Tribuna

'Path-dependency'

ANTONI SERRA RAMONEDA

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En la moderna teoría de las organizaciones se ha puesto de moda un concepto de difícil traducción al castellano:path-dependency,lo denominan los angloparlantes. Algunos osados han optado por la alternativa dependencia del camino. En términos simplistas esta expresión podría resumirse en la frase «la historia importa». Un especialista diría que el conjunto de opciones que un agente tiene ante un problema está condicionado por las decisiones que se tomaron en el pasado, por muy remoto que sea. Los economistas, con su particular jerga, dirían que el actual estoc de capital, tangible e intangible, es un cúmulo de resultados de actuaciones pretéritas, algunas cronológicamente muy lejanas.

Pero ello no significa que al ser el abanico de opciones que ante sí tiene el sujeto decisor en función de las actuaciones de quienes le precedieron en esta responsabilidad éste no tenga libertad de actuación. Permítame un ejemplo. Los ingenieros encargados de diseñar la infraestructura del primer AVE en territorio español tenían dos opciones sobre el ancho de vía. Históricamente sus predecesores habían elegido los seis pies castellanos para el ferrocarril español en lugar de la medida usual en Europa. Por lo visto hubo discusiones entre los encargados del diseño pues cada opción tenía sus pros y contras. Finalmente, gracias a Dios, se impuso la cordura y nuestro AVE podrá --¡Dios sabe cuándo!-- circular por Europa.

Viene eso a cuenta del problema al que debieron enfrentarse los miembros de la Comisión del Parlament de Catalunya de larguísimo nombre, pero en definitiva destinada a dilucidar las causas y responsabilidades del desastre que ha engullido buena parte de las cajas de ahorros catalanas, a la hora de determinar la relación de comparecientes. ¿Hasta dónde había que remontarse en el tiempo? Ignoro cuál fue finalmente el criterio aplicado. Lo único que sé es que yo fui incluido en ella y por ello hace escasos días me encaminé al Parc de la Ciutadella para mantener una larguísima sesión con la aludida Comisión.

Yo había ocupado la presidencia de la hoy extinta Caixa de Catalunya desde finales de 1984 hasta inicios del 2005. Indudablemente estos 20 largos años debieron dejar, para bien y para mal, huella en la situación que heredó mi sucesor, que ya compartía plaza conmigo en el órgano colectivo que es el consejo de administración. Han pasado más de ocho años desde que se produjo mi cese y en este intervalo se han producido importantes transformaciones. Algunas en el entorno económico y otras internas a la propia entidad. Como por ejemplo la fusión con otras dos cajas que comportó un cambio de nombre y de logo. A fin de ver en qué medida hubo un cambio de rumbo, dentro de las posibilidades que permitía la herencia recibida, después de mi mandato recopilé los datos que me parecieron más significativos en unas tablas que solo llegan hasta 2009, porque la fusión rompía la coherencia de la serie temporal, que presenté a los diputados y que ahora me permito reproducir. Por razones de espacio solo incluyo la cifra inicial, año 2004, y como final la de 2008, antes de la fusión. Yo no rehúyo mis responsabilidades pero sí reclamo que queden bien definidas.