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Aurora Bertrana y el Mundial de Qatar

En los años 30, la escritora describió en su libro de viajes 'Marroc, sensual i fanàtic' un entorno hostil para la mujer blanca occidental

Ambiente en los alrededores del Estadio 974 frente a una réplica del trofeo de la Copa del Mundo en Doha, Qatar.

Ambiente en los alrededores del Estadio 974 frente a una réplica del trofeo de la Copa del Mundo en Doha, Qatar. / AFP/Kirill KUDRYAVTSEV

Xavier Carmaniu Mainadé

Xavier Carmaniu Mainadé

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Cuando en 1930 el francés Jules Rimet promovió la organización del primer campeonato del mundo, era impensable que un sitio como Qatar acogiera un Mundial de fútbol. Aquella parte del mundo era poco más que arena del desierto controlada por el Imperio Británico. Un lugar desconocido, cargado de misterio. Sin embargo, en el siglo XXI es muy diferente. El mundo es mucho más pequeño y conocemos (casi) todos sus rincones. Y sobre todo ya no romantizamos lo que antes se consideraba exótico. Buena prueba de ello es que muchos medios envían a mujeres periodistas a Qatar para explicar cómo se vive y trabaja en un país donde las desigualdades de género no sólo son aceptadas sino también abiertamente promovidas por el marco jurídico y mental de aquella monarquía regida por los principios más retrógrados del islam. Sirva de ejemplo el artículo publicado en este mismo diario por Andrea López-Tomàs titulado 'Mujeres relegadas a las sombras'.

Esta semana que dedicamos nuestro podcast a la escritora Aurora Bertrana, es inevitable conectar la actualidad con la experiencia que vivió en 1935 durante los tres meses que viajó por Marruecos para realizar una serie de reportajes para el diario 'La Publicitat'. Su idea era repetir la experiencia de una década antes, cuando había visitado la Polinesia, convirtiéndose en una pionera de la literatura de viajes. Ahora bien, el resultado de la aventura africana fue bastante diferente. Bertrana no edulcora ni romantiza. Explica las mil y una peripecias sufridas por ser una mujer blanca occidental en un entorno hostil, tal y como se puede comprobar al leer su libro 'Marroc, sensual i fanàtic', basado en aquellos artículos. Este título vio la luz en 1936, poco antes de estallar la guerra civil. El golpe de estado Franco y el posterior conflicto llegaron en el momento de esplendor de su carrera literaria, y aquellos hechos la truncaron para siempre.

Aurora Bertrana había nacido en 1892 en Girona, donde su apellido pesaba y mucho. Era hija del escritor y pintor Prudenci Bertrana. Ahora bien, si hacemos caso a sus memorias, de entrada esto no fue de gran ayuda porque parece ser que su progenitor no la alentó a seguir la carrera de letras y por eso terminó estudiando música. Está claro que como nos recuerda en nuestro podcast la doctora en Filología Catalana Neus Real una cosa es lo que explican los escritores de sí mismos y otra la realidad. A veces no encajan por completo. Y es que Prudenci echó una mano a su hija siempre que pudo y fue el primero en animarla a enviar crónicas desde Ginebra, donde residió a principios de los años veinte mientras estudiaba con una beca para ampliar su formación musical. El padre intuyó el potencial literario de su hija en las cartas que recibían en casa explicando sus peripecias vividas en Suiza. También fue él quien le ayudó a iniciar su carrera de novelista.

Creación del Lyceum Club

Pero más allá del vínculo paternofilial, la escritora enseguida demostró tener una voz propia que brilló en las páginas de la prensa catalana de los años veinte y treinta. Los periódicos eran el gran medio de masas y a ella le sirvieron de trampolín para darse a conocer gracias a temas innovadores como las crónicas de viajes. El país vivía cambios vertiginosos. Las nuevas generaciones de mujeres, siguiendo lo que sucedía en Europa, reivindicaban ser ciudadanas de pleno derecho. Lo consiguieron durante la Segunda República y las más avanzadas dieron un paso adelante con la idea de abrir camino al resto. Por esta razón Bertrana propuso fundar una universidad popular para mujeres, pero no consiguió apoyos suficientes y tuvo que conformarse con la creación del Lyceum Club; una entidad femenina que promovía actividades culturales. Si ahora hay una placa en el número 39 de la Via Laietana recordando que allí tenían su sede es gracias a M. Àngels Cabré, directora del Observatorio Cultural de Género, a quien entrevistamos en el podcast para que nos explique el resultado de su investigación sobre el Lyceum Club. Una institución capaz de reunir a las mujeres más importantes del país pero que ahora (¡oh, sorpresa!) no conoce prácticamente a nadie.

La Via Laietana es uno de los lugares de Barcelona por donde se puede seguir el rastro de Aurora Bertrana. Hay muchos más, y todos forman parte de la ruta literaria diseñada por la filóloga Maria Nunes a partir del encargo de la Cátedra del Patrimonio Literario de la UdG y la Fundació Bertrana. Porque la literatura no sólo se lee en los libros, también en las calles donde vivieron los autores. Y, si se quiere, también puede escucharse subiendo al Tren de la Historia.

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