Opinión | BARRACA Y TANGANA

Enrique Ballester

El fútbol de la calle por Enrique Ballester

The real experience

A la hora de la verdad

Malas decisiones

Barraça y tangana de Enrique Ballester.

Barraça y tangana de Enrique Ballester. / El Periódico

De vez en cuando me toca ir a mi antigua universidad y una pregunta me asalta la mente. No recuerdo muy bien a qué me dediqué durante todos aquellos años de 'estudiante'. Han pasado un par de décadas y algo creo recordar, pero tengo lagunas considerables. ¿Qué estaba haciendo yo entonces exactamente? Si no tenía hijos ni trabajos ni apenas responsabilidades, ¿a qué dedicaba mi tiempo? Me suena algo sobre escribir en foros de internet, arrastrarme por ligas de futbito y ver en Paramount las primeras horas chanantes. 

Mi mujer suele referirse a aquella época con las palabras 'cuando éramos novios', y puede decirse que esa era mi dedicación principal, ser novio, porque tampoco iba a clase. Fue sin duda una época tendente a las locuras y los disparates. Me dejé flequillo, por ejemplo. Leí algo de poesía, me compré una bufanda y visité exposiciones y galerías de arte. Me parece que aparqué un poco lo del fútbol, incluso, y quizá llegué a verbalizar que no era tan importante.

Años chungos

Ahora lo pienso y fueron años chungos: años de perderme un partido de la Champions por ir a un concierto de un tipo que tocaba el ukelele. Años bordeando el abismo. No sé cómo, pero pude salir de aquello a tiempo, por suerte. De vez en cuando me toca ir a mi antigua universidad porque han construido unos campos de fútbol y mi hijo entrena allí todos los miércoles.

Teo se lo pasa genial, pero cuando sea mayor no podrá decir que es un futbolista de calle --aunque el otro día se partiera la ceja contra un poste- y todo por culpa de los entrenamientos universitarios de los miércoles. Ahí debo reconocer que estoy fallando como padre: lo correcto sería darle una navajilla, comprarle un cartón de tabaco y dejarlo abandonado con una pelota en un parque.

Desde que marcara dos goles al Barcelona, Bryan Zaragoza es el nuevo estandarte del fútbol 'auténtico', el que no se enseña en escuelas ni universidades: el fútbol de la calle. Los expertos explican su juego de quiebros y amagues diciendo que lo aprendió en la calle. Por lo visto, esa es ahora la clave del éxito, y vale, pero qué pasa con los que jugaban con Bryan Zaragoza en la calle y no han conseguido ser futbolistas de élite. ¿Esos no aprendieron en la calle el fútbol de la calle? Lo dejo en el aire.

Bryan Zaragoza, el último de una estirpe

Al novísimo internacional Bryan Zaragoza se le presenta como el último de una estirpe. El futbolista del Granada es un exótico elemento en extinción, porque –repetid conmigo- 'ya no hay niños que jueguen en la calle'. La primera vez que escuché que 'los niños ya no juegan al fútbol en la calle' Bryan Zaragoza no había nacido. Lo dejo también en el aire.

Como sea, visualizo una idea de jugoso negocio que comparto por aquí, porque os quiero más que a nadie. Ya tardan las academias de fútbol en ofertar un curso especializado en el genuino fútbol de la calle. Regatear a chavales que crucen el campo con patinetes eléctricos, tratar de marcar gol sin dar con el balón a abuelos despistados y paseantes y driblar mierdas de perro en lugar de conos de plástico serán algunas de las primeras actividades. Es lo último que dejo -por hoy- en el aire.

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