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Pau Arenós

Pau Arenós

Coordinador del canal Cata Mayor

Que vivan los fritos (ahora que no mira tu médico)

Las freidoras sin aceite han aparecido cargadas de moralidad. Llenan de ruidos e inconvenientes –por su tamaño– las encimeras porque queremos creer en los milagros

Escalopa de ternera

Escalopa de ternera / Pau Arenós

Que te prohíban los fritos quizá te alargue la vida pero a lo mejor te quita motivos para vivir.

Es una exageración, por supuesto, pero ¿qué sería de la gastronomía sin la exageración, sin el exceso, sin la hipérbole, sin la grandilocuencia, sin el sujétame-el-cubata? Ya no quedan héroes pero sí exaltados.

Las freidoras sin aceite han aparecido cargadas de moralidad. Llenan de ruidos e inconvenientes –por su tamaño– las encimeras porque queremos creer en los milagros: que al usarlas estaremos libres de pecado y grasas.

Imagino su futuro junto a otros electrodomésticos que llegaron para salvarnos y que hemos premiado con el olvido, como las panificadoras.

La gente las adquiere o las regala como si se tratara de un atajo para sortear lo prohibido. Fue un éxito de las Navidades pasadas y, en este octubre tropical, ya anuncio que lo será de las próximas.

Por más que el ‘lobby’ de las ‘air fryer’ lo afirme, sus patatas fritas no son exactamente patatas fritas, como los quesos de tofu no son quesos ni las hamburguesas vegetales son hamburguesas.

Ficciones, sí. Ilusiones, puede. Frustraciones, absolutamente. Yo regalé la mía, invasora en estos momentos de una cocina ajena.

[Aquí, cómo preparar las mejores patatas fritas]

En Lombo me ofrecieron terminar de una forma inmoral después de tres platos de pasta: con una escalopa de ternera. Si tengo que elegir alguna forma del oro, que sea la del rebozado.

La medí por fetichismo: 23 centímetros de carne enmoquetada, delgada, restallante, con cristales de sal. Solo con ver la sábana, quise taparme con ella.

[Aquí, una carne rebozada de tamaño XXL]

Vivan los fritos: y esto lo digo con la boca pequeña después de unos decepcionantes análisis.

La chicha empanada apareció con un cuenco de patatas fritas y no es que viera a Dios, porque Dios está con los fabricantes de ‘air fryer’, pero me hicieron asomar al paraíso.

Pensé en repetir pero lo desestimé con la idea de vivir unos años más. Todo sea por hacer feliz al médico.

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