Fina Crusellas

Con imaginación y buen hacer, las socias de la cooperativa La Xarranca logran que los niños disfruten comiendo sano

Han editado 'Cuines del món' con menús elaborados por alumnos inmigrantes

GERMÁN SIERRA
BARCELONA

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La única mujer con cinco estrellas Michelin, Carme Ruscalleda, dio un espaldarazo al proyecto y participó el pasado Sant Jordi en la presentación del recetario ‘Cuines del món’. «Agotamos los 300 ejemplares editados». En el volumen hay fotos de las familias de los niños y dibujos de estos. La intención es ampliarlo con nuevos platos.

La hora del comedor es una fiesta en el CEIP de Sentfores (Osona). 170 niños se convierten a diario en los privilegiados comensales de un menú diseñado con todo el mimo del mundo por la cooperativa La Xarranca. La sociedad nació a inicios del curso del 2007 para atender las necesidades de un colegio rural que se había hecho mayor. Tocaba ampliarlo y llegaba el momento de renunciar al servicio de catering para sustituirlo por una cocina tradicional. Mientras la dirección de la escuela y la asociación de padres barajaban posibilidades, Fina Crusellas (45), monitora de comedores, y su amiga, Rosa Roca (42), madre de dos de los alumnos, vieron una oportunidad.

«Pensamos que nosotras podríamos ofrecer el servicio aportando experiencia en el sector y personal propio».Nacía La Xarranca, una cooperativa de nueve socias y tareas distribuidas por especialidades: una coordinadora, una dietista, cocineras y varias monitoras. Con la sartén por el mango, La Xarranca supo hacer olvidar a los niños años de comida precocinada y dudosa calidad. La receta: explotar la dieta mediterránea de forma innovadora, nada repetitiva y con un toque lúdico.

«Ahora los niños comen de todo, ensalada a diario, pescado dos veces por semana, fruta y mucha carne. También hay días para el flan o las patatas fritas, esos caprichos que les hacen felices, pero con moderación»,explica Crusellas. La respuesta de los niños se da en el plato. Repiten hasta dos veces. La de los padres llega en forma de felicitaciones. La Xarranca ha logrado que los niños coman en el cole lo que se negaban a comer en casa.

Conseguido el éxito, las llamadas no se hicieron esperar para replicar el modelo en otras escuelas de la zona.«Hemos tenido ofertas, pero creemos que la cantidad está reñida con la calidad y contrariamente a lo que hace cualquier empresa, nosotras no queremos crecer», explica Crusellas. La mayoría de sus ingresos provienen del precio que pagan los padres por el menú de sus hijos. Un servicio que, además, venden algo por debajo del precio estipulado por el consejo comarcal.

Desde que iniciaron su actividad, y pese a la crisis, cada curso han aumentado las inscripciones en el comedor. Pero no todo es comer:«Intentamos educarles en la cultura de la mesa. Disciplina a la hora de ponerla y quitarla, los ritmos, saber cuándo se pueden levantar».

Reconocen que el formato cooperativo les ha servido para repartir mejor responsabilidades y para demostrar que, aunque sea difícil conjugar vida laboral y familiar, ellas, todas mujeres, lo han logrado. Les asesoró AraCoop, un organismo de la Generalitat que aconseja y ayuda en la constitución de cooperativas:«Sin la ayuda de alguien nos parecía imposible aclarar dudas y miedos».

La Xarranca no obvía las estadísticas a la hora de confeccionar sus menús. El 32% de los alumnos son de lugares tan remotos y diferentes culturalmente como China o Bolivia. Con el proyectoCuines del mónhan ideado una manera festiva y singular de comer cada mes una especialidad de alguna de las nacionalidades por los alumnos.«Todo empezó cuando un chico nos pidió cuscús. Decidimos invitar a su madre para que nos explicara la receta y nació el proyecto».

Desde entonces los sabores de Nepal, Argentina y China han pasado por su comedor.«Es un día en que convertimos al niño en protagonista porque celebramos la cultura de su país». Tras el éxito decidieron editar el libroCuines del món,un recetario con fichas de los exóticos menús que han elaborado en la escuela hasta la fecha.