LOS PROTAGONISTAS DE LA FINAL

Havertz y Tuchel: la vía alemana da la Champions al Chelsea

Abramovich gastó en verano 133 millones en dos delanteros de la Bundesliga y en enero dio el banquillo a un compatriota de ellos. El cambio de técnico, igual que en 2012 con Di Matteo, le dio la segunda Champions mientras que el jeque del PSG debe tirarse de los pelos por echar al nuevo campeón.

SDG

SDG / EFE / CARL RECINE

Roger Pascual

Roger Pascual

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El jeque Nasser Al-Khelaïfi debe estar tirándose de los pelos. No es para menos. No solo por haberse quedado sin Liga y sin Champions sino por ver cómo Thomas Tuchel, el hombre que condujo al PSG a la final de Lisboa y al que el echó hace apenas cinco meses, no solo repetía final sino que la ganaba con el Chelsea.

El técnico alemán se coronaba cuatro meses después de firmar contrato con Roman Abramovich, calcando la jugada de 2012, cuando Roberto di Matteo logró el cetro continental menos de tres meses después de convertirse en el inquilino del banquillo de Stamford Bridge.

Havertz celebra el tanto ante el City en la final de la Champions

Havertz celebra el tanto ante el City en la final de la Champions /

La vía alemana ha dado a Abramovich la segunda corona continental, que perseguía desde hace casi una década. Antes de sacar del paro al extécnico del PSG en enero, el magnate ruso había exprimido la visa oro para llevarse dos lujosos souvenirs de la Bundesliga: Timo Werner (53 millones) y Havertz (80).

Al primero, al que ya le debieron pitar los oídos por la acumulación de errores ante el Madrid en semifinales, le debió maldecir en varios idiomas al ver como fallaba tres en un cuarto de hora. Por suerte el segundo enmendó los fallos de su compatriota. Siete toques bastaron al Chelsea, desde el portero hasta Havertz pasando por un pase brutal de Mount.

Havertz, sorpresa en el once titular, correspondió a la confianza de Tuchel convirtiéndose también en un inesperado goleador. Desde que se había enfundado la camiseta blue no había marcado en Champions. Tras 11 partidos en blanco se estrenó a lo grande. El exdelantero del Bayern Leverkusen, en una contra gloriosa, le dejó en bandeja a Pulisic el segundo, al que le faltó un palmo para poner la sentencia y dio una vida extra a Pep Guardiola.

Otro alemán, Antonio Rüdiger, tuvo también un papel decisivo en la final. El central enmascarado, que juega una protección en la cara, fue a buscar sin balón a De Bruyne y sus cabezas chocaron. El mago belga, que dejó el Chelsea harto del desdén y las humillaciones de un Mourinho que se refería a él como un «niño llorón», se fue entre lágrimas al ser sustituido. 

Tras Klopp y Flick, el entrenador ‘blue’ alarga el dominio de los banquillos germanos

Kun Agüero, en su último partido antes de poner rumbo a Barcelona, también acabó llorando. Tuvo una ocasión clara en el tramo final y puso el miedo en el cuerpo al Chelsea. Tuchel, no muy prodigado en aspavientos, alentó a la grada blue en busca del aliento extra para sus hombres en el tramo final. Una afición que contuvo el aliento al ver la última de Mahrez, pero que acabó festejando el título. 

Algunos seguidores azulgranas debieron pensar si su tele, como los nuevos audios de Whatsapp, de repente tenían la opción de acelerar al ver la velocidad a la que se movían los dos equipos ingleses, en especial el correcaminos Kanté. El centrocampista, elegido MVP de la final, acabó siendo manteado por sus compañeros tras correr 12 kms.

Guardiola felicitó después de la finalización el encuentro a Tuchel, que alargó el dominio de los banquillos alemanes en la Champions. Después de que Jürgen Klopp se coronara hace dos años con el Liverpool y Hansi Flick y el Bayern de Múnich tumbaran hace un año a Tuchel en la final, el técnico del Chelsea recibió el espaldarazo con la conquista de su primer título europeo. Tras una temporada tan llena de sobresaltos besó con pasión a la Orejona.