Montse, Vicky, Miranda

Las actrices Vicky Peña (izquierda) y Montserrat Carulla flanquean a Miranda Gas, días antes del estreno de 'Els cors purs', en el teatro Romea.

Las actrices Vicky Peña (izquierda) y Montserrat Carulla flanquean a Miranda Gas, días antes del estreno de 'Els cors purs', en el teatro Romea.

POR
MARIO GAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Me piden que escriba acerca de estas tres mujeres a las que me siento tan unido y no es fácil. La cercanía y el cariño pueden nublar los intentos de objetividad. Pero al mismo tiempo, ellas mismas con su manera de ser y estar, me allanan el camino.

Qué decir que no se haya dicho ya de Montserrat Carulla. Desde que la vi descender por unas escaleras angostas del decorado de 'Fang', de Eduardo Criado, en el Romea, aquella 'noia twist' de larga y sensual cabellera rubia, quedó grabada en mi retina para siempre. Gran actriz, actriz de fuste y raza, reconocida y admirada no solo en Catalunya -me atrevería a afirmar que es una de las personas más queridas y respetadas-, sino por todos los amantes del teatro de las Españas, se trata con toda evidencia de 'una de las grandes'.

Con Montserrat he compartido escenario, plató... y he tenido el gran placer de dirigirla en varias ocasiones, entre ellas en su memorable encarnación de Mag Folan, la terrible madre de 'La reina de la belleza de Leenane', o Mrs. Armfeld en 'A Little Night Music', en la que interpretaba con maestría una dificilísima canción o la esplendida Sra. Conway... La Carulla no ha sido nunca una actriz fácil para los directores: mujer con criterio, fuerte de carácter y con opiniones bien fundadas, su paleta interpretativa concibe y concita todos los colores del arco iris. Su sensibilidad y capacidad para el juego escénico le han llevado a transitar las fronteras y el riesgo, siempre con enorme brillantez y talento.

Vicky Peña, con la que tantos caminos he recorrido -y lo que te rondaré morena-, es una extraordinaria actriz en un país de extraordinarias actrices. La veracidad que transmite a todos sus personajes es fruto de su extrema sensibilidad, versatilidad, potencia y precisión que no han hecho más que aumentar con el tiempo. En nuestra última incursión compartiendo escena a veces me quedaba fascinado como un espectador más: la hondura, fragilidad, disimulo y agudeza de su Mary Tyrone eran sobrecogedoras. Cuando al final de 'El largo viaje del día...' decía: "...luego sucedió algo... ¿qué era?... Ah, sí, ya me acuerdo ...me enamoré de James Tyrone... y fui feliz durante algún tiempo...", nos dejaba turbados en el escenario a Alberto Iglesias, Juan Díaz y a mí, de tal manera que entrábamos en la emoción y en el asombro sin posibilidad de escapatoria.

De la comicidad al drama, de la tragedia al musical (inolvidables Mrs. Lovett en 'Sweeney Todd', Miss Adelaida en 'Guys and Dolls', 'Follies'...Maureen Folan, la Homebody de 'Homebody/ Kaboul' y tantos otros rolescuya enumeración se haría interminable), su arco escénico es inabarcable. Seria en el trabajo, defensora ardiente del colectivo escénico, colaboradora y solidaria, nunca deja de estar dispuesta al continuo aprendizaje. Fue el gran Carlos Lucena quien primero me dijo cuando montábamos un texto del irlandés Synge y buscábamos protagonista femenina: "¡Cógela! Coge a Vicky. Tiene una fuerza brutal". No se equivocaba. Generosa y perfeccionista, Vicky siempre tiene algo nuevo que ofrecer.

Miranda, a quien su abuelo materno llamaba cariñosamente Mirinda (decía Felipe Peña: "Miranda con gas... ¡Mirinda!") ya a una edad muy temprana, cuando venían a ver los fines de semana 'El tiempo y los Conway', y mediado el tercer acto, solía decirle a su hermano, Orestes: "Se me ha metido algo en el ojo, voy al lavabo". Orestes sonreía para sus adentros, comprensivo. Sabía que cada sábado le ocurría lo mismo. La emoción podía con ella y se iba a soltar la lágrima donde no la vieran. Una vez dominada la emoción, volvía a ver el final de la función.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"En el tercer acto de 'El tiempo y los Conway',\u00a0","text":"En el tercer acto de 'El tiempo y los Conway',\u00a0Miranda le dec\u00eda a su hermano: \"Se me ha metido algo en el ojo, voy al lavabo\". \u00c9l sab\u00eda que iba a soltar la l\u00e1grima donde no la vieran"}}

Siempre he intentado seguir -sin molestar ni crear cargas paralizantes- las actitudes y aptitudes artísticas de mis hijos, y su madre también: Orestes y la música, así como la creación de bandas sonoras, y Miranda y el teatro y la música. Ella posee una voz preciosa y un gusto exquisito para utilizarla. Desde su debut teatral, y tras cantar cinco años con el grupo de música Xazzar, encamina su trabajo escénico con talento y sensibilidad. Va adentrándose en el mundo de la interpretación con gran rigor y pasión, absorbiendo experiencias.

Todo padre asiste a la actividad, en este caso de una hija actriz, con el nerviosismo propio del que quiere que salga todo bien. Asistí a una representación en la que Miranda actuaba. Lo mejor que puedo decir de aquella velada es que al cabo de unos minutos de entrar ella en escena, dejé de observarla como hija y empecé a disfrutarla como actriz.

Ellas son por supuesto Miranda Gas, Vicky Peña y Montserrat Carulla. Ahí es ná.

TEMAS