Barraca y tangana

No era para mí, pero al final sí

Hay cosas que piensas que no son para ti, pero luego no tardan en serlo. Pensabas que nunca te iba a pasar, pero te pasa 

Barraca y tangana. Enrique Ballester

Barraca y tangana. Enrique Ballester

Enrique Ballester

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El domingo salí del estadio por la zona del parking y justo entonces entró una ambulancia. Pasó cerca, y pensé: Si te atropella una ambulancia, ¿tienes buena o mala suerte?

¿Y si deja de gustarnos el fútbol? ¿Salimos ganando o perdiendo? ¿Sería buena o mala suerte? No lo tengo nada claro.

Hay cosas que piensas que no son para ti, pero luego no tardan en serlo. Pensabas que eso no era lo tuyo, pero solo te separaba el tiempo. Observabas y escuchabas a gente algo mayor que tú y podías pensar ‘yo no seré como ellos’, pero después, una detrás de otra y sin remedio, todas esas cosas supuestamente ajenas a tu persona y a tu vida te van sucediendo.

Claro que somos como ellos. ¿Qué te pensabas? ¿Qué habíamos llegado al mundo los primeros?

Me sirve para lo del cambio de hora: solía leer estudios sobre cómo afectaba en las personas el cambio de hora, pero yo era joven y pensaba que era una milonga eso del jet lag por el cambio de hora. Pues bien: desde que el sábado cambiaron la hora soy un escombro de persona. No consigo dormirme hasta las tres de la madrugada, aunque esté cansadísimo, y ya voy el resto del día medio bobo por el mundo y por el cambio de hora. Quizá eso explique algunas decisiones de Luis de la Fuente en el último partido contra Escocia, por cierto, lo del cambio de hora.

Me sirve, lo de las cosas que no son para ti, pero al final sí, para ser uno de esos que le da igual lo que haga la selección española. Hasta hace poco yo escuchaba a esos futboleros renegados que decían que el fútbol ya les daba igual, que no les importaba, y pensaba que eso nunca me iba a pasar, hasta ahora. Qué pereza me da todo últimamente: un seleccionador u otro, una sospecha arbitral, la estafa del VAR, el paripé de Catar, debatir sobre la Kings League, las opciones de fichar o los Balones de Oro. Me da igual todo. Fantaseas con no ver un partido más a no ser que juegue tu hijo, o que te paguen demasiado. Fantaseas con abandonar todo lo que rodea al juego, lo que te cansa. Pensabas que nunca te iba a pasar, pero te pasa.

Me sirve también con lo de seguir la NBA tocándola de oídas, sin trasnochar ni ver los partidos, mirando únicamente la estadística en el 'box score' por la mañana. Resulta que nunca me iba a pasar, pero me pasa. Me sirve con lo de planear un fin de semana ideal en casa y en pijama, sin pisar la calle, lo mismo me pasa. Me sirve con lo de escribir Messirve en WhatsApp, con una cara de Messi, queriendo molar pero siendo un viejo fatal, nunca me iba a pasar, pero me pasa.

Cosas que nunca pensé que serían para mí. Me dicen que mi equipo no vuelve a ganar un partido jamás y creo que lo podría soportar, que no sería un gran drama. Lo único que me preocuparía, si fuera España, es que germinaría el descontento ciudadano a la larga, estallarían los disturbios y la revuelta social, y eso me molestaría en realidad, no la derrota. Que estén en la calle armando jaleo y alterando mi paz mental, eso me molestaría, no la derrota.

Por si acaso ya he leído que lo del jet lag por el cambio de hora no es para siempre, y no debería durar más de una semana. He leído que al final el cuerpo se acostumbra y todo regresa donde estaba. Y he pensado que igual lo del fútbol tarda un poco más, o no, pero necesito creer que al final siempre volvemos con la pelota, a casa.

¿Buena o mala suerte? Nunca lo sabremos, y no importa.

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