Elecciones sindicales en la Generalitat

El independentismo pierde fuelle entre los funcionarios y voz entre los empresarios

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Un equipo de funcionarios trabajando.

Un equipo de funcionarios trabajando.

Gabriel Ubieto

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Abril de 2019. El referéndum del 1 de octubre y sus consecuencias todavía estaban muy presentes en la retina de los catalanes. Los líderes independentistas llevaban un par de meses sentados ante el Tribunal Supremo inmersos en un juicio que acaparó las miradas durante meses. ERC y Junts compartían Govern y la presidencia la ocupaba Quim Torra, inesperado sucesor de Carles Puigdemont y que un año después sería inhabilitado por descolgar tarde una pancarta del balcón de la Generalitat en favor de los políticos presos.

En ese contexto, un sindicato hasta entonces residual en Catalunya dio la campanada en las elecciones sindicales entre los empleados de la Generalitat. “Hubo mucha gente que salió a votar por la independencia de Catalunya, no por sus juntas de personal”, comenta el responsable de función pública de CCOO, Manel Pulido. La Intersindical CSC multiplicaba por nueve sus representantes entre el personal de los departamentos de la administración y llegaba a superar, en este ámbito, a los históricos CCOO y UGT.

La ‘Inter’, como se la conoce popularmente, irrumpió con fuerza entre los funcionarios, si bien no logró la representación suficiente para entrar a los máximos órganos negociadores. La ofensiva del independentismo tuvo, un mes después, su segunda victoria en otro altavoz económico, esta vez entre los empresarios. La candidatura aupada por la ANC conseguía la presidencia de la Cambra de Comerç. "Los cambios que se están produciendo en el país son profundos, de base. No aceptar la realidad que viene es un error", escribía en sus redes sociales el ex president Carles Puigdemont.

Cuatro años después, los líderes independentistas o han sido indultados o están en vías de ser amnistiados. ERC partió peras con Junts en el Govern y pilota en solitario y en minoría la Generalitat. Y el independentismo ha perdido gran parte de ese terreno ganado entre el funcionariado y el empresariado. Hace pocos días ha finalizado el ciclo de elecciones sindicales en el sector público catalán y la ‘Inter’ se ha dejado más de un tercio de los representantes que tenía. 

“Era una subida ficticia”, apunta Assumpta Barbens, la portavoz de la IAC, la central que un año más ha revalidado su primera posición entre técnicos y docentes. Dos meses antes, ‘Eines de País’ perdía la presidencia de la Cambra ante la candidatura de Josep Santacreu, para aplauso del empresariado tradicional.

“Los resultados del 2019 eran muy excepcionales. El momento político era el que era, pero ahora estamos consolidando nuestra presencia sindical en la administración”, coincide el responsable de función pública de la Intersindical CSC, Marc Salles. Desde Junts o la ANC, que celebraron con entusiasmo los comicios de hace cuatro años, no se ha comentado en público estos últimos.

La lectura de la pérdida de un tercio de sus delegados que hacen desde la Intersindical-CSC parte de dos justificaciones. Por un lado, el teletrabajo y la pandemia han dificultado sus rutinas sindicales. Por el otro, desde la ‘Inter’ alimentan sospechas de fraude. "El voto por correo históricamente ha llevado a muchas corruptelas y en estos comicios ha tenido mucho peso", afirma Salles. Pese a las sospechas, no presentarán impugnación alguna. "No tenemos constancia de nada irregular en estas elecciones”, replican desde la Generalitat. 

El reto del independentismo durante los próximos cuatro años es tapar la fuga, coser las diferencias internas y no volver a ser una central residual en el mapa sindical catalán.

El fantasma de la repetición de oposiciones

El suflé independentista ha bajado y eso se nota tanto en las elecciones al Parlament, como al Congreso, como en los comicios sindicales. La participación ha disminuido en estas tres votaciones respecto a las precedentes y en el caso de los empleados públicos el descenso ha sido de entre cuatro y ocho puntos, con menos de la mitad de los trabajadores con derecho a voto ejerciendo el mismo. 

Quien sí ha logrado movilizar a los suyos en estos comicios ha sido la UGT, que ha mejorado sustancialmente sus resultados y, a falta del recuento final de los votos entre el personal laboral, puede adelantar a CCOO y situarse como segunda fuerza en la función pública catalana. La responsable del sindicato, Iolanda Adroher, considera que los empleados han premiado sus acuerdos con el anterior Govern para recuperar las pagas extras retiradas en 2013 y 2014 -acuerdos firmados junto a CCOO- y la negociación de los procesos de estabilización, mediante el que miles de interinos han logrado consolidar su plaza.

La gestión de la repetición de las oposiciones convocadas este pasado abril también ha marcado los comicios. La Generalitat privatizó por primera vez la gestión de los exámenes y el resultado fue un fiasco sin paliativos, que obligó a la administración a cesar a la directora de función pública y a repetir el proceso. De ahí, entre otros, sacó 'petróleo' el sindicato Csif, señalado por sus rivales como "derecha sindical" y con alto peso entre los funcionarios del Estado. Este ha aumentado un 38% sus representantes entre los funcionarios de los departamentos de la Generalitat, hasta el punto de superar al sindicato independentista, si bien por detrás de los tres mayoritarios.  

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