Informe de la Cambra

La 'Catalunya estancada': Los salarios reales son igual que hace 20 años y los trabajadores producen un 12% más

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Aspecto del interior de la industria.

Aspecto del interior de la industria. / MEDITERRÁNEO

Gabriel Ubieto

Gabriel Ubieto

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Los salarios que las empresas catalanas pagan a sus trabajadores llevan dos décadas estancados, en términos de poder adquisitivo. Mientras la productividad de esos mismos empleados, es decir, cuánto generan con su trabajo para los propietarios de esas empresas que les pagan el sueldo, ha aumentado casi un 12% desde el 2000. 

En pleno debate sobre si la economía catalana está o no estancada, la Cambra de Comerç de Barcelona ha publicado un informe en el que constata que dicho estancamiento se ceba, principalmente, en la renta de los trabajadores. "Los salarios en Catalunya son bajos, no son los que nos correspondería”, ha reconocido la presidenta de la entidad, Mònica Roca. “Otra cosa es lo que hacemos para subir esos salarios”, ha añadido.

Un proceso de devaluación salarial que no ha sufrido únicamente Catalunya y que aquí la Cambra explica por, entre otros, la mayor competencia global, las deslocalizaciones y desindustrialización de parte del tejido productivo.

En Catalunya los sueldos crecieron mucho durante la primera década del siglo XXI. La economía catalana burbujeaba y el salario por hora llegó a aumentar en términos reales, es decir, descontando la inflación, un 9,1%. No obstante, estalló la crisis financiera e inmobiliaria y ese espejismo, de cierta convergencia con los estándares europeos, se rompió. 

Los trabajadores catalanes se adentraron en un ciclo de estancamiento, estadísticamente roto por los efectos del covid pero que en 2022 volvió a esos cauces planos. Actualmente, los trabajadores catalanes cobran un 5,7% menos que sus homólogos de Alemania, Francia, Italia, Países Bajos o Bélgica.

Y gran parte de ese estancamiento salarial las empresas lo aprovecharon para ganar la productividad que hasta entonces no habían tenido. Este indicador mide el PIB generado por hora trabajada a euros constantes. Si la empresa produce más o lo mismo y paga menos por ello, la productividad sube. Y eso es lo que ha pasado en Catalunya desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, tal como recoge la Cambra a través de sus indicadores de progreso y bienestar.

Más esperanza de vida, peor educación

En la comparativa con economías similares de la UE –aquí la Cambra identifica a Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica como referentes -, Catalunya sale mal parada en cuanto a salarios pero positivamente en esperanza de vida. Un catalán vive actualmente de media 83,8 años, casi dos más que un alemán o un belga. “La contrapartida es que esto implica un envejecimiento y esto tendrá consecuencias económicas y sobre el bienestar social”, ha alertado el jefe del gabinete de estudios de la Cambra, Joan Ramon Rovira.

Gran parte de esa alta esperanza de vida se debe al sustancial aumento de gasto público que en las últimas dos décadas ha asumido el Estado para costear los servicios del bienestar. Según los datos recopilados por la Cambra, el consumo público ha aumentado un 61% desde 2000. Si bien continúa siendo un 25% inferior al de Francia, Italia o Países Bajos y durante el último lustro ha experimentado un ligero retroceso.

Ese aumento de gasto público no ha sido suficiente para romper la mala dinámica en cuanto a resultados educativos. El proceso de convergencia en este sentido con el resto de Europa avanza "a ritmo muy lento" y el número de profesionales con baja cualificación y los que abandonan prematuramente la escuela desciende, pero muy poco. "En términos educativos estamos peor que en términos económico. Aquí podemos hablar de retroceso”, ha afirmado Rovira.