrid / José Luis Roca

Gabriel Ubieto

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Hace dos años (y un mes) que los trabajadores y trabajadoras españoles tienen derecho a las mismas semanas de permiso cuando les nace un hijo. España, en este sentido, se convirtió en enero del 2021 en un país pionero en equiparar los derechos de ambos géneros y las primeras experiencias dejan un balance agridulce. 

Por un lado, las mujeres reducen menos su jornada laboral una vez se reincorporan al trabajo, lo que mejora sus posibilidades de éxito profesional. Pero, por el otro, la equiparación de permisos tiene un efecto adverso en términos de igualdad de oportunidades. Y es que parte de las profesionales dejan de trabajar -o renuncian o no renuevan sus contratos- a los 12 meses de tener descendencia ahora que sus parejas pueden cogerse más semanas de permiso. ¿Por qué? Uno de los motivos es que el poder compartir la crianza con los padres incrementa el vínculo familiar y ahora hay un mayor proporción de mujeres que renuncian -temporalmente- a su carrera para estar con sus seres queridos.

Estas son las principales conclusiones del primer estudio que analiza en España los efectos de la equiparación de permisos. Un trabajo recién publicado por la fundación Iseak y firmado por Lucía Gorjón e Imanol Lizarraga. Para elaborarlo los investigadores parten dos grupos homologables de hombres y mujeres que acaban de tener descendencia y estudian su comportamiento y su relación con el trabajo tras la paternidad. La única diferencia reseñable entre unos y otros es que el primer grupo tuvo un crío antes de entrar en vigor la equiparación de los permisos y el otro lo tuvo unos meses después, cuando ya regía la nueva norma.

No hace tanto que los hombres en España apenas podían ausentarse unos pocos días de su puesto de trabajo cuando se convertían en padres. Hasta 2007, década y media atrás y coincidiendo con el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria, los hombres no tenían reconocido ni una sola semana de permiso. Las mujeres, desde 1989, pueden cogerse ya las 16 semanas. Una cobertura legal de los cuidados que hasta ahora cargaba claramente las responsabilidades en ellas y que ha dejado una extensa literatura que acredita que gran parte de la brecha salarial, entre otros, se debe a la paternidad y al posterior desigual reparto de las tareas domésticas.

Por ejemplo, los investigadores del Banco de España cuantificaron que las mujeres pierden el 11,2% de su sueldo tras tener un hijo, mientras que los padres solo el 0,15%. Ello se debe, fundamentalmente, a que ellas hacen menos horas o directamente interrumpen durante meses o años sus carreras profesionales tras la maternidad. Y el reciente estudio de Gorjón y Lizarraga viene a medir qué efecto tiene equiparar los permisos de paternidad y maternidad en cuanto a horas trabajadas. 

Tener hijos provoca un efecto ‘expulsión’ del mercado laboral para muchas mujeres y prácticamente nulo para los hombres. Un 25% de las mujeres ocupadas tienen un hijo y al cabo de seis meses están sin empleo; mientras que solo pasa lo mismo con un 10% de los hombres. Aquí los investigadores de Iseak han detectado un efecto adverso de la equiparación, al menos en términos de continuidad en el trabajo e igualdad de oportunidades. La ampliación a 16 semanas de permiso para padres y madres provoca que ambos tarden más en volver a estar activos laboralmente. Pero en el caso de las mujeres la probabilidad de empleo a los 12 meses del nacimiento se reduce en mayor medida que para los hombres. Por tanto, “la brecha de género en participación laboral no se cierra con la reforma”, según concluyen los autores del estudio.

¿Por qué sucede esto? El motivo de este efecto adverso no está claro, si bien una de las autoras del estudio, Lucía Gorjón, intuye que la participación de ambos progenitores en la crianza puede incrementar el vínculo familiar de los progenitores. Es decir, tienen oportunidad de disfrutar de las bondades de tener más tiempo para cuidar a su hijo de manera conjunta y una vez se agota la cobertura legal para ello quieren seguir teniendo tiempo disponible para ello. Y la única manera que encuentran es interrumpir su relación laboral. 

El estudio de Iseak detecta que tanto hombres como mujeres activan en mayor proporción esta vía tras la equiparación de permisos, pero esto sucede con mayor frecuencia en el caso de ellas que en el de ellos. Gorjón, en conversación con este medio, apunta que esta tendencia puede producirse especialmente entre trabajadoras con contratos laborales más precarios y/o temporales, que pierden menos si renuncian o no renuevan su contrato.  

Menos reducción de jornada

Un problema de tener descendencia, laboralmente hablando, es esa salida –momentánea- del empleo. El otro es no salir, pero hacer menos horas, lo que genera menos ingresos salariales y puede minar las posibilidades de promoción profesional, entre otros. Antes de la reforma, tras un año de tener al crío, un 7,1% de las mujeres reducía su jornada, frente al 2,3% de los hombres. Lo que se traducía en que los padres trabajan casi un mes más al año que las madres.

Aquí los investigadores sí detectan un efecto positivo de la equiparación. “La igualación de permisos de maternidad y paternidad ayuda a cerrar la brecha de género en intensidad laboral, permitiendo que las mujeres trabajen más horas”, concluyen. Y es que aquellas mujeres que permanecen en el empleo reducen menos su jornada laboral gracias a la igualación de permisos. Y ello disminuye levemente la brecha de género en horas trabajadas. “Los resultados nos dicen que las mujeres que quieren volcarse en su carrera profesional pueden hacerlo en mayor medida. Y eso tendrá un efecto a medio plazo en la brecha salarial”, apunta Gorjón.

“Si bien se trata de una medida necesaria para cerrar la brecha de género en el empleo (por definición), no parece suficiente —al menos por ahora— para lograr una equiparación efectiva”, concluyen los autores del estudio. Para mejorar sus efectos, la fundación Iseak recomienda que solo se permita que padres y madres cojan de manera simultánea sus bajas “en las primeras 6 semanas, pero no más adelante como ahora ocurre. Esto fomentaría una mayor implicación por parte de los padres en los cuidados del recién nacido”. 

También consideran clave ofrecer la educación gratuita y universal de 0 a 2 años. Hoy en día el precio de dichos servicios representa un coste muy elevado para muchas familias y les empuja a ponderar si les sale más a cuenta que uno de los dos progenitores renuncie temporalmente a su empleo (o parte del mismo) para cuidar a su hijo.