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Qué verde era mi Tour

Lance Armstrong provocó tanta admiración como rechazo posterior al abrirse la caja de los truenos

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Sergi López-Egea

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Qué verde era el Tour. Como decía Lance Armstrong en el primero de sus libros, que fue un éxito mundial, no había nada mejor que contemplar sobre la bici los verdes paisajes de los Alpes, o del Macizo Central, por donde discurre este viernes la 13ª etapa de la ronda francesa. Podría ser un héroe, alguien único, un ser superior capaz de ganar nada más ni nada menos que siete Tours consecutivos entre 1999 y el 2005; pudo ser una época dorada, en la que llegaban periodistas de Texas, que en su vida habían visto una bicicleta, y preguntaban por qué Armstrong si era el mejor, si era el número uno, no ganaba todas las etapas; o por qué todos recibían el mismo tiempo cuando llegaba el pelotón si pasaban varios segundos entre el primero y el último del grupo a la hora de cruzar la meta.

Nunca hubo tantos y tantos periodistas llegados desde Estados Unidos. Armstrong fue el creador de muchas cosas, y seguramente ninguna para pasar a la posteridad. Fue el único corredor que viajaba con seguridad privada al Tour; un escolta lo acompañaba hasta la salida y se ponía a su lado nada más terminar la etapa. Es algo que nunca antes había ocurrido entre los astros de la carrera, con Eddy Merckx a la cabeza, ni después, en el dominio absoluto de Chris Froome.

Una época oscura

Pero todos éramos muy verdes, en una época demasiado oscura para recordar con admiración. Muchos adjetivos se escribieron a favor de Armstrong, tan incuestionable, como intratable durante siete años, una época en la que casi todos sus rivales, los que se atrevieron a toserle, iban cayendo conforme se destapaban las probetas en los laboratorios antidopaje. Tan bueno era -o eso se creía- que buena parte de sus contrincantes tenían que doparse para intentar tumbarlo.

Él se instaló en Girona. Y hasta una vez hubo la oportunidad de ir a su casa, un edificio recio situado en el barrio judío de la ciudad catalana. En aquellos tiempos había muchos problemas con la instalación eléctrica gerundense. El tema le preocupaba mucho a Armstrong. Un corte de luz era letal para su frigorífico. Hasta una vez llamó al ayuntamiento para quejarse. Y no era el único corredor allí instalado, Girona reunía a buena parte de la flor y nata del ciclismo mundial que entrenaba por sus carreteras.

De negro

Armstrong era el único que lo hacía sin lucir la publicidad de su patrocinador. Por cuestiones de seguridad entrenaba de negro, para que no se le reconociera, y siempre se quejaba del excesivo tráfico que había en la Nacional II que el denominaba 'Nacional pi'.

En el mismo edificio vivían otros corredores profesionales, aunque en pisos más pequeños, como Tyler Hamilton, ciclista de turbio recuerdo, y Fred Rodríguez, un correcto velocista estadounidense de origen hispano. Desde la cocina de Fred se veía el patio de la casa de Armstrong y al corredor sentado junto a su pareja de la época, Sheryl Crow, con la guitarra. Ambos tomaban algo, relajados, al final de una tarde primaveral gerundense, poco antes del Tour.

Pocos inventos

Seguramente no fue el peor, porque Armstrong tampoco inventó nada, cuando se escribían estupideces sobre el dopaje genético. Hizo y practicó las artes ocultas que cuestionaron este deporte y apartó a patrocinadores y hasta público de las carreteras, si se exceptuaba el Tour, donde los escándalos azotaban cada dos por tres, pero que en el fondo parecía vivir al margen de la preocupante situación.

Hoy Armstrong podría ser casi un Dios humano paseando por el Tour. La organización le pondría una alfombra amarilla cada vez que se acercase a una carrera donde nunca le darán una credencial y tendría incluso mayores honores de los que reciben Bernard Hinault Miguel Induráin cuando se dejan ver por la ruta de la carrera.

Que verde era mi Tour... es lo que pensábamos muchos y hasta nos sentimos dichosos y los mejores del mundo cuando Armstrong nos recibió y hasta nos enseñó las obras de arte -esas sí que eran auténticas- que colgaban de sus salones.

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