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Una vez renovado, ¿convencerá Xavi al cruyffismo?

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Xavi pensativo en la banda junto a Benítez durante el partido de liga entre el FC Barcelona , Barça, y el Celta de Vigo en el estadi Lluis Companys

Xavi pensativo en la banda junto a Benítez durante el partido de liga entre el FC Barcelona , Barça, y el Celta de Vigo en el estadi Lluis Companys / Jordi Cotrina

Albert Guasch

Albert Guasch

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Poseído por una efusividad más propia de una camaradería alegre en una noche avanzada o, si se prefiere, de una abuela de lagrimal blando que recibe la visita inesperada de una nieta desde la otra punta del globo, Joan Laporta besuqueó con pasión a Xavi a media tarde del viernes pasado después de firmar la renovación por una temporada más. Al menos hasta junio del 2025, el técnico de Terrassa cobrará del Barça. Tinta y besos para sellar un acuerdo que llega en el mejor momento de Xavi -admisión propia- en el banquillo del equipo azulgrana.

Los dos 5-0 consecutivos y la alocada remontada ante el Celta han traído confetis a Arístides Maillol y paz de espíritu al equipo técnico. No hay estupefaciente que pueda igualar la dulce sensación que producen las victorias en aquellos que se juegan más, que no son los aficionados, por muy ancestrales que sean los sentimientos a los colores, sino los que dirigen la orquesta desde el palco y desde el banquillo, jugadores al margen.

Ganarse a los suyos

No obstante, incluso en la semana de la renovación y de las victorias abultadas, Xavi volvió a recordar los malos momentos, asociados a unas críticas que digiere mal. ¿Cuántas han sido las veces que ha aireado la terrible presión que soporta el entrenador del Barça? ¿Y cuántas son las veces que ha mencionado los palos que se supone que ha recibido de la opinión publicada?

Uno no tiene esa percepción, se diría que críticas más despiadas recibieron Koeman, Setién o Valverde y que a Xavi se le ha criticado con mano blanda, sin apretar el puño. Xavi nunca ha perdido ascendencia entre el barcelonismo popular. Es de los que cae bien por aquí, un gran don. Puede haberse sentido examinado con lupa. Seguro. Va con el cargo. ¿Estamos ante un buen entrenador o no? Pregunta con duda recurrente que tiene que ir despejando, para empezar ante el propio presidente que tanto le ha besuqueado.

En este sentido, existe una corriente de opinión mezclada con información que indica que a Xavi le molesta en particular las críticas de aquellos más identificados con el cruyffismo, subsección guardiolismo: los predicadores del buen fútbol, el juego de posición, la amplitud en las bandas y todo ese vocabulario científico-cuántico que circula con naturalidad por el barcelonismo desde hace lustros.

Óptima perspectiva

Xavi sería una de ellos en el plano teórico, un fanático incluso, pero la catarata de los 1-0 del curso pasado y un juego a menudo encharcado han parecido excluirle de la hermandad. Es como si él necesitara de su aprobación y le doliese que no haya un reconocimiento más pleno a las dificultades estructurales que se encontró al coger el bastón de mando (que ha sido reconocido, hasta donde uno sabe).

En cualquier caso, son días de besos y abrazos y la perspectiva es alegre. Los resultados y la plantilla invitan a ello, aunque ya se sabe que la perspectiva en can Barça es corta. Los nubarrones se te cruzan en cualquier momento. Pero ahora Xavi está en la situación de construir una obra propia, convencer a los expectantes y, sobre todo, sentirse coherente consigo mismo. Seguro que hasta los más cruyffistas/guardiolistas -corriente sociológica amplia, como no puede ser de otra manera- pondrán la prosa para aplaudirle con ganas si se da el caso.

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