Igualdad en el deporte

Hergerberg regatea la brecha salarial

Ada Hegerberg rompe el techo de cristal del fútbol femenino.

Ada Hegerberg rompe el techo de cristal del fútbol femenino. / periodico

Noelia Román

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La delantera noruega Ada Hergerberg logró regatear la brecha salarial al firmar un millonario contrato de patrocinio con Nike que la sitúa a la altura de algunos de sus famosos colegas masculinos. ¿Será un hecho puntual o el inicio de un nuevo tiempo económico para las futbolistas?

La Balón de Oro de 2018 se convirtió en la futbolista mejor pagada del mundo al fichar en junio por la firma estadounidense por diez años a razón de 1,3 millones de euros por año, según las cifras publicadas.

Su nuevo acuerdo casi triplica el anterior -Puma, su antigua marca, le pagaba unos 400.000 euros- y se acerca al de algunos futbolistas de primer nivel también vestidos por Nike.

“Creo que este patrocinio es un paso muy importante, ya que ayudará a crear y visualizar un referente para las jóvenes futbolistas”, apunta Jordi Mascarell, profesor del Posgrado de Gestión de eventos culturales, deportivos y corporativos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

“Pero hablamos de un contrato excepcional que no creo que puedan conseguir más de tres o cuatro futbolistas, igual que sucede con los contratos de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, inalcanzables para el resto”, continúa en conversación telefónica con EL PERIÓDICO.

Entre las futbolistas, el contrato de Hergerberg, de 24 años, es único. Alex Morgan, imagen también de Nike, no percibe ni la mitad (409.000 euros en 2019) de lo que cobrará la delantera del Olympique de Lyon. Megan Rapinoe, la gran estrella de Estados Unidos y el icono del pasado Mundial de Francia, ni siquiera iguala a su compañera de selección (402.000).

El objetivo de la igualdad

“La igualdad salarial entre mujeres y hombres tiene que ser un objetivo, pero en el deporte es complicado”, afirma Roser Queraltó, directora ejecutiva de desarrollo de negocio de la Euroliga. “Y, más que pensar en la igualdad salarial, deberíamos pensar en crear un producto estable en el tiempo que permita a cada cual cobrar lo que le corresponda”, prosigue.

Hergerberg juega en el Olympique de Lyon, el club europeo que mejor paga a sus futbolistas. Ni ella, que es la que más cobra, ni ninguna de sus compañeras alcanza el medio millón de euros por temporada. Como en España, Alemania e incluso Estados Unidos, la liga femenina francesa es muy desigual y tiene problemas para generar recursos que permitan a sus clubes ser autosuficientes y pagar sueldos dignos a sus jugadoras. 

“Hay que trabajar en la generación de recursos y tener un negocio de verdad que se pueda sostener por sí mismo porque, si no, son burbujas”, sostiene Queraltó. “Y como el deporte femenino parte en desventaja y los principios siempre son difíciles para todos, deportistas, marcas, clubes y políticas sociales deberían alinearse para dar impulso y lograr algo que sea sostenible en el tiempo”.

En las últimas décadas, el deporte individual femenino ha creado un producto que, como espectáculo, compite con el masculino. Económicamente, sin embargo, ellas siguen cobrando menos. Salvo en el tenis, cuyo Grand Slam premia de la misma manera a mujeres y hombres, clubes, organizadores de competiciones y patrocinadores pagan menos a las deportistas. 

“Socialmente, sería muy positivo que las marcas apostaran más por el deporte femenino, ya que la financiación es uno de los principales obstáculos para su crecimiento. Pero, desgraciadamente, las grandes multinacionales priorizan los resultados económicos y el retorno de sus inversiones en publicidad y relaciones públicas a los aspectos sociales”, señala Mascarell.

“Creo que antes de pedir estas equiparaciones a las empresas, las tendríamos que reclamar a las federaciones, que son entidades de utilidad pública, y conseguir la equiparación salarial de selecciones tal como hizo la Federación noruega de fútbol”, añade.

Ése fue también un logro de Hergerberg. Tras sumar a su palmarés el primer Balón de Oro concedido a una futbolista y cuando tenía todo para convertirse en la gran estrella de Francia 2019, la noruega se negó a competir con su selección en el Mundial por la inequidad salarial que también practicaba la Federación de su país. Ésta acabó cediendo a la presión que también ejercieron los futbolistas de la masculina e igualó sus primas. Hergerber no disputó el campeonato pese al gesto.

“¿Por qué no podemos pedir a las empresas que inviertan de verdad en cambiar el mundo?”, se pregunta Pedro Galván, exdirector de marketing de la Volvo Ocean Race y de la Euroliga. “¡Claro que hay que pedírselo! Se han hecho multimillonarias gracias a nuestro consumo y ya es hora de que reviertan una parte de sus ganancias en la sociedad”.

“¿Las federaciones? No existe en el mundo una institución pública que sepa llevar una empresa con lógica de mercado. Su ineficiencia es manifiesta y la burocracia lo eterniza todo. Yo no esperaría nada de ellas”, continúa en videollamada con EL PERIÓDICO. 

La Federación Española de Fútbol (RFEF) decidió recientemente profesionalizar la Primera Iberdrola y la Reto Iberdrola, primera y segunda división femeninas. Son aún ligas amateur y como tal fueron tratadas por la propia RFEF cuando la crisis del coronavirus obligó a interrumpir las competiciones: concluyeron en el punto en el que estaban sin posibilidad de ser retomadas más adelante como sí hicieron las masculinas.

Símbolo como Kaepernick

“La apuesta de Nike me parece perfecta. Como ya hizo con Kaepernick, invierte en una deportista con propósito, que lucha por sus ideas. Económicamente, no sé si recuperará la inversión, pero desde el punto de vista del awareness, es muy probable que le dé la notoriedad y la imagen que busca”, apunta Galván, actual responsable de Amelia Agency.

“Ahora bien, si de verdad quieres hacer un cambio social, tener un impacto real en la sociedad, ¿por qué no inviertes en crear una gran competición para las mujeres donde haya espectáculo y competitividad? Nike, Adidas o Underarmour pueden hacerlo. Lo de Hergerber está muy bien, pero es sólo la punta del iceberg”, concluye Galván.

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