El Tourmalet
Aquella Vuelta de 1991
Hace 30 años, en la victoria de Mauri ante Induráin, la ronda española salió de Mérida con los equipos sin autocares, sin internet y sin teléfonos móviles
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
La Vuelta de 1991 fue la primera que este periodista siguió como enviado especial. Eran unos tiempos muy distintos a los actuales: no existían los teléfonos móviles, todavía se veían máquinas de escribir, apenas había autovías en muchas zonas de España y José María García era el segundo patrón de la carrera.
Fue Melcior Mauri el ganador, el corredor catalán que derrotó nada menos que a Miguel Induráin. Corría el más rápido en las contrarrelojes y el corredor navarro tuvo que cubrirse de paciencia para ganar un par de meses más tarde el primero de sus cinco Tours. En aquella época la ronda española se disputaba desde mediados de abril a principios de mayo y podían darse situaciones como la que ocurrió en 1991: cayó una tremenda nevada en los Pirineos y tuvo que suspenderse la etapa que salía de Andorra y acababa en Vielha, la principal de aquella edición.
Sin autobuses
Llegar a Mérida, la capital extremeña, era toda una odisea, aunque tampoco es que ahora haya mejorado mucho la situación. Ningún equipo utilizaba los autobuses. Los corredores se desplazaban a la salida en los coches auxiliares de sus equipos y esperaban el turno para partir sentados en los vehículos y con las piernas colgadas de las ventanillas. También se formaban auténticas tertulias, todos los ciclistas eran amigos hasta que se desenterraba el hacha y comenzaba el combate por la etapa.
Había casi más azafatas (nunca se supo realmente la función que realizaban) que ciclistas; demasiadas mujeres anuncios, algo que ya ha pasado a mejor vida en unos tiempos que afortunadamente cambian a mejor.
El espectáculo radiofónico
El espectáculo estaba en José María García. ¡Pobre del colaborador de su emisora que perdiera una entrevista con un protagonista del día! Eran tan largos los boletines horarios que prácticamente la etapa se retransmitía en directo desde el principio a fin. Y nadie quería perderse las broncas con José Ramón de la Morena y la competencia entre todas las cadenas radiofónicas que llenaban los cielos de la Vuelta de helicópteros tal cual estuvieran rodando la escena más famosa de 'Apocalipsis Now'.
A nadie se le había ocurrido todavía ofertar un apartamento con finalidad turística y los hospedajes rurales aún no estaban de moda, por lo que muchas noches había que dormir en modestísimos y viejos hoteles o en hostales de carretera. Por las ventanas de las habitaciones de los corredores colgaban las prendas de competición secándose. Hacían la colada todos los días en el baño porque tampoco se viajaba con camiones mecánicos con lavadoras. Hace 30 años todo era más rudimentario, pero también más cercano.
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