Suiza amarga el debut del Brasil de Neymar (1-1)

Se esperaba a Neymar, pero apareció Coutinho. Se esperaba a Brasil, pero apareció Suiza para darle un auténtico disgusto. No solo Alemania se estrelló contra México sino que la selección de Tite ofreció una imagen gris y decepcionante, con un arranque desconcertante. Apareció a lo grande el azulgrana con un gol descomunal en el único momento en que Brasil se sintió Brasil. El viejo y auténtico Brasil. Pero luego ese equilibrio, que lleva el sello de Tite, un técnico pragmático, se rompió a la salida de un saque de esquina. No había tenido opciones Suiza hasta que un córner silenció a la seleçao. Pidió falta (y existió) de Zuber a Miranda. Pero el colegiado no la señaló. Pidió todo Brasil que saliera Alisson para rescatar un balón peligroso, pero el portero del Roma se quedó colgado del larguero. De pronto, Brasil caía abatida con una acción a balón parado que retrató su pasividad.

No estaba Neymar. Ni al cien por cien. Ni al noventa. Ni siquiera al ochenta. Todo lo que prometía la selección de Tite con un buen inicio, especialmente, en los primeros 20 minutos, se desplomó luego. Se esperaba un Brasil competitivo y ordenado porque tiene, o creía tener, de todo. Luego, Suiza, que no había tenido opciones de atacar en la primera parte, halló su tesoro en ese córner que coloca a la seleçao en el diván de las sospechas. Antes, el gol de Coutinho acaparó todos los focos firmando un gol digno de entrar en cualquier museo. Despejó el balón un defensa suizo sin saber entonces que estaba asistiendo a un mago. La pelota llegó al borde del área al encuentro del jugador azulgrana. A partir de aquí, todo fue un verdadero espectáculo. Acogió la pelota con mimo Coutinho, mientras dibujaba su plan tradicional, ese ya conocido desde hace tiempo en Anfield, descubierto desde enero pasado en el Camp Nou.

Fabulosa parábola

Un disparo potentísimo con la pierna derecha. Pero la potencia no era lo mejor de ese gol. Lo mejor, sin duda alguna, fue la parábola que dibujó el cuero, guiado con un mando a distancia, dando la impresión de que se iba al centro urbano de Rostov. Falsa impresión. De pronto, giró venenosamente hacia la escuadra izquierda de Sommer, cuyo estético y estéril vuelo hizo aún más bonito el tanto de Coutinho.

Instalada la obra de arte en el Museo, Brasil volvió a ser el Brasil de Tite, un equipo aburrido. Aburrido y, además, triste en su juego ofensivo, por mucho que el arreón final de los últimos minutos con tres ocasiones (un cabezazo de Neymar, otro de Firmino,  el derechazo de Miranda y el tiro de Renato Augusto salvado en la línea de gol por Schär) camuflara las disfunciones en el juego brasileño, orientado siempre al flanco izquierdo con el triángulo formado por Coutinho-Marcelo-Neymar. En el otro costado, el derecho, nada de nada, por mucho que Willian se desfondara en cuestiones físicas.

Neymar no está bien físicamente

Brasil decidió dejar de jugar tras el golazo de Coutinho y lo pagó tan caro que ahora se convertirá en territorio de debates. Se atascó en el primer día cuando nadie lo imaginaba. Perdió el control del partido permitiendo el empate de Suiza y luego, cuando quiso despertar, ya era demasiado tarde. ¿Y Neymar? Poco, más bien poco, demostrando que no está bien físicamente, incluyendo que los cambios en la segunda mitad no le reanimaron. Con el 1-0 se echó atrás y acabó siendo condenada. Su fútbol resultó tan burocrático que acabó aburriendo a la aburrida Brasil de Tite.

Así lo ha contado en directo Xavi Chica.