Entre Todos

El futuro de las pensiones: "¿Cómo le vas a pedir a un joven que cobra 800 euros que sostenga el sistema?"

Tres lectores de EL PERIÓDICO reflexionan sobre el futuro del sistema público de pensiones, a las puertas de una nueva reforma

«Centrar el debate en que nos jubilemos más tarde es empezar la casa por el tejado», opina Miguel Ángel Molina, biólogo de 55 años

«Tenemos que poder llegar a la jubilación con la posibilidad de disfrutar de nuestro tiempo»,  reivindica Gabriel Picó, ingeniero y profesor de 57 años

«El sistema tiene que seguir siendo público y no debe haber nadie que cobre menos del salario mínimo», reclama Eva María Narváez, hostelera de 48 años 

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Gabriel Ubieto

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Jubilarse, del latín iubilare: «Lanzar gritos de alegría». Esa sería la definición más amable de un ansiado retiro. Del inicio de una nueva etapa vital para gozar del tiempo. De ese tiempo prestado por las generaciones sucesoras, que trabajan ahora para sostener el tiempo por el que antes trabajaron otros. «Descanso», así lo ve Eva María Narváez, autónoma que regenta un restaurante en el barcelonés barrio de la Verneda a sus 48 años. «Merecido», añade rápidamente detrás, de manera casi instintiva, indisociable.   

«Recompensa», coincide, a su manera, Gabriel Picó, que a sus 57 años le queda algo más cerca el retiro. «Quiero conocer gente, hacer cosas por el placer de hacerlas, viajar… eso espero de la jubilación», ya va maquinando este ingeniero y profesor. Esa es la cara amable, la esperanza, la jubilosa perspectiva. «Incertidumbre», contesta Miguel Ángel Molina, que a sus 55 años es biólogo en el hospital Dexeus. La duda se instala en el rostro de estos tres lectores de EL PERIÓDICO que conversan entre ellos sobre el futuro de las pensiones en España.

Esa niebla que, especialmente tras la llegada del coronavirus lo empaña todo, no les deja visualizar qué será para ellos el momento de retirarse. Tampoco saben decir cuándo, ni el cómo. La jubilación y las pensiones vuelven a estar en el foco del debate mediático, cuando el Gobierno prepara una nueva reforma para tratar de mantener la viabilidad del sistema público, mientras el mercado laboral –los actuales sostenedores- cada vez está más envejecido. Será la segunda gran reforma en menos de 10 años.

«Es imposible saber cómo llegaremos a la jubilación», reflexiona Gabriel. «No quiero planteármelo. Ahora mismo yo tendría que trabajar hasta los 67 años para poder jubilarme. Pero puede que de aquí unos años cambie. Me resulta muy difícil planificar. Cuando tenga 63 o 64 años empezaré a ver como esta todo y empezaré a planteármelo», añade Miguel Ángel.

Gabriel Picó, ingeniero y profesor

Gabriel Picó, ingeniero y profesor / Maria d'Oultremont

Las sucesivas reformas en el sistema de pensiones no ayudan a que estos tres trabajadores se planteen de manera minuciosa la idea de la jubilación. Cuando todavía no ha entrado en vigor la principal carta de la reforma del PP –el factor de sostenibilidad, que aplica a partir del 2023-, el Gobierno de coalición prepara la suya propia para enmendarla. Los colores son diferentes, las fórmulas también, pero coinciden en el punto de que la gente va a tener que trabajar más. 

La casa por el tejado

«Jubilarse más tarde ha de ser siempre voluntario. No sabemos cómo llegará cada uno. Yo trabajo en la hostelería, no sé cómo voy a estar con 65 años. Ya no te digo el que ha trabajado en la obra cargando sacos de cemento», afirma Eva María. «Sí hay trabajos más refugio, como los profesores, que te permiten alargar la vida laboral de una manera reconfortante. Pero no todos», añade Gabriel. «Tampoco nos hemos de ir al otro extremo, yo no quiero jubilarme ya. Tengo muchas cosas que aportar que una persona joven de 30 años, por mucho que haga muchas cosas bien, no puede aportar. Las empresas se equivocan jubilando forzosamente», reivindica Miguel Ángel. 

El Gobierno señala hacia los seniors, pero Gabriel, Miguel Ángel y Eva María miran hacia abajo, miran hacia sus hijos. «Nos están planteando retrasar la edad de jubilación, que en ciertas circunstancias podría estar bien, pero eso no es atacar el problema. El trabajo se ha precarizado un montón. Los sueldos son bajísimos, cuesta encontrar un trabajo indefinido… sobre todo entre los jóvenes. ¿Cómo vas a pedirle a una persona que cobra 800 euros al mes con un contrato temporal que sostenga el sistema de pensiones? Y no porque él no quiera, sino porque el sistema no le deja. Es hipócrita», apunta este biólogo de 55 años. 

Eva María Narváez, propietaria de un restaurante.

Eva María Narváez, propietaria de un restaurante. / Álvaro Monge

Entre estos tres 'baby boomers' hay un consenso firme sobre que el debate de las pensiones no puede abordarse sin pensar, primero, en los jóvenes. En echar una cuerda a esos 'millenials' y a esa generación Z (más adelante vendrán los alfa y luego ¿los 'coviders'?) para sacarlos del pozo de precariedad en la que parecen condenados muchos de ellos. Esos hijos que ya llevan dos crisis históricas a sus espaldas y que, si las pensiones deben seguir rigiéndose por un mecanismo de solidaridad intergeneracional, deben tener acceso a esa promesa de un mañana mejor. 

«Mis padres me decían ‘estudia mucho, trabaja duro y acabarás encontrando un empleo y ganándote bien la vida’. Ahora yo no les puedo decir lo mismo a mis hijos. Les puedo decir que el esfuerzo es importante, que el conocimiento es importante, pero que el éxito no lo tienen garantizado. Es algo descorazonador», reflexiona Gabriel. «Centrar el debate en que nos jubilemos más tarde es empezar la casa por el tejado», insiste Miguel Ángel. 

Al alcance de todos

Jubilarse no ha de ser la sala de espera del último capítulo de la vida de una persona. Así lo ven estos tres barceloneses, que quieren llegar todavía con carrete a esa etapa y fían al retiro algunos de sus planes vitales. Viajar, encuentros pendientes, nuevas aficiones, nuevas amistades, nuevas experiencias. Escribir, disfrutar de los hijos, de los nietos. Disfrutar. Tienen ganas de llegar con ganas de seguir haciendo cosas y a su vez con las fuerzas suficientes para poder hacerlas. «Hemos de conseguir encontrar el equilibrio entre hacer viable el sistema de pensiones y poder seguir disfrutando de nuestro tiempo», afirma este ingeniero químico de 57 años. Y eso lo ven incompatible en alargar desproporcionadamente la vida laboral. 

«La pandemia nos ha hecho ver las cosas de otra manera. ¿Realmente vale la pena trabajar 12 horas para llegar a conseguir un determinado poder adquisitivo? ¿O vale la pena poder estar con mis hijos o hacer cosas que me gusten más allá del trabajo?», afirma Eva María. Esas cosas que el común de los mortales ha tenido que dejar de hacer durante la pandemia; que antes eran cotidianas y ahora parecen extraordinarias. 

Miguel Ángel Molina, biólogo del Hospital Dexeus

Miguel Ángel Molina, biólogo del Hospital Dexeus / Maria d'Oultremont

Acabar con la precariedad de los jóvenes para sostener las pensiones del mañana; trabajar más sí, pero siempre de manera voluntaria; cuidar a las personas para que lleguen al retiro con la suficiente calidad de vida para disfrutar de esos años de plata. Estos son algunos de los consensos que van floreciendo a medida que estos tres lectores reflexionan sobre el futuro de las pensiones. 

Otro es que estas, sí o sí, deben seguir siendo 100% públicas. «El sistema de pensiones tiene que seguir siendo público, de todas, todas. Todo el mundo debería tener una pensión digna, como mínimo del salario mínimo interprofesional. ¿Cómo puede ser que haya gente con pensiones de 400 euros? Que tengan que pedirle dinero a sus hijos para llegar a final de mes… No puede ser», dice esta hostelera de 48 años. 

Más redistribución

«Cada vez somos más productivos, el PIB no deja de crecer y cada año generamos más riqueza. Pero esta está mal repartida. No podemos seguir sosteniendo solo con las rentas del trabajo las pensiones. El capital, las transacciones financieras, las grandes multinacionales... también tienen que contribuir a hacer viable el sistema de pensiones», afirma Gabriel.

«Yo he trabajado en Estados Unidos y he visto lo que es no tener un sistema público de salud o de pensiones. Ibas al supermercado y veías trabajadores con 80 años, que no se aguantaban, llenándote la bolsa para sobrevivir. No podemos permitir que eso pase aquí. El sistema de pensiones tiene que ser de todos y para todos», cuenta Miguel Ángel.

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