Las actas del BCE revelan las discrepancias sobre el 'plan Draghi'

El presidente del BCE, Mario Draghi (centro), junto al videpresidente Vitor Constancio (izquierda) el pasado enero.

El presidente del BCE, Mario Draghi (centro), junto al videpresidente Vitor Constancio (izquierda) el pasado enero.

P. ALLENDESALAZAR / MADRID

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Aunque ya se supiera, nunca en la historia del euro había quedado plasmado en un documento oficial. El Banco Central Europeo (BCE) publicó ayer por primera vez las actas de una de sus reuniones, y no de un encuentro cualquiera, sino del celebrado los pasados días 21 y 22 de enero, en que lanzó un programa de compra de deuda pública sin precedentes en la moneda única. Lo más novedoso es que en el documento quedaron patentes las diferencias internas entre los llamados halcones (partidarios de la austeridad y el liberalismo económico más estricto, y liderados por el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann), y las palomas (defensores de planteamientos más intervencionistas).

El texto indica que entre los 25 miembros del consejo de gobierno (los gobernadores de los bancos centrales del euro y los máximos ejecutivos del banco central) fue «ampliamente compartido» (no se llegó a votar) el hecho de que se daban las condiciones para adoptar la medida excepcional ante el bajo nivel de la inflación. El objetivo de la institución es que esté «por debajo pero cerca del 2%». Sin embargo, en diciembre cayó el 0,2%, situándose en terreno negativo por primera vez desde el 2009, y podría permanecer a la baja durante buena parte del 2015.

Esa fue la postura de una «gran mayoría», pero no de todos los miembros con derecho a voto (cuatro no lo tenían por turno rotatorio, entre ellos el gobernador del Banco de España, Luis María Linde). «Algunos miembros realizaron ciertas consideraciones a favor de mantener una postura de esperar y ver en el presente encuentro, ya que la relación coste-beneficio de las medidas propuestas no era positiva desde su punto de vista», apunta el acta.

DISIDENTES / El documento no cita nombres, pero los responsables económicos de Austria, Finlandia y Holanda han mantenido posturas similares a la de los alemanes en los últimos años. El grupo de disidentes en el consejo defendió que la inflación había caído sobre todo por el abaratamiento del petróleo y argumentó que su impacto sobre la evolución de los precios a medio plazo era incierto, ya que podría tener un impacto positivo en el crecimiento que neutralizase el efecto negativo de la caída del crudo. El grupo consideró que no había una «urgente necesidad» de adoptar medidas en aquella reunión, ya que todavía está por verse el efecto de las adoptadas el año pasado. «La compra de bonos soberanos debería permanecer como un instrumento de contingencia de la política monetaria, para ser usado solo como un último recurso en caso de un escenario extremadamente adverso, como una espiral deflacionaria. Sin embargo, por ahora no hay evidencias de un serio riesgo de deflación», argumentaron.

ADVERTENCIA A LOS GOBIERNOS / La mayoría del consejo, sin embargo, consideró que las compras de deuda empresarial propuestas por los halcones serían insuficientes dado el tamaño de este mercado y decidió aprobar la compra de deuda pública, ya que «parecía el único instrumento que quedaba». Con todo, se admitió que la medida podría «debilitar» las reformas estructurales y la reducción del déficit por parte de los Gobiernos nacionales, por lo que decidieron mandar un «fuerte mensaje» a las autoridades en este sentido.

El presidente, Mario Draghi, se salió con la suya. De hecho, uno de los argumentos que utilizaron sus ejecutivos (el francés Benoît Cœuré y el belga Peter Praet) fue que los mercados descontaban la medida (precisamente por la insinuaciones y filtraciones del BCE) con lo que no adoptarla sería peligroso.

Las palomas cedieron en que solo el 20% del riesgo de las compras fueran asumidas por el eurosistema, en lugar de por los países. En cambio, elevaron de 50.000 a 60.000 millones las compras mensuales, por encima de lo propuesto inicialmente (a España le corresponden 100.700 millones hasta septiembre del 2016). Con la publicación de las actas, el BCE se une a la práctica habitual de la Reserva Federal de EEUU, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón.