11 DÍAS, 3 PARTIDOS, 2 DERROTAS

Días negros en el Barça, todos miran a Xavi

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Xavi, pensativo durante el Shakhtar-Barça en Hamburgo.

Xavi, pensativo durante el Shakhtar-Barça en Hamburgo. / Europa Press

Marcos López

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En menos de dos semanas, el Barça se ha desintegrado. Lo ha hecho con tal estrépito que, de repente, los ojos críticos e inquietos ya no se detienen en el debate abierto por Gündogan tras la derrota en el clásico contra el Madrid sino en la figura del entrenador, obligado a encontrar respuesta urgente a estos días negros que le atormentan.

Urgente porque el tiempo, justo ahora que lleva dos años en el cargo, corre en su contra porque el equipo se ha sumergido en una peligrosa involución, certificada en la derrota en Hamburgo. Todos miran a Xavi. Y desde todos los lugares del universo culé, empezando por el palco porque el presidente Joan Laporta no ha invertido 208 millones, que serían 240 si se incluyen los variables, en los últimos 22 meses para asistir a este súbito desplome. 

La primera medida del técnico fue reunir a la plantilla en el vestuario. Lo hizo este miércoles, horas después del 1-0 del Shakhtar. El primer paso para "resetear" a un grupo que está confundido y desorientado.

Oriol Romeu presiona y derriba a Newerton en el primer tiempo.

Oriol Romeu presiona y derriba a Newerton en el primer tiempo. / FILIP SINGER

El fútbol se ha desvanecido

Ni dos meses. Ni dos meses han pasado del “mejor momento”, como lo llegó a calificar Xavi, tras las goleadas a Betis (5-0) y Amberes (5-0), a quizá “uno de los peores partidos desde que soy entrenador, el peor en estos dos años”, como confesó tras la caída en Hamburgo ante el Shakhtar (1-0).

Ni dos meses de una mutación negativa que ha sacudido, al mismo tiempo, el ecosistema del vestuario con la denuncia de Gündogan, que abrió una herida aún no resuelta. El problema es que el Barça se ha quedado sin fútbol. Su juego, sobrio y solvente en el curso pasado, se ha convertido en obtuso y apagado.

No tiene gol. Y ni siquiera la mejor versión de Ter Stegen le permite resistir porque la defensa –al inicio con dos laterales largos, Cancelo y Balde, luego con tres centrales- no halla la llave de la estabilidad. El centro del campo añora, de nuevo , a Frenkie de Jong, a quien el club quiso hacer mobbing el verano pasado para venderlo.

Y sin Pedri, más aún porque no existe creatividad ni talento ya que con los jóvenes (Gavi y Fermín) no basta. Arriba, el desequilibrio ya no existe. Y ese Barça que hacía sonreír a Xavi a mediados de septiembre está ahora atrapado en un otoño depresivo.

"Estamos mal. Estamos en un pequeño bache. No se ha entendido lo que requería el juego", admitió Xavi.

Raphinha se lamenta de una ocasión fallada en el Shakthar-Barça en Hamburgo.

Raphinha se lamenta de una ocasión fallada en el Shakthar-Barça en Hamburgo. / Efe

Justificaciones confusas

Al inicio de estos días negros para Xavi el argumento para justificar la derrota con el Madrid era que "no se lo podía perdonar", ensalzando la primera buena hora de juego: un gol, dos remates al palo y dos paradas de Kepa. Pero el análisis no se detuvo en la mala media hora final hasta que lo destapó Gündogan.

Luego, el técnico sí admitió que habían sido “dos desconexiones” permitiendo los tantos de Bellingham. El catálogo de justificaciones se detuvo después en San Sebastián apuntando entonces el entrenador a la "intensidad" dolido como quedó por la desidia del equipo.

Y en la tercera etapa, cuyo descenso a la oscuridad se dató en Hamburgo, apuntó a "algo mental" sin ofrecer argumentos futbolísticos, refugiándose en que se vive "un pequeño bache" apelando a "recuperar la confianza de los jugadores". 

No ha emitido, al menos de momento, ninguna explicación táctica para justificar esa caída más allá de recordar que las lesiones han provocado una caída de rendimiento tan evidente. "No es un tema de confianza sino de juego", replicó Oriol Romeu, mientras Ter Stegen, el capitán, miró hacia otro lado cuando se le recordó que Xavi lo achacó todo a "algo mental".

El meta no lo ve así. "Estamos todos enfadados, esto no nos puede pasar. ¿Bloqueado? Hoy no he visto el partido en la repetición, no puedo decir lo que nos pasó y nos faltó". El vestuario guarda, sin embargo, diplomático silencio ante esas quejas de Xavi.

Pero nada es lo mismo desde la queja-denuncia-reproche de Gündogan. Algo se ha roto ahí dentro.

Lewandowski, en Hamburgo durante el Barça-Shakthar.

Lewandowski, en Hamburgo durante el Barça-Shakthar. / Efe

Las peores versiones de cada jugador

El equipo se ha caído. Los jugadores, también. Cada uno está más cerca de su peor versión que de la mejor. ¿Dónde están los Joãos que dinamizaron al Barça? João Cancelo está desorientado, ya sea jugando de lateral o de interior/extremo, posición que se inventó Xavi ante Madrid y Real Sociedad. João Félix lleva nueve partidos consecutivos sin marcar un gol, quedándose sin la influencia que exhibió al inicio.

Oriol Romeu, el único medio centro puro de la plantilla, ha perdido su sitio. A su vuelta de la lesión, Lewandowski no tiene peso. Ni tampoco gol. Poco a poco se le van acumulando pequeños problemas que resultan, al final, grandes problemas porque el equipo no avanza.

Queda atrapado en su propia contradicción incapaz de encontrar soluciones a todas esas dificultades, encogiéndose. Con Ter Stegen, cuyas paradas han camuflado esas caídas, no es suficiente. Con el coraje de Gavi, tampoco. Y el factor Lamine Yamal, símbolo de esperanza, no debe soportar la presión de un equipo ofuscado.

Pudo ser duro Xavi en sus palabras -ya lo habia sido en San Sebastián acusándoles de una "inaceptable" falta de intensidad. Pero eligió el técnico el mensaje suave y cómplice para lograr un urgente "reset".

Xavi durante el Shakthar-Barça en Hamburgo.

Xavi durante el Shakthar-Barça en Hamburgo. / Reuters

¿Cómo escapará Xavi del bloqueo?

“Es mi momento”. Xavi lo tiene asumido. Sabe que lo miran todos. Que lo miran los jugadores para que les de soluciones lo antes posible. Que lo mira Laporta, quien veía por la tele desde su casa de Barcelona la derrota de Hamburgo. Que lo mire "el entorno", término que desempolvó hace unas semanas.

Es, sin duda, el momento más crítico de su etapa en el Barça, superior a las decepciones que ha vivido en la Champions y en la Europa League. Solo ha ganado el técnico siete de los 20 partidos europeos. Siete triunfos, siete derrotas y seis empates delatan la fragilidad azulgrana, que se encuentra inmerso en un círculo vicioso.

"Estamos bloqueados", confesó Xavi empleando la primera persona del plural. ¿Y qué resortes activará el técnico para realizar ese "reset" que tanto necesita el equipo? Debe meditar si vuelve al clásico 4-3-3 o fortalece, en cambio, su idea del cuadrado manteniéndose la incógnita de si mantiene la confianza en la jerarquía del grupo.

Al técnico le toca gestionar la derrota. Y no es el 1-2 del Madrid o el 1-0 del Shakhtar sino la derrota de no encontrar su fútbol. Tomó ya decisiones duras, nunca visto antes, como efectuar cuatro cambios de golpe en Hamburgo cuando solo se llevaba una hora de partido. Pero luego no fue tan contundente Xavi en la sala de prensa.

"No podemos permitir que se pierda la confianza", dijo Xavi, más psicólogo que entrenador. Más cercano a unos jugadores que no reciben el mensaje táctico con la claridad que necesitan, confusos y desorientados como andan todos por estos días negros que han nublado al Barça.

El tiempo avanza, el equipo camina hacia atrás y Xavi no da con la tecla. Por eso, todos lo miran. Y muchos lo escrutan. El tono de su voz en Alemania, apagado y tenue, delataba que él ya lo sabía.