Barraca y tangana

Probabilidades

Mi divertimento futbolero favorito es tratar de adivinar el porcentaje de éxito que otorga la analítica a las ocasiones de gol

Barraca y tangana. Enrique Ballester

Barraca y tangana. Enrique Ballester

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Soy consciente de que veo demasiado fútbol. Esto ocurre en parte porque ver fútbol es la base de mi trabajo y no tengo más remedio, pero no quiero que sirva de excusa. Soy el único culpable: tantas décadas de observación más o menos atenta se traducen en claras secuelas. La semana pasada estuve en el Castellón-Barça Atlètic y de aquello ya recuerdo poca cosa. Lo único que permanece intacto en mi cerebro, y por tanto fue sin duda lo mejor y lo más importante para mí del partido en cuestión, es el concurso del descanso, que consistía en chutar desde la frontal del área y darle al travesaño. También recuerdo un poco una animada tangana que acabó con dos expulsados y amenazas varias. Eso asoma en mi memoria hoy como resumen de las mejores jugadas. Es por ver demasiado fútbol. Me lo dice el cerebro.

Cuando opto por no ir al estadio y quedarme en casa, el asunto no mejora. Mi divertimento futbolero favorito a día de hoy es tratar de adivinar el porcentaje de éxito que otorga la analítica a las ocasiones de gol. Algunos conoceréis el tema: cuando pasa un rato, después de un gol, en la tele lo repiten con un gráfico que indica la probabilidad que tenía el goleador en el momento del chut. Es algo que me vuela la cabeza. Ocasiones que me parecían clarísimas son en realidad complicadas, y viceversa. No logro entender si falla la herramienta o nos fallan la vista, el conocimiento y la experiencia. O se equivoca la estadística o llevamos engañados con el fútbol toda nuestra existencia.

Porque si esto es correcto, ¿cuántas veces nos hemos preocupado por ocasiones del rival que no tenían peligro? ¿Y cuántas veces nos hemos ilusionado por casi goles de nuestro equipo que eran medio imposibles en la práctica? Tanta pasión para nada. Tanta energía desperdiciada. Vivimos de mentira en mentira, en una ilusión falsa.

La herramienta

Porque si un futbolista que se planta frente al portero tiene apenas un 9% de probabilidades de marcar gol, como nos dijo la analítica en Vallecas, ¿cuántas tenía yo de que mi madre me enviara disfrazado de alcachofa al colegio? ¿Por qué ocurrió? Imaginen una vida con esa herramienta siempre operativa. Imaginen que se pudiera utilizar para cualquier cuita. En el instituto, por ejemplo, la típica situación crítica: Me gusta esa chica, ¿cuántas probabilidades tengo de que acepte salir conmigo? Un 2%. ¿Me compensa asumir ese riesgo?

No lo creo. El mundo tendría menos magia y nadie jugaría a la lotería, pero nos habríamos ahorrado unos cuantos ridículos.

Hace poco también escuché hablar de un superordenador. Anunciaron con mucho énfasis que un superordenador iba a calcular qué equipos tenían más posibilidades de bajar, a final de temporada, a Segunda División. Este superordenador posee sin duda una inteligencia superior, porque si no cómo iban a llamarlo superordenador. Aguanté atento frente a la tele esperando los resultados del análisis certero del superordenador. Retrasé la cena para no perderme la predicción del superordenador.

El superordenador dijo lo que nunca nadie jamás sospechó: los tres últimos de la clasificación eran los tres que más probabilidades tenían de bajar a Segunda División.

Veo demasiado fútbol. La culpa la tengo yo. Increíble el superordenador. 

Suscríbete para seguir leyendo