Sector agrario

Los agricultores cambian los manzanos por los pistachos (y los naranjos por aguacates)

El campo adapta sus cultivos ante la presión de la inflación climática

Los frutales españoles, acorralados por el cambio climático

Secado de pistachos recogidos en una finca de Maials (Segrià).

Secado de pistachos recogidos en una finca de Maials (Segrià). / RAMON GABRIEL

María Jesús Ibáñez

María Jesús Ibáñez

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La superficie de frutales cítricos y no cítricos, de olivar y de viñedo, los denominados cultivos leñosos, aumentó un 9% entre 2012 y 2022, hasta alcanzar los 5,31 millones de hectáreas, según los datos hechos públicos este martes por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En global, la superficie cultivada en España apenas descendió un 1% en esa década, aunque muchos de los terrenos que hasta 2012 estaban sembrados de cereales u otros herbáceos están cubiertos ahora de arbolado o viña.

Así, en ese decenio, destacó sobre todo el incremento de fincas plantadas con pistacheros, que registraron un aumento del 1.978%, (63.267 hectáreas más que en 2012), pero también de almendros (que sumaron un 30% más, con 199.834 nuevas hectáreas) y de olivar (un 7%, que supone 183.703 hectáreas más), según recoge el 'Análisis de los Cambios en las Superficies de los Cultivos Leñosos 2012-2022'.

Son cultivos, todos ellos, que dan actualmente una buena rentabilidad al agricultor y que, además, se ajustan mejor a las condiciones de cambio climático que está experimentando España, con menos precipitaciones y periodos de altas temperaturas más largos. Es, en definitiva, una de las soluciones que adopta el campo español para enfrentarse a la inflación climática.

Cierto es, sin embargo, que en algunas zonas no se ha tenido en cuenta este fenómeno, el del calentamiento global, y ha habido un aumento reseñable de las superficies plantadas con limonero, castaño, aguacate y caqui, que consumen más agua. En este caso, argumenta el ministerio, se trata de cultivos que han sustituido a otros de regadío ya existentes, sobre todo a los cítricos más tradicionales como mandarino y naranjo. El primero ha visto reducir en un 7% las fincas en que se cultiva (7.800 hectáreas menos) y el segundo, un 4% (con una pérdida de 6.900 hectáreas). También retrocedieron los cultivos de melocotonero y nectarino (-11,5%), de manzano (-10,6%), de peral (-21,3%), de avellano (-10,3%) y de ciruelo (-21,9%).

Hay dos razones de peso para este cambio de tendencia, señalan los técnicos del ministerio que dirige Luis Planas. En primer lugar, porque se trata de producciones de mayor valor añadido. "En general las producciones de leñosos presentan mayores opciones de diferenciación, siendo además España uno de los productores principales en Europa con influencia en los mercados internacionales", razonan. En segundo lugar, porque los precios en los últimos años en estos cultivos alcanzan niveles elevados en algunos productos, como el aceite de oliva, el vino, el aguacate o los frutos secos. 

El sostenible pistacho y el polémico aguacate

El espectacular aumento del cultivo de pistacho, que ha pasado de las escasas 3.200 hectáreas en 2012 hasta las 66.500 en 2022, tanto en secano (38.912 hectáreas) como en regadío (24.355 hectáreas más) "se ha producido sobre superficies ocupadas en 2012 por cereal y barbecho, y, en menor medida, por viñedo". La mayoría del pistacho se ha plantado en Castilla-La Mancha (más de 50.000 hectáreas nuevas) y en Andalucía. En Catalunya, algunas pequeñas empresas y cooperativas agrarias del interior de Lleida y de Tarragona también están empezando a trabajar con este prometedor fruto seco.

Bastante más discutible es la expansión del aguacate, que entre 2012 y 2022 aumentó su superficie un 56%, con 8.000 hectáreas cultivadas más, prácticamente en su totalidad en regadío y concentrado en las provincias de Málaga, Granada y Valencia, debido a su condición de frutal tropical. Solo el 59% de la superficie de 2022 en regadío ya estaba ocupada por aguacate una década antes. El resto se plantó, en un 11% en tierras que antes estaban dedicadas a los cítricos, el 6,5% de terrenos que habían sido superficie forestal, y el 5,6% en barbechos.