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Ruido y caos: así son los restaurantes para las personas con problemas de audición

Muchos establecimientos son territorio complicado para todos aquellos con problemas auditivos

El gustazo de comer sin ruido

Así de difícil es comer en un restaurante para alguien en silla de ruedas

Las personas con dificultades auditivas lo tienen difícil en los restaurantes.

Las personas con dificultades auditivas lo tienen difícil en los restaurantes. / FREEPIK

Javier Sánchez

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Cuando pensamos en personas con problemas auditivos, siempre nos imaginamos a personas con una sordera total comunicándose entre ellos vía lengua de signos. Nada más lejos de la realidad, la encuesta EDAD 2020 del Instituto Nacional de Estadística revela que en España hay 1.230.000 personas con problemas auditivos pero solo 27.300 usan la lengua de signos. “La sociedad no ve a la inmensa mayoría con problemas auditivos”, explica Ricard López, presidente de FESOGUE, (Federación Española de Sordoceguera).

Los restaurantes actuales, auténticos guirigays en los que se juntan ruido de platos, música a todo trapo y conversaciones a voz en grito, son territorio complicado para todos aquellos con problemas de audición. Ojo, porque estamos hablando de un 70% de la población actual según datos aportados por María José Montera, presidenta de XOGA (Organización de Diversidad Sensorial de Galicia). No nos referimos solamente a personas mayores sino que en este colectivo caben también (cada vez más) los jóvenes.

Uno de los mayores problemas son los materiales que se usan en los restaurantes. “Lo que parece madera suele ser plástico y lo que parece ladrillo suele ser plástico también. Esto supone un rebote del sonido bestial que complica mucho la comunicación de las personas con pérdida de audición”, cuenta López. La solución, en este caso, pasaría por poner madera -real- y materiales textiles para paliar esa ceremonia de la confusión. “Muchos de los restaurantes actuales favorecen el eco para que la música se escuche mejor. Sin embargo, lo que necesita una persona con problemas auditivos es que haya vibración. Por eso, los materiales son importantes”, añade Montera.

La pandemia trajo consigo la expansión de las terrazas, esos espacios en los que era posible esquivar al virus. “Lo que no se hizo fue pensar en las personas con dificultades auditivas. Muchas de ellas están situadas en zonas ruidosas, al lado de una acera o directamente al lado de la calzada”, comenta López.

La ubicación de la mesa, clave

Más trabas: la situación del comensal dentro del restaurante. López propone habilitar una zona para las personas que lo necesiten alejada de todo aquello que pueda suponer una fuente de contaminación acústica: la cafetera, los lavabos, la cocina… “Hay que recordar que para una persona que no oye bien hasta un ‘¡oído cocina!’ a voz en grito puede suponer un problema gordo. Todo eso se cuela a través de un audífono y supone algo insoportable”. Estas personas, además, comienzan la jornada distinguiendo más o menos bien los sonidos dependiendo del grado de sordera pero, “a medida que avanza el día, se van cansando y cada vez escuchan peor”. Es decir, que las cenas son aún más problemáticas que los almuerzos.

Montera señala que una solución podría ser habilitar bucles magnéticos, unos aparatos que facilitan que las personas con problemas auditivos puedan recibir los sonidos de manera clara. “Es curioso porque en restaurantes podrían ser una gran solución y, sin embargo, se han instalado en taxis -en Madrid, por ejemplo- cuando en ese entorno no son necesarios ya que ahí solo hay conversación entre dos personas. Sin embargo, en un restaurante, donde hay tantos sonidos, serían muy útiles”.

El Café de los Signos, el pionero que cerró

Más ‘sencilla’ resultaría la adecuación a las personas con sordera total. Que alguien del servicio supiera lengua de signos podría ayudar a derribar la barrera comunicativa. Sin embargo, la realidad es que encontrar a un camarero o jefe de sala que sepa signar es una utopía.

Iniciativas pioneras como El Café de los Signos, abierto en 2007 en Madrid y que en su momento fue el primer establecimiento de España (y el segundo de Europa) dedicado a personas sordas, está cerrado. “En España no hay iniciativas similares. Sí las podemos encontrar en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, Starbucks sí lo ha puesto en marcha en determinados establecimientos”, señala Montera.

No solo sordera

En la mayor parte de las ocasiones, los problemas de sordera no vienen solos. “La gran mayoría de personas de pérdida auditiva ven afectada también su visión”, explica Montera. Esto complica sobremanera la integración en un restaurante porque, además de lo que ya se ha comentado, aparecen cuestiones relacionadas con la falta (o exceso) de iluminación, la legibilidad de las cartas y demás problemas a los que se enfrentan las personas con algún tipo de deficiencia visual.

Otro dato relevante: de esas 1.230.000 personas con problemas auditivos que se mencionaba, unas 240.000 son sordociegas, un colectivo para el que las situaciones problemáticas en el mundo de la hostelería se multiplican. “Hay que tener en cuenta que, en este caso, decisiones relativas a diseño pueden suponer un problema importante para ellos. Hace poco me llegó el caso de una persona sordociega que no pudo acceder a un local por un problema con la colocación del pomo de la puerta, que estaba situado a una altura poco habitual”, cuenta Montera.

En este caso, Starbucks vuelve a darnos una lección: en una publicación reciente en Instagram cuentan como una de sus empleadas recibió a un cliente sordociego tocándole en el hombro (en lugar de decirle "hola") y guiándolo al mostrador, donde le ayudó con su pedido. Gestos (nunca mejor dicho) que cambian todo.