Comer por menos de 15 €

Menú del día: La Margui, eternamente el Clot

La familia Bachs regenta esta institución del barrio ubicada en el Orfeó Martinenc

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'Suquet' de escórpora del restaurante La Margui.

'Suquet' de escórpora del restaurante La Margui. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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No serán pocas -ni tampoco suficientes- las veces que ido a este lugar. Tantas que, al final, la familia Bachs, que regenta la casa desde 1968 y con quien mantengo una relación de amistad y vecindad hostelera, me ha llegado a preguntar si les tengo manía por no escribir sobre su menú. Tampoco son pocas las veces que me habré escapado de explicar que o bien (i) se me ha pasado o (ii) cuando he ido, he estado tan distraído que se me ha pasado documentar el momento. Así pues, sirva la presente crónica para redimir mis veniales pecados en esta señalada semana y poderos explicar qué sucede en La Margui.

La Margui

Avenida Meridiana, 97. Barcelona

Tf: 93.245.11.66

Precio: 15 €

Recuerdo disfrutar de mi primer menú del día en este lugar hacia 2016 cuando, tras abrir la Bodega Carol, acudíamos a su anterior ubicación, en Sèquia Comtal, 7, en la que se denominaba Ca La Margui (como mucha gente aún les conoce).

La sala del restaurante La Margui, en el Orfeó Martinenc.

La sala del restaurante La Margui, en el Orfeó Martinenc. / Alberto García Moyano

Desde entonces, todo ha cambiado y nada ha cambiado: tuvieron que abandonar forzadamente su local original, donde los padres de Jordi y Silvia abrieron hace más de cinco décadas; pero tras ese exilio forzado aterrizaron en el Orfeó Martinenc, institución del barrio del Clot que han contribuido a fortalecer, haciendo de esa esquina de la avenida Meridiana un fortín excepcional.

La barra del restaurante La Margui.

La barra del restaurante La Margui. / Alberto García Moyano

En esta última ocasión me citó mi buen amigo y colega profesional Sergi, habitual de la casa y uno de los -silenciosos- pilares que sostienen el comercio local del barrio. Puntual él como siempre, me esperaba menú en mano, pues él ya lo tenía claro. A mí me costó algo decidirme porque en esta casa lo de tropezar y caer es harto complicado, así que me decanté por ser práctico. 

Alcachofas al horno

Cada año me pasa que me cuesta muchísimo despedirme (tanto como me alegro de que vuelva) de un producto como la alcachofa, así que, ofreciéndose alcachofas al horno de primero, 'avanti'. Bien tostadas por fuera (es la clave) y bien jugosas por dentro, acompañadas de una abundante salsa romesco, de la que nunca tengo suficiente porque las debilidades son las que son. Pelar las hojas una a una, saboreándolas, fue una buena despedida de temporada de esta joya cultivada.

Alcachofas al horno del restaurante La Margui.

Alcachofas al horno del restaurante La Margui. / Alberto García Moyano

Pero lo que menos mal que me pilló sentado fue el segundo. Estaba ojiplático cuando lo leí en el menú, porque un 'suquet' de escórpora no es algo habitual en un menú por una evidente cuestión de escandallo y tenía que transmutarme en Santo Tomás para meter el dedo en la llaga y comprobar que se había obrado un milagro. Un hermoso lomo del pescado que da nombre al plato, abundante patata al horno que no cedió consistencia pese a sumergirse en salsa y dos gambas.

Conejos de la chistera

Si te lo encuentras a la carta en cualquier parte, prepárate a aflojar la cartera. No os esperéis que siempre sean estos los segundos platos pero, en La Margui, a menudo se sacan estos conejos de la chistera para cuidar a la numerosa parroquia que diariamente acude a esta veterana casa.

Profiteroles del restaurante La Margui.

Profiteroles del restaurante La Margui. / Alberto García Moyano

De remate, un conocidísimo de estas líneas. No es el flan sino los profiteroles, porque había mono de nata y chocolate y aquí hemos venido a jugar y poder disfrutar de una sobremesa con gente que permite que el Clot siga siendo un barrio con todas sus letras.

Hay relevo

Para el remate de la jugada, una magnífica noticia que nunca está de más dar: si echamos cuentas, podemos deducir que un negocio que se acerca ya a su sexta década en funcionamiento podría estar en peligro por falta de relevo. Pero sucede que -cruzo los dedos mientras escribo- hay relevo: una nueva generación en la familia está dispuesta a seguir con el negocio y que La Margui siga siendo un puntal imprescindible en el barrio.

¿Es mucho trabajo? Desde luego sí. ¿Es una importante responsabilidad? Ni que decir que también. Pero para eso debemos corresponderles, porque las instituciones merecen apoyo.

¡Siempre (Ca) La Margui, caray!