Barraca y tangana

El entusiasmo, por Enrique Ballester

Probabilidades

No era para mi, pero al final, sí

Hay jugadores que marcan goles y ganan partidos, pero no es suficiente. Deben celebrarlos con el debido entusiasmo

Barraca y tangana. Por Enrique Ballester

Barraca y tangana. Por Enrique Ballester

Enrique Ballester

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Últimamente no voy a trabajar sin mi termo. En pocas semanas se ha convertido en un complemento básico a mi personalidad. No imagino una vida sin mi termo. No recuerdo cómo era la vida antes del termo. Es la mejor inversión que hecho en mucho tiempo. Tú me ves entrar en la redacción con el termo y piensas ‘qué tipo más dinámico el del termo’. Me ves pegar un traguito y piensas ‘seguro que sabe inglés el del termo’. Parezco más joven, menos cansado y más culto con mi termo. Parezco una persona con iniciativa, un emprendedor, alguien con mundo interior que sabe lo que está diciendo. Además da igual lo que lleve dentro. Me ves con el termo y me ves moderno, aunque en realidad el termo esté vacío o aún peor, lo tenga lleno de anís, agua con gas o ponche Caballero.

El caso es que era justo lo que necesitaba lo del termo, porque lo de llevar gafas y barbita para parecer listo había dejado de funcionar hace tiempo. Tampoco lo de tener un podcast causa ya buena impresión y lo de llevar sudadera con capucha, a partir de los 35 años y sin ser informático, ni te cuento.

Para esto del termo me inspiré en el fútbol, algo, creo, como en todo, aunque fuera de manera inconsciente. La verdad es que la actitud correcta con el termo es la misma que gastan los argentinos y los uruguayos con el mate. Los futbolistas parecen mejores si bajan del autobús con el neceser bajo el brazo y los auriculares puestos, para empezar, y si además salen del entrenamiento bebiendo mate les darías el Balón de Oro directamente. No puede ser malo un jugador que lleva el neceser en un lado y el mate en otro. Lo sabe todo el mundo, está claro.

Por mi parte, desde que soy el tipo dinámico del termo me obligo a actuar como tal, en plan europeo, responsable y atento. En casa están contentos con esto, pero confieso que a veces echo de menos sentirme mal por perder el tiempo. Añoro llegar a la noche en pijama y pensar ‘joder no he hecho nada de todo lo que tenía que hacer, he estado jugando al Football Manager 12 horas y encima el Murcia me ha ganado la final de la Champions, soy una basura de persona, un escombro’. Añoro estar en la mierda (solo) un rato.

Un torbellino de energía

Una vez consolide lo del termo, el siguiente paso es abordar lo del entusiasmo. Esto también lo he visto en el fútbol durante muchos años. Hay jugadores que marcan goles y ganan partidos, y son grandes profesionales, pero eso no es suficiente. Deben celebrarlos con el debido entusiasmo. Lo dicta el ambiente y lo recomiendan los agentes, que alguno me lo ha contado. Cuando esos futbolistas entienden que sentir o fingir entusiasmo es una parte de su trabajo casi tan importante como meter goles o ganar partidos, les va mucho mejor en su carrera. Son más queridos y mejor valorados, se ahorran explicaciones y consiguen mejores contratos.

El neceser, el mate y el entusiasmo.

A mí la gente que es súper entusiasta siempre me ha inquietado. Me paralizo y empequeñezco a su lado. Esas personas que son un torbellino de energía. ¿Cuándo comienzan a serlo? Al salir de casa o de la cama, al entrar en la ducha, al llenar el termo... ¿Cuándo pasan de estar a cero a estar a mil? ¿En qué momento exacto? ¿O son siempre así? Quizá lo sean, con aspavientos, pura pasión, amando el trabajo. Me gustaría saber qué llevan en el termo, y probarlo.

El termo y el entusiasmo. 

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