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¿Por qué cae tan antipático Bordalás?

El Getafe del técnico alicantino visita Montjuïc este sábado como el equipo que más tarjetas amarillas y rojas ha recibido esta temporada

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José Bordalás.

José Bordalás.

Albert Guasch

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Cuando se le cuestionan los métodos, o las artimañas, José Bordalás tiene una frase que ha hecho fortuna. “Esto es fútbol, papá”. Lo soltó en una rueda de prensa tras uno de sus múltiples rifirrafes con un rival. En ese caso fue el Athletic, a principios del presente curso. “Todos lo tenemos calado”, dijo Iñaki Williams. Y Bordalás respondió con el aforismo de su cosecha, que ahora se corea en las gradas del Coliseum y se imprime en pancartas y camisetas. “Es algo que digo en el día a día a los jugadores, lo solté en público y ha hecho gracia”, se vanaglorió el técnico que más detractores acumula en el fútbol español.

“Esto es fútbol, papá” es una moderna forma de decir aquello de que el fútbol es cosa de hombres, o de pillos. De buscar el límite del reglamento y trata de estirarle las costuras, a ver si son de goma. Su Getafe es un reflejo puro de su entrenador. Correoso, duro, mordedor y pendiente de manipular los detalles del encuentro. El tiempo de juego efectivo, la altura de la hierba, los 'tackles' al borde de la pena carcelaria… Juega con todo eso. Lo más cercano al 'bilardismo' que puede verse hoy día.

Líder en tarjetas

El Getafe que visita Montjuïc este sábado (16.15 horas) camina por la mitad de la tabla, en décima posición, y fiel a la fama que le precede, es el equipo de la Liga que ha visto más tarjetas rojas (8) y más tarjetas amarillas (86) en lo que va de campeonato. Es un contricante antipático dirigido por un entrenador que se ha enfrentado con media profesión. Constan intercambios poco amistosos con Quique Setién, Fran Escribá, Ten Hag, Marcelino y Arrasate. Igual hay más. Él y Setién, cuando este ocupaba el banquillo azulgrana, evitaron saludarse antes y después de un partido de Liga. Viejos agravios.

Con Xavi los reproches han sido más indirectos. El Barça comenzó la temporada en el Coliseum a mediados de agosto, saldado con un tristón 0-0, y al preparador azulgrana le dolió todo el cuerpo tras el partido. Le dolieron las interrupciones de juego (el 52% del tiempo no hubo movimiento del balón), las faltas cometidas por los azulones (el doble que el Barça) y el juego bronco. Damián, legionario arquetípico del método Bordalás, vio la cartulina roja. 

Ese día Xavi también acabó expulsado. Y criticó al árbitro. “Les ha permitido ese juego, los límites los pone él y ha permitido que nosotros perdamos la cabeza”, atacó. “El tiempo añadido es otra vergüenza. Tiempo efectivo y se acaba con todo esto. Estamos haciendo el ridículo. Es normal que la gente no quiera ver fútbol, porque esto no ha sido prácticamente un partido”.

Este viernes, en cambio, fue de lo más amable con Bordalás en la previa del partido de hoy. "El Getafe está muy bien entrenado. No es un equipo defensivo para mí, es un equipo valiente. Lo que está haciendo Bordalás es digno de elogio". El alicantino de 59 años correspondió un rato después: "Ha ganado una Liga y una Supercopa y parece que se nos olvida rápido. Le tengo mucha estima".

No está acostumbrado a este tipo de elogios Bordalás, especialista en hacer perder los papeles a los rivales. Se ha acostumbrado a sentirse señalado. "Tengo las espaldas anchas", indicó en una ocasión. Tanta hostilidad ha logrado cerrar filas entre él, la presidencia y la masa social de Getafe, que corea su nombre a menudo. Esta es su segunda etapa en el club madrileño después de un breve paso por el Valencia. En la primera etapa logró clasificarse para Europa tras concluir en quinta posición.

Contra las interrupciones

El octavo hijo de entre 10 hermanos, Bordalás fue un futbolista mediocre -no pasó de tercera división- que se retiró a los 28 años por culpa de las lesiones. Como entrenador ha saltado de flor en flor hasta hacer de Getafe su casa. Conocidos son sus entrenamientos intensivos. También su gusto por la historia de los romanos, de ahí que -se supone- se refiera en ocasiones a sus jugadores como soldados. El fútbol como guerra.

Borja Mayoral.

Borja Mayoral. / EFE

No es de extrañar que defienda los viejos valores del juego. "El fútbol es un deporte de contacto. Tanta interrupción, pues obviamente desluce. Al final no hay ese ritmo y nosotros lo vemos en la Premier, por ejemplo, cuando ves un partido y hay muchas faltas que aquí se pitan y allí se deja seguir. Y muchas veces decimos: 'Joder, la Premier son partidos de ida y vuelta, de mucha alternancia'. Yo creo que por proteger al futbolista, estamos protegiendo en exceso", dijo en una entrevista al diario 'Marca'.

Un equipo de hierro como el suyo ha encontrado este curso dos talentos arriba que podrían suavizar un tanto su imagen bélica. Por un lado Borja Mayoral, segundo máximo realizador del campeonato con 15 goles, solo uno por detrás de Bellingham, líder actual. Por otro, Mason Greenwood, un jugador de otro nivel, cedido por el Manchester United, lastrado por la acusación de abusos sexuales que inevitablemente condiciona su carrera.

Tarde dura se antoja para el Barça de Xavi.