Cata Menor

El tractor, el consumidor y el tendero, por Pau Arenós

La ‘tractorada’ da apariencia de comunidad compacta y cada tractor es un mundo

¿Qué pasa con los agricultores en España? Los motivos de las protestas

Radiografía del campo en España en 23 gráficos

Cortes de carreteras y tractores.

Cortes de carreteras y tractores.

Pau Arenós

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Los tractores no son animales mitológicos, sino roturadores de la actualidad. Los payeses han salido de las tierras para recordarnos, sobre el asfalto, que existen y que las alcachofas provienen de sus cultivos, del frío, los madrugones y las manos rotas, y no de las asépticas estanterías del hipermercado y las refinadas estrategias para capturar clientes.

Hemos perdido la conexión con el pasado rural –todos descendemos de la agricultura– y vivimos ajenos a las penurias de los que habitan más allá de las fronteras de las ciudades.

El campo es ese lugar que no es nuestro lugar, acaso lo imaginamos como jardín. ¿Heladas, sequía, pedrisco, precios bajos –bajísimos–, deserción de la juventud de lo agrario, papeleo abrumador, competencia desleal de países terceros? No sabemos nada. Despegados de los ciclos naturales, lo queremos todo en cualquier momento, y barato.

El movimiento es justo y el enemigo principal, a mi entender, es la distribución, que cobra por intermediar unas cifras de abuso. El cliente paga lo mismo: el asunto es que el dinero llegue a los bolsillos del sector primario.

Movimiento heterogéneo, la ultraderecha pugna por colarse en busca de la capitalización del voto del malestar: se mezclan demasiados y diferentes intereses.

Dudo de que los agricultores que defienden lo ecológico y lo biodinámico, por ejemplo, estén en contra de revertir la agenda 2030, de revisar las leyes de bienestar animal o de limitar las ambientales. ¿Piden lo mismo los que manejan pequeñas hectáreas y granjas o los que las multiplican por mucho?

La ‘tractorada’ da apariencia de comunidad compacta y cada tractor es un mundo. Han conseguido ser visibles y que las reivindicaciones se sienten en la mesa.

Los aplausos serán amargos cuando los cortes lleguen como rutina.

Más que la simpleza de golpear las dos manos en un gesto fútil, la realidad y el ejercicio necesario de comprar allí donde se respete la temporalidad, la proximidad y el precio justo (por parte de todos: pagar bien a los temporeros, dar buenas condiciones laborales). Y que acceder a esos lugares no requiera de militancia sino de normalidad. Que los tenderos también tomen conciencia.

La romantización del tractor sin una mirada crítica, y cómplice a la vez, solo servirá para aplazar lo que es inaplazable. La respuesta a las demandas es ahora.

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