Cuando los anuncios clasificados salvaron a niños judíos del nazismo

Decenas de menores escaparon a Reino Unido gracias a los pequeños anuncios que sus familias pusieron en el diario ‘The Guardian’. Un periodista nieto de uno de ellos rehace la historia.

niños judíos

niños judíos / Getty

Begoña Arce

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Hace años, Fernando Fernán Gómez montó un espectáculo teatral utilizando como único texto anuncios por palabras de los periódicos. El monólogo iba saltando entre ofertas, búsquedas, alquileres y prestaciones varias. Los espectadores pasaban del subidón emocional a la carcajada, de la sorpresa a la intriga. Era menos lo que decían aquellas frases breves y bien matizadas por la voz y la cadencia del gran actor, que lo que dejaban entrever. En uno de los mensajes alguien vendía la ropa de un recién nacido, “sin usar”, y una cuna, “sin estrenar”. El tono al leerlo no dejaba lugar a dudas. Esa canastilla encerraba un drama.

"Se busca persona cariñosa"

En la primavera de 1938 comenzaron a aparecer en la prensa británica anuncios por palabras de padres en Viena tratando de enviar rápidamente a sus hijos al Reino Unido. Era un hecho sin precedentes, impensable apenas unos meses antes de la fusión de Austria y la Alemania nazi en una sola nación, el mes de marzo.  En el Manchester Guardian se publicó el 3 de agosto uno que decía: “Se busca persona cariñosa que quiera educar a un chico inteligente de 11 años vienés, de buena familia”. En la capital de los conciertos, los cafés y la tarta Sacher, el ambiente se había vuelto intimidante y siniestro. El chaval al que había que sacar de allí urgentemente se llamaba Robert Borger, uno de los muchos judíos amenazados por el ascenso del Reich. Habían comenzado las palizas en plena calle, las humillaciones públicas, la exclusión en las escuelas, el asalto a los negocios. Era imperioso poner a salvo a los menores de la creciente barbarie.  

Algunos de los anuncios clasificados de 'The Guardian' que sirvieron para salvar a niños judíos de la Alemania nazi.

Algunos de los anuncios clasificados de 'The Guardian' que sirvieron para salvar a niños judíos de la Alemania nazi. / El Periódico

Hace unos días, casi 83 años después, el hijo del pequeño Robert, el periodista Julian Borger, sacó a la luz aquel anuncio del que sería su progenitor, uno de los 60 de niños judíos de Viena que se publicaron en el diario que hoy es The Guardian, donde por azares de la vida él trabaja ahora. “Mirando en las paginas de anuncios clasificados del periódico se puede ver la ola de pánico agravándose. Antes de mayo de 1938 las únicas referencias sobre Viena eran de turismo y opera”.

Los anuncios clasificados del periódico denotan cómo la ola de pánico se agrava. Antes de mayo de 1938 las únicas referencias sobre Viena eran de turismo y opera

Borger echó mano del archivo del diario, que acaba de celebrar sus 200 años de existencia, y descubrió anuncios como el de Adolf Batcha, un comerciante que pedía una familia británica para su única hija, Gertrude, de 14 años.  “Bien educada, puede ayudar en las labores de la casa, habla alemán, francés y un poco de inglés”, además de tocar el piano. Una familia en Somerset la recibió, pero la adolescente jamás volvería a ver a sus padres. La Cruz Roja le comunicaría la muerte de ambos una vez concluida Segunda Guerra mundial.

"Padre en campo de concentración"

En los meses antes de que estallará el conflicto bélico, el Reino Unido puso en marcha Kindertransport, la operación de acogida de 10.000 de menores judíos, evacuados sin sus padres, desde Alemania, Polonia, Austria y Checoslovaquia. Los repartieron por hogares de acogida, refugios, granjas y escuelas. En muchos casos fueron los únicos miembros de sus familias que sobrevivieron al Holocausto.

The Guardian creó una nueva sección de anuncios para “refugiados”.  Borger se hace eco de un mensaje desesperado. “Padre en campo de concentración. Tres chicos de entre 8 y 12 años y tres chicas de entre 13 y 16 que deben marcharse de Alemania. ¿Hay alguien que pueda ayudar?”  No consta si hubo respuesta.

 El periodista ha investigado lo ocurrido con algunos de los niños en los anuncios y descubrió que la experiencia para muchos de ellos fue dura. No conocían la lengua, estaban en tierra extraña, separados de sus padres, traumatizados y temiendo lo que pudiera pasarle a la familia que habían dejado atrás. En numerosos casos el Reino Unido fue tan sólo una etapa para saltar a otro destino final. El más deseado era Estados Unidos.

"Una familia de buen corazón"

En el caso del padre de Borger, el chico fue acogido por una pareja de maestros de Gales, Nancy y Reg Bingley, y pudo crecer y educarse con ellos. La madre del muchacho, y abuela del periodista, también logró el visado para el Reino Unido, gracias a una oferta para trabajar como criada en Londres. Finalmente, su marido escapó a su vez y acabó como empleado en la fábrica británica de ropa interior de una familia alemana judía que contrataba refugiados.

 Borger entró en contacto con descendientes de aquellos menores y localizó al último niño sobreviviente de los anuncios del Guardian, pero llegó tarde. Había muerto en febrero. Sus padres habían pedido en 1938 “una familia de buen corazón” para él y su hermana Hella. La encontraron, y a ellos, como a otros, aquello les salvó la vida.   

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