En Directo

MANCHESTER CITY 0 - 1 CHELSEA

El City de Guardiola muere en el paredón del Chelsea

Un gol de Havertz en la primera parte frustra el retorno del técnico catalán a una final de Champions

Havertz celebra el tanto ante el City en la final de la Champions

Havertz celebra el tanto ante el City en la final de la Champions

Albert Guasch

Albert Guasch

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tardó 10 años en regresar a una final de Champions. Una eternidad para un entrenador que ha transformado el fútbol allá donde ha ido, influyente como nadie. No fue, sin embargo, el retorno dulce imaginado por Pep Guardiola. Thomas Tuchel, su mejor discípulo, se llevó el pastel en un encuentro más vibrante que bello. El Chelsea abatió a un Manchester City decepcionante, que no estuvo a la altura de sí mismo. Tantas exhibiciones a lo largo de la temporada y el día más importante en la historia del club mancuniano el equipo flaqueó. El coloso de Londres levantó la segunda Champions con los brazos de Azpilicueta gracias a un gol del alemán Havertz, el punta que costó 80 millones.  

La final de Oporto pivotó alrededor de la inmensa figura de Guardiola, al que cierta parte de la opinión pública le ha exigido demostrar que puede conquistar una Champions sin Leo Messi. Diez años atrás culminó la obra maestra de Wembley con el Barça ante el Manchester United y se esperaba que construyera algo similar para el City. Y no fue así. Ayer, no, quizá otro año. Tuchel, que tanto aprendió de él en largas cenas en Múnich moviendo vasos y cuchillos, le frustró con una demostración de solidez. Una roca no es tan dura como la estructura del Chelsea.   

Sin mediocentro defensivo

Guardiola volvió al gran escaparate de una final de Champions con sus ideas a la vista. De entrada, ases sobre el césped. Futbolistas para acaparar con caricias el balón y con la mirada natural hacia la portería rival. El catalán quiso ser fiel a su reputación de alquimista del juego ofensivo, pero la mezcla en la probeta explotó con humo negro en la pared revestida de acero del Chelsea. No le dejó ni chutar. 

Tuchel, otro enorme pensador del fútbol, le rasgó el plano que Guardiola había dibujado. El de Santpedor prescindió de un mediocentro laborioso. Alto riesgo. El equipo londinense robó, corrió y atemorizó al City una y otra vez. Si no fuera porque Timo Werner pareció haberse calzado la bota mal y erró gravemente cara a puerta, la ventaja del Chelsea podría haberse estirado bien pronto. 

La final enseguida fue un regalo para los espectadores que ocupaban un tercio del estadio. Qué guapo ver gente en las gradas de nuevo. Y qué chulo resultó la confrontación táctica de dos entrenadores que vivieron el encuentro casi dentro del campo, dirigiendo la orquesta con la mayor de las intensidades, pendientes de cada detalle. Un espectáculo en sí mismo. 

Guardiola se rascó la calva para sorprender tras el descanso a Tuchel. El gol de Havertz (m. 42), mediante un delicioso pase de Mount, constató la superior puesta en escena londinense. Fue un tanto que dejó en mal lugar a los desubicados centrales del City, el primero del alemán en la Champions de este año. Buen día para estrenarse.

Sin ritmo

El City empleó peloteros pero dio la sensación de que salieron con las piernas pesadas y la mente nerviosa. Posesión estéril, con una velocidad incapaz de desestabilizar los fundamentos del Chelsea, apuntalados por Kanté, una bestia, declarado mejor jugador de la contienda. 

La entrada de Fernandinho estabilizó al City. Imaginó Guardiola que podía ganar sin medio centro y, en cambio, el brasileño le devolvió algo sus señas de identidad. Imaginó Guardiola también que podía ganar sin delantero centro, como tantas veces, y acabó con dos arriba, incluido el inminente fichaje del Barça, el Kun Agüero, que aportó poco en el cuarto de hora que tuvo en su último partido con la camiseta que tantos años se ha enfundado. Acabó llorando. 

Tuchel derrotó por tercera vez a Guardiola en 42 días y ahora quizá sea el catalán quien tenga que pedirle cita para cenar al alemán y le explique cómo lo hace. Debería pagar el jeque del PSG, quien despidió a Tuchel en enero. Felicidades, jeque.