Atletismo

El año en blanco de la atleta Sara Gallego: "Me he pasado muchos días llorando"

La plusmarquista española de 400 no ha podido competir en toda la temporada por una grave lesión de tobillo

Sara Gallego fulmina el récord de España de 400 metros vallas

Sara Gallego

Sara Gallego / Ángel García Martos

José Carlos Sorribes

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Cuarta de Europa, semifinalista en el Mundial, récord de España en su prueba, los 400 vallas, con 54.34 segundos… Fue 2022 el gran año de Sara Gallego (Barcelona, 2000), una joven convertida en una de las estrellas del atletismo español. Y debía 2023 seguir por el mismo camino con la mirada puesta en el Mundial de Budapest del próximo mes. Pero todo se torció por una lesión de tobillo en un entrenamiento en marzo.

Lo que parecía solo un esguince escondía algo mucho peor: una rotura completa del ligamento y un edema óseo. Mientras los mejores atletas españoles apuran su puesta a punto y buscan las mínimas para el Mundial, ella se ve obligada hoy a verlo desde lejos, fuera del tartán, porque se ha pasado estos tres últimos meses haciendo solo bicicleta, gimnasio y natación. Sara Gallego atraviesa el túnel más oscuro para un deportista de élite: el de no poder competir ni casi entrenar.

"No quería perder tiempo en mi preparación, y a los cinco días estaba corriendo. Pero me molestaba más de lo normal, no podía empujar. Me dolía simplemente al apoyar"

Ha vivido este tiempo en un vaivén de emociones, con muchas lágrimas al principio y ahora con la ilusión de regresar en septiembre a la normalidad. Y es que el repaso del parte médico de esta aciaga temporada resulta amargo. “Primero tuve una pequeña rotura del isquio en Sabadell, que me dejó fuera de la pista cubierta. Luego llegó la torcedura, un buena torcedura, haciendo un ejercicio de movilidad de vallas en un entrenamiento aquí, en el CAR”, recuerda sentada al lado de la pista de atletismo del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat.

"Sara, igual no llegamos al Mundial"

Parecía un esguince a simple vista, pero era una impresión equivocada como comprobó rápidamente. “Pensé que tenía prisa, no quería perder tiempo en mi preparación, y a los cinco días estaba corriendo. Pero me molestaba más de lo normal, no podía empujar. Me dolía simplemente al apoyar”. La inevitable resonancia reveló la dura realidad y el objetivo de Budapest pasó a ser una negra sombra. “Mi fisio es muy realista y me dijo: ‘Sara, igual no llegamos al Mundial’”.

Un primer plano de la plusmarquista española de 400 metros vallas.

Un primer plano de la plusmarquista española de 400 metros vallas. / Ángel Garçia Martos

Ahí se apagaron todas las luces para la atleta barcelonesa y cayó en el inevitable desconsuelo que acompaña a una lesión de ese alcance. “Me he pasado muchos días llorando. Tuve una semana muy dura, de mucha frustración. Estaba con las muletas y la férula y no podía ni dormir porque me molestaba. Me puse a llorar, cansada de no poder ni andar, ni de quedar con mis amigas, no podía hacer ningún plan. Para salir adelante te apoyas en tu familia, en tus amigas e intentas desconectar un poco del atletismo”.

"El entrenamiento me da paz mental y estabilidad. Y no me genera estrés la competición, todo lo contrario me lo genera no poder hacerlo"

Estuvo casi un mes con las muletas y esa férula en la pierna, sustituida luego por una bota. Lo que más le costó, explica, fue aceptar la realidad de la lesión. “¿Quién se pierde una temporada por un esguince?, pensaba. No tenía tan mal aspecto”, recuerda de esos primeros días. La recuperación pasó después por diversas fases y siempre con la prudencia como patrón. “Primero empecé con la bici y el gimnasio, pero el edema no mejoraba y lo dejamos, para hacer solo piscina”.

Ahí se encontró en un medio, el acuático, en el que se sentía una extraña. “No me gustaba nada la piscina, pensaba que no estaba hecha para eso, mi cuerpo no flota. Era horrible, no aguantaba nada. Poco a poco le he ido cogiendo el gusto y ahora llego a nadar 45 minutos, voy haciendo piscinas y ejercicios de técnica debajo del agua”.

La atleta barcelonesa, junto a una valla en la pista del CAR.

La atleta barcelonesa, junto a una valla en la pista del CAR. / Ángel García Martos

Unas rutinas que en nada se parecen a las que la han llevado estos años a ser la reina del 'cuatro' vallas en España. “Entreno tres-cuatro horas por la mañana, y algún día, pocos, llego a doblar. Por la tarde no te puedes ni mover. Pero el entrenamiento me da paz mental y estabilidad. No me genera estrés la competición, todo lo contrario me lo genera no poder hacerlo”.

En su caso esas tardes ‘libres’ le permitieron terminar en la UPF Administración y Dirección de Empresas y trabaja actualmente cinco horas en una 'start-up' que colabora con Google. “Me dan mucha flexibilidad y saben, por ejemplo, que mi objetivo son los Juegos de París y si nos vamos a una concentración en Sudáfrica me permitirán teletrabajar o incluso no hacerlo”. Esos son sus planes para cuando esa torcedura de tobillo que la ha dejado en blanco este año ya quede en el recuerdo.

Del saludo con McLaughlin a la humildad de Bol

Sara Gallego ha coincidido en la pista con las dos grandes de los 400 vallas: la estadounidense Sydney McLaughlin, plusmarquista mundial, y la holandesa Femke Bol. Son dos mundos. Con la primera disputó una serie del Mundial y su talante altivo quedó claro al final de la prueba. Apenas miró a sus rivales. “Fui yo a saludarla, porque siempre le das la mano a las demás, y ella me miró cómo diciendo qué vienes a hacer”. Con la holandesa de piernas interminables, ya coincidió en el Europeo sub-20 de Boras (Suecia) hace cuatro años. “Ella ganó y yo acabé tercera. Vi que era superhumilde, nos ganó por un montón, pero era muy simpática, muy normal”.

Esta joven de 23 años ha sido siempre un talento precoz. Empezó a los 6 a practicar atletismo y muy pronto le perdió el miedo a pasar vallas, como sí tenían otros niños y niñas. Cuando entró en el ISS-L’Hospitalet su entrenador de entonces, el fallecido Armando Álvarez, vio que estaba destinada a los 400 metros vallas. “Me dijo: ‘Sara, es tu prueba, si vienes y te dedicas, te hago campeona de España”. La siguiente temporada ya se cumplió el pronóstico, y en la categoría absoluta, cuando aún no había cumplido 17 años.

Así hoy comenta con humor cómo son los instantes previos a una carrera en los diferentes entornos en los que compite. “En la cámara de llamadas de un Campeonato de España todo son bromas, en la de un Europeo hay bastante silencio, aunque alguna rival te sonríe, y en la de un Mundial hay un tensión increíble, todas estamos superconcentradas. Te juegas en un minuto el trabajo de cuatro años”. Ahora espera añadir a esa lista la de los Juegos Olímpicos, uno de sus grandes sueños.

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