LA SEMANA MÁS LITERARIA DEL AÑO: LA PASIÓN POR ESCRIBIR

Sant Jordi es de ellas

Aunque pertenecen a tres generaciones y están en momentos vitales y profesionales muy distintos, Hypatia Pétriz, Teresa Juvé y Milena Busquests tienen algo en común: la pasión por la literatura. Y ese amor, como todos los verdaderos, no tiene edad

Foto 3 voces

Foto 3 voces / periodico

IMMA MUÑOZ

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Sant Jordi es de ellas. Lo han podido leer ustedes en el título, y tal vez hayan pensado que es una exageración. Al fin y al cabo, es posible que ni conozcan a estas tres mujeres. Puede que Milena Busquets les suene: su libro, 'También esto pasará', es la sorpresa editorial del año, con el consiguiente revuelo mediático. Pero no sería extraño que Hypatia Pétriz Teresa Juvé les resulten dos completas desconocidas. Y, sin embargo, no solo no es exagerado titular que Sant Jordi es de ellas, sino que si circunscribimos el pronombre a estas mujeres, escritoras las tres, incluso nos quedamos cortos: Sant Jordi es cada vez más una fiesta de "ellas", de todas ellas, porque ellas son las que más leen y de ellas depende cada vez más el día a día de la letras. Tal vez en el mundo editorial tampoco copen los despachos de planta noble, los premios y las portadas, pero este sector cada vez se articula más en femenino, y por eso este Sant Jordi es de ellas: las bibliotecarias, las agentes, las editoras, las jefas de prensa.

Y, por supuesto, de las autoras. De ahí que hayamos querido reunir a tres, de tres generaciones, para hablar de literatura. La más joven, Hypatria Pétriz, tiene 16 años dos novelas ya a sus espaldas: 'Diario de H' (2012) y 'La bomba H' (2014). La más mayor, Teresa Juvé, 94 años y una decena de títulos más: los últimos, 'La trampa' (2014), la sexta entrega de una serie detectivesca ambientada en la Catalunya del siglo XVI, y 'Tu ets jo' (2015), unas memorias con algo de ficción y mucho de gran literatura. De la autora que está entre ambas, Milena Busquets, 43 años, ya hemos avanzado que ha dado la campanada pese a su corta trayectoria: 'También esto pasará', cuyo manuscrito se vendió en tiempo récord a las editoriales más prestigiosas del mundo (Gallimard, Rizzoli, Hogarth Press), es su segunda novela.

Durante dos horas comparten fotos, risas, reflexiones, acuerdos y discrepancias, y se sorprenden al ver que la distancia que las separa –a la joven, jovencísima, que se abre camino con la ilusión intacta, todo ojos y oídos, sin resabios ni miedos ni cortapisas; la mujer madura que bascula entre la frivolidad y la trascendencia, que lo mismo resuelve angustias existenciales por escrito que simplemente se echa unas risas; la mujer anciana que no tiene que pasar cuentas consigo misma en ningún papel, si acaso dejar constancia de lo vivido, de lo aprendido— se borra con un gesto: empuñar la pluma.

Voces fuertes

Voces fuertes"A las personas fuertes, como podía ser su marido o como era mi madre, si son inteligentes, les gusta rodearse de gente muy fuerte. No creo que ni usted ni yo seamos manejables o débiles", dice Milena Busquets a Teresa Juvé al inicio de la charla. La madre de Milena era Esther Tusquets, inmensa escritora y editora. El marido de Teresa, Josep Pallach, destacado pedagogo y político. Ambas han logrado que la potencia de la voz de esas figuras no acallara la suya propia. "Si tienes una voz, la encuentras, tengas a quien tengas a tu alrededor –sigue Milena–. En mi caso, la sombra de mi madre era muy alargada, y tal vez no sea casualidad que mi primer libro de verdad haya llegado dos años después de su muerte. Tener que luchar por algo, por escribir o simplemente por ser tú, en un entorno de gente tan potente como narcisista, te hace más fuerte".

"Mi marido también escribía. Pero cuando leyó mis textos, me dijo: 'Tú dedícate a la literatura y yo me dedico a la política'. Y así lo hicimos", explica Teresa sobre el apoyo que él le prestó. Incondicional. "Era el primero que leía lo que escribía, y todo lo aceptaba: yo era intocable", añade.

"¡Qué bonito, qué suerte!". Milena se maravilla, y no es extraño, a la vista de lo que escribe en su novela, que se cuela en la cotidianidad de Blanca, una mujer con dos hijos, dos exmaridos y dos mejores amigas que se va con todos ellos a Cadaqués para superar la muerte de su madre, una presencia poderosa y no incondicional, precisamente: "La primera vez que te enseñé una redacción escrita por mí (…) me dijiste que no te enseñara nada más hasta que tuviese mil páginas escritas, que menos que eso no era una tentativa seria". Todo en la protagonista hace pensar en un álter ego de Milena, y el dibujo de la madre lo refuerza. "Sí. Mi madre era muy estricta, muy exigente. Confiaba mucho en mí, pero el suyo no era un amor ciego en absoluto: era un amor muy crítico, no había ningún regalo", confirma

¿Y llegó a leer algo escrito por usted?

El blog. Yo tenía un blog de moda y a ella le encantaba. Me decía: "Has encontrado una voz. No la utilices solo para hablar de tonterías, úsala para hablar en serio, porque una vez tienes una voz puedes contar lo que quieras, que tendrá interés".

Hypatia, ¿hay en su vida alguna influencia así?

Tan fuerte, no. En mi familia todos tenemos una vertiente artística, y nos ayudamos a desarrollarla. Yo he tenido la suerte de que siempre me han animado mucho, tanto en mi faceta literaria como en la musical [toca el piano, la guitarra, el ukelele, el bajo y la melódica]. Y valoro mucho que lo hayan hecho de forma crítica: eso me sirve para mejorar.

El salto a publicar

Hypatia Pétriz publicó su primera novela con 14 años. Iolanda Batallé, la directora de La Galera, se interesó por ella tras leer sus cuentos, que la propia Hypatia le había entregado en una presentación. "Fue un medio encargo. Me dijeron que querían un libro en formato diario, para gente algo más joven que yo. Me pareció una oportunidad enorme, así que en lugar de tomármelo como un encargo, me lo tomé como un reto: tienes este formato y a ver cómo te lo montas para que tu estilo encaje ahí". Encajó.

Milena Busquets no tenía que ir a presentaciones para conocer a editores. Se reunían en el comedor de su casa. "Yo he nacido en ese mundo, así que lo tenía fácil para publicar. Pero cuando escribí mi primer libro ['Hoy he conocido a alguien' (2008)] no quise utilizar esos contactos y lo fui ofreciendo a diversas editoriales. No paré de cosechar negativas. Al final lo publicó Ana María Moix [gran amiga de su madre, junto con Ana María Matute]. Para mí era natural escribir y publicar, aunque si ese libro se hubiera quedado en un cajón tampoco habría pasado nada".

Con la misma naturalidad con la que Milena asumió que tenía acceso a los editores sin salir de casa, Teresa Juvé asumió justo lo contrario: que sus libros no se publicarían. "Vivíamos en Francia, exiliados, y yo escribía en castellano. ¿Cómo me iban a publicar?", dice con esa franqueza que convierte cada afirmación en un ejemplo de lógica aplastante. En esas circunstancias, tiene aún más mérito que nunca dejara de escribir. "Es que para mí es un vicio, esto de manipular el lenguaje. Porque escribir es darte, pero también es manipular, hacer lo que quieras con la lengua. Yo empecé escribiendo poemas, muy niña, porque leía mucha poesía. Nací en Madrid, y allí vivíamos, pero mi padre era catalán y me hizo aprender la lengua leyendo a Maragall".

Y, ustedes, ¿por qué escriben?

Milena Busquets: Para ser más feliz.

Hypatia Pétriz: Para mí, la escritura es una forma de canalizar las emociones que he ido acumulando. Como la música, que es incluso más directa: cuando tocas, cuando cantas, dejas que salga todo. En la escritura lo haces de forma más pausada, más meditada.

M. B.: Yo creo que hay que ser bastante salvaje para escribir. Tener muy claro que quieres hacerlo, y hacerlo pase lo que pase. Muchos quieren ser escritores, no escribir. ¡Y es muy diferente! A mí esta gente que dice: “Yo escribiría si tuviera un despacho, alguien que me hiciera la compra y si los niños fuesen mayores...”. No. Yo escribí el libro en la mesa de la cocina, separada y con una situación económica difícil. Si quieres escribir, escribes. Y a mí me sirve hacerlo con disciplina. Es un trabajo, y jodido. Y muy solitario.

¿Cuánto de su yo real se cuela en sus libros?

Teresa Juvé: Yo estoy en todos ellos. En mi libro de memorias, claro, pero también en El último guerrero, el primero que me publicaron [en 1986], que pasa en el Empordà anterior al cristianismo. Uno está siempre dentro de sus libros, siempre. Los lectores pueden saber cómo soy yo si los leen bien.

M.B.: Estoy de acuerdo. Si realmente estás haciendo una obra válida, estás tú, porque te dejas la piel y el alma en ella, ya sea un libro biográfico o situado en el reino de las hadas. Lo importante es que haya verdad, y eso la gente lo nota.

H.P.: Para mí, eso es básico. Tal vez H sea más o menos yo, pero todos mis personajes tienen emociones que son de verdad. Me los tomo como si fueran personas reales, que podrían estar aquí con nosotras, no como monigotes a los que solo con describir bien ya doy vida.

Hypatia estudia primero de bachillerato científico. "No me pregunte por qué. No sé qué quiero hacer. Solo sé que quiero escribir, pero no sé qué hay que estudiar para eso… Tal vez letras", dice. "No, no tienes que estudiar nada. Solo leer", tercia Milena.

Hypatia está justo en esa edad en la que muchos chavales desertan de la lectura. ¿Por qué se pierden tantos lectores al pasar de la niñez a la juventud?

H.P.: Yo creo que si no te gusta leer es porque no has encontrado el libro adecuado. Y que los profes, en este sentido, tendrían que fijarse más. No sé yo si 'El Quijote' es lo mejor para enganchar a un chico de 15 años a la lectura…

M.B.: A los 15 años, por lo menos en mi época, lo que estás haciendo es ligar y probar cosas. Me parece normal que de los 15 a los 20 lo que más te preocupe sea vivir. Es muy difícil pedirle a alguien que tiene el mundo entero a su alcance que se ponga a leer.

T.J.: Y el audiovisual se lo lleva todo.

M.B.: ¡Sí, la competencia es tan bestial!

H.P.: Pues yo veo en mi clase que cuando a la gente le das un libro que le gusta sí que lee. Pero hay libros que acercan a los jóvenes a la lectura y otros que los alejan.

M.B.: Pero 'El Quijote' es un libro fantástico. La buena literatura a veces es difícil y requiere un esfuerzo.

H.P.: Yo no digo que no lo sea, y que no haya que esforzarse, pero hay que hacer el camino más llevadero... ¿Por qué pudiendo hacer leer a alguien de nuestra edad 'El guardián entre el centeno' le das 'Últimas tardes con Teresa'?

M.B.: ¡Nooooo! No te

metas con ese libro, ¿eh? Salinger es uno de mis favoritos, pero Marsé es Dios para mí.

H.P.: Yo solo digo que si les dejas elegir libros que les enganchen desde el principio, un día acabarán leyendo El Quijote por voluntad propia.

Teresa Juvé dio clases de español en institutos franceses durante su exilio y, de vuelta a Catalunya, en 1970, en la Universitat de Girona. Tantos años entre jóvenes le han dado una opinión clara: "Antes era mucho más fácil que leyeran. Hoy todos los chicos tienen su aparatito, y venga a mirar y mirar. Han de ser los padres quienes intervengan. Porque lo que está pasando es terrible: ¡en Palafrugell [ella vive en Esclanyà, una población próxima a esa localidad] no queda ni una librería! Y, sin la lectura, la formación de un chico es incompleta. Un libro despierta el sentido crítico; en cambio, ante una pantalla somos como animalitos que se comen lo que les echan. Mi nieta no permite que su hijo esté todo el día pegado a la pantalla. Y mi bisnieto, de 12 años, lee. Y no solo eso: ¡escribe! De hecho, nos enviamos 'mails' contándonos en qué estamos trabajando.

El éxito

El éxitoEntre personas de edades tan alejadas, una cree que la gran brecha va a ser la tecnológica, pero Teresa lo desmiente: no solo por esta cibercorrespondencia, sino porque el subtítulo de sus memorias no es otro que 'Flaixos per a un blog'. ¿Existe esa bitácora? "No, pero quería que mis textos se leyeran como entradas de un blog, que fueran muy ágiles", explica. Lo son. ¿Y qué tal se apaña con el ordenador? "No lo uso tanto como los jóvenes, pero me va muy bien para encontrar datos históricos. Escribir, escribo a mano, y luego lo paso. Corrijo tanto, que con el ordenador no avanzaría nunca", argumenta.

Su estilo, exquisito, lo demuestra. Un estilo que la dejó a las puertas del Premio Nadal, al que se presentó en 1963 con 'La charca en la ciudad'. "Veía tan difícil publicar, que tuve la poca vergüenza de mandarlo al premio. Llegué a finalista pero, contra la costumbre, no lo editaron. Normal: hablaba de las mujeres que se habían refugiado del franquismo en Francia", dice. El libro apareció tiempo después en Buenos Aires sin que ella lo supiera, y en el 2005 se publicó en catalán como 'L’aiguamort a la ciutat', traducido por la propia Teresa.

¿Se siente reconocida como escritora, con tantos años de carrera?

¿La verdad? Pues no mucho.

A Milena, en cambio, el éxito le ha llegado de forma inmediata, e inesperada. "Y pasará, ¿eh? En un tiempo pasará. Es algo que ni te planteas, porque si lo que te preocupa es eso, vamos mal. A mí lo que me preocupa es escribir el tercer libro, y que sea mejor que el segundo. Este éxito no me ha cambiado la vida. Mi madre sigue muerta, yo sigo en casa con los niños, que si cenamos pizza o si la secadora no funciona. Podré estar tranquila unos años para escribir el próximo libro porque tendré algo de dinero en el banco. Estupendo. Pero aparte de eso...".

¿Ganarse la vida como escritora no es su objetivo?

No lo había sido nunca. Ahora parece que puede pasar. Pues genial, si puedo disfrutar de esto e invitar a mis amigos a cenar más a menudo. Pero a mí lo que me interesa, en realidad, es escribir una frase que se acerque a Colette. Lo demás... eso no importa nada. Lo demás es blablablá.

¿Incluido Sant Jordi, en el que todo apunta a esguince de muñeca? "Bueno, ya veremos... ¡Lo mismo estoy al lado de David Trueba, viéndole firmar a él, y yo no firmo nada! Pero, bueno, le aguantaré el boli, aunque sea", ríe, quitando hierro. A Hypatia le hace mucha ilusión. "Para mí es uno de los mejores días del año, aunque me gusta más cuando estoy en el otro lado. Me gusta salir a la calle, y ver libros y gente que se interesa por ellos", dice. "Pues a mí no me hace ninguna. Ni siquiera creo que se venda tanto como parece ese día", tercia Teresa, con el mismo escepticismo con el que, poco antes, ha dudado de esas contraportadas en las que los editores aseguran "que el libro se ha traducido a 30 lenguas. ¡30 lenguas! ¡Ja!".

M.B.: Pues el mío se a traducido a 30 lenguas de verdad...

T.J.: Sí, sí, ya. ¿Cuáles? ¡Hazme la lista! [Y Milena ha estallado, por enésima vez durante la charla, en carcajadas, entre estupefacta y divertida.]

Treinta lenguas, campanas de adaptación al cine, derechos de traducción vendidos, se dice, por medio millón de dólares. Cuando tiene que rellenar un formulario, ¿pone 'escritora' en la casilla de 'profesión'?

Pues hace poco lo hice, y me moría de risa. Me pareció que me pillarían, que alguien vendría y me soltaría: "Pero ¡¿qué dice usted?!".

T.J.: Para mí es solo un adjetivo, no es mi esencia. Tal vez haya quien me llame así, pero yo no me lo llamo a mí misma.

M.B.: Pues usted sí que lo es, yo creo que usted sí es una escritora de verdad. Alguien que ha dedicado su vida con tanta constancia, vocación e inteligencia... Yo igual cuando haya escrito cinco libros me consideraré escritora, pero usted se lo ha ganado ya, usted sí.

Se consideren lo que se consideren, Sant Jordi es su día. El de los que disfrutan leyendo. El de los que disfrutan escribiendo. El de los que disfrutan escuchando a otras voces que, como las de estas tres autoras, no tienen edad. Ni sexo.

tres perfiles

Hypatia Pétriz

Su madre le leía cuentos y su tío le contaba unas historias de terror "que no eran lo más apto para una niña de 3 años". "Así he salido yo", dice. Loca por la escritura y por la música, con dos novelas juveniles, un dúo musical consolidado (Aneris) y un grupo en ciernes. Pueden seguir sus pasos en Facebook. Los profesionales. "No cuelgo nada personal. Tengo muy claro qué quiero que se sepa y qué no". No siente que ser mujer sea un hándicap. "El mío es otro: que no me tomen en serio por tener 16 años".

Milena Busquets

Tampoco ella siente que ser mujer haya sido un obstáculo. "Crecí entre mujeres muy liberadas y triunfadoras, y no me pasaron la idea de la lucha, sino la de la victoria", dice. Las Ana María, Moix y Matute. Su madre, Esther Tusquets, que jamás le contó cuentos. "No era ella muy de sentarte en su falda, no". Estudió en el Liceo Francés, luego Arqueología en Londres. Trabajó en Lumen con su madre, luego en una editorial fundada con ella. Esa es su condena: que la prejuzguen por su origen. "Pero no voy a pedir perdón por mi cuna. Uno no elige dónde nace".

Teresa Juvé

Formarse en la Institución Libre de Enseñanza, en su Madrid natal, debe de imprimir carácter, aunque no tanto como vivir el exilio y colaborar con la Resistencia en París durante dos años, en los que dos veces estuvo a punto de caer en manos de los nazis. Una vida apasionante, la de esta filóloga y licenciada en Literatura Comparada (carreras estudiadas de noche, ya que por la mañana había que sacar adelante a la familia), narrada en flases en 'Tu ets jo', un título que homenajea a su marido, Josep Pallach, fallecido en 1976, con solo 56 años. "Estábamos muy unidos, muy enamorados", asegura. Y aún vibra al decirlo.