SAN VALENTÍN

"Querer asegurar el amor es matarlo"

Una relación sana debe ser igualitaria y potenciar nuestra individualidad

Disputa entre los miembros de una pareja

Disputa entre los miembros de una pareja

ALBERTO GONZÁLEZ / Barcelona

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Si somos de los que, una vez tras otra, sucumbimos a relaciones amorosas dañinas o si, tras cada ruptura sentimental, nos sobreviene una profunda amargura, posiblemente respondamos a un patrón de dependencia emocional. Pero afortunadamente, esto tiene solución: Para aprender a amar más y mejor, en el 2012 se puso en marcha GAEDE, un espacio abierto de educación afectiva que semanalmente reúne a 20 o 25 personas en el Ateneu l’Harmonia de Barcelona. Con formación en psicología analítica, mediación comunitaria e integración social, Sergi Ferré es su terapeuta. Y sabe de buena tinta qué es eso de la dependencia emocional, porque en su día la vivió en primera persona: “La primera relación sentimental es como una película de Disney, un subidón impresionante. Cumple una función casi redentora, haciéndote creer que, por fin, tu vida cobra sentido. Pero si la relación se rompe, es terrible. Entonces sientes la necesidad de revivir esa experiencia romántica a toda costa, lo que te lleva a hacer muchas concesiones y conformarte con (casi) cualquier cosa”.

Asimismo –apunta Ferré– se atisba una configuración de dependencia emocional cuando, en la búsqueda de pareja, el otro se convierte en “presa o trofeo, una prueba de que somos perfectamente válidos –tanto o más que los demás– para tener una relación”.

Al final, el patrón de dependencia emocional esconde tras de sí “una visión calculadora, controladora y manipuladora del amor, entendiéndolo como un pastel del que tanto ofrezco; tanto recibo”, desarrolla el experto. “Pero ese control –que no es más que una búsqueda de poder– es todo lo contrario al amor”, argumenta.

FRACASOS Y ACIERTOS

“Existe la falsa creencia de que las relaciones románticas son la panacea: Nos engañamos pensando que nada puede salir mal si vivimos en un estado tal de iluminación, de seres escogidos por el amor”. Pero según Ferré, esa convicción lleva implícita, en sí misma, la idea de fracaso, “porque estamos renunciando a nuestra propia individualidad y responsabilizando al otro de nuestra felicidad. Y querer asegurar el amor es matarlo”.

GAEDE ofrece un espacio abierto para la educación afectiva

Por el contrario, “estaremos en una relación sana cuando aceptemos al otro en su totalidad, con todo el sufrimiento que arrastra del pasado, con su capacidad de cambio y desarrollo”. Una relación funcional –prosigue Ferré– debería servirnos para encontrarnos y reconocernos a nosotros mismos, contactar con nuestra sensibilidad, nuestras ilusiones, vulnerabilidad, frustración, limitaciones, capacidades y necesidades. “Porque, ¿qué espacio puede haber mejor que una relación sentimental para explorar todos esos sentimientos?”, se pregunta.

Según el terapeuta, es “en la medida en que se da toda esa diversidad sentimental que la persona se puede sentir realizada. Porque la felicidad es ser libre para ser uno mismo en toda su complejidad y no limitarnos a encajar en las expectativas”.