El suburbano

Un siglo del accidente más grave de las obras del metro de Barcelona: 11 obreros muertos en la construcción del Transversal

Un dictamen técnico estableció menos de 15 días después que no existía “culpa ni imprudencia por parte de persona determinada” por el derrumbe del 12 de abril de 1924

Noticias del metro de Barcelona

Obreros de la construcción de la línea Transversal del metro de Barcelona a principios de los años 20

Obreros de la construcción de la línea Transversal del metro de Barcelona a principios de los años 20

Toni Sust

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La semana que viene se cumplirán 100 años del accidente mortal más grave registrado en las obras del metro en Barcelona. Tuvo lugar el 12 de abril de 1924: 11 obreros quedaron mortalmente sepultados por un derrumbe cuando participaban, a pico y pala, de la construcción, entre la plaza de Catalunya y la Bordeta, de la línea Transversal del Metropolitano, la actual L1. Nueve heridos leves sobrevivieron. El suelo se vino abajo a las 4.10h de la madrugada, los trabajos no se detenían por la noche. Era un sábado.

Las obras habían empezado oficialmente el 8 de junio de 1922, cuando el rey Alfonso XIII recogió un poco de tierra con una pala en la Gran Via de les Corts Catalanes, delante de la entonces plaza de toros de las Arenas. La línea fue finalmente inaugurada el 10 de junio de 1926, el día en que murió Antoni Gaudí.

Zona del derrumbe de la línea Transversal del metro de Barcelona el 12 de abril de 1924

Zona del derrumbe de la línea Transversal del metro de Barcelona el 12 de abril de 1924 / .

Gran Via con Villarroel

El derrumbe afectó a una superficie de cerca de 50 metros cuadrados y se produjo al hundirse los muros laterales de un espacio excavado en la Gran Via a la altura de la calle de Villarroel. Ninguna placa lo recuerda. Los fallecidos: Juan Demetrio, Tomás Trebanes, Segundo Laguarda, Fermín Oller, Diego Delgado, José Rivas, José Gil, Mariano Gil, José Codina, José Almazán y Manuel Fernández López. Todos fueron enterrados el 16 de abril en el Cementerio de Montjuïc menos Fernández, cuyos restos fueron reclamados por la familia.

Primero se dio la cifra de cuatro muertos. El domingo ya se habían encontrado los 11 cuerpos, que fueron retirados por un pozo de obras de la calle de Viladomat que hoy sigue abierto como punto de ventilación. Los fallecidos fueron llevados al Hospital Clínic, donde dos médicos, los doctores Bravo y Martínez, hicieron sus autopsias, según publicó el lunes ‘La Veu de Catalunya’, que también señaló que en el momento del accidente cinco víctimas estaban debajo de la tierra que se vino abajo, y cinco encima: cuatro alrededor de una hoguera y uno en la “máquina de hacer hormigón”. El diario también relataba que el juez pidió a la “Associació d’arquitectes” un informe técnico sobre las causas de lo sucedido. El encargo recayó en Xavier Felip Solà y Xavier Turull Ventosa.

Punto de la parada de metro de Urgell donde se produjo el derrumbe mortal hace un siglo.

Punto de la parada de metro de Urgell donde se produjo el derrumbe mortal hace un siglo. / Marc Asensio Clupes

Amago de huelga

El diario ‘El Diluvio’ abordó el hundimiento en su edición del domingo. Tras 16 páginas de anuncios de remedios contra la calvicie, la sífilis, la impotencia y el reuma, y publicidad de ropa, gramófonos, coches, teatro, cine, fútbol y toros, el diario titulaba en la 17: ‘Hundimiento en el Metropolitano Transversal’.

El texto informa de los hechos cuando solo se conocía la muerte de cuatro de los obreros. Y citaba a los heridos que fueron atendidos en un consultorio de la calle de Sepúlveda con todos los detalles disponibles: “José Alba López, de 20 años, domiciliado en la calle de Escudellers, 34, principal, quien presentaba heridas contusas de pronóstico reservado en diversas partes del cuerpo”. De los fallecidos no aparecían datos.

Las causas

Aunque tan solo habían pasado unas horas, ‘El Diluvio’ ya apuntaba entre las posibles causas de lo sucedido algo que se parecía bastante a lo que días después se dio por bueno como conclusión del asunto: “Nos dijeron primero que obedecía a un reblandecimiento de tierras originado por la probable ruptura de la cañería. Más tal opinión luego no se ha visto confirmada por los técnicos. Parece ser que lo que ha originado el hundimiento ha sido la impericia y un defecto de construcción”. Es decir, que la culpa era de los obreros.

Algunos de los empleados intentaron organizar “un paro en el trabajo en señal de duelo”, y la policía actuó rápidamente para evitarlo, reseñó ‘El Diluvio’ de una forma particular: “El señor Malillos (jefe de la policía) inmediatamente dio órdenes para que fuera garantizada la libertad de los que tan humanitariamente contribuían con sus esfuerzos al salvamento de las víctimas y se evitaran coacciones”.

Punto de ventilación donde estaba el pozo de obras por donde se sacaron a los 11 muertos en el derrumbe.

Punto de ventilación donde estaba el pozo de obras por donde se sacaron a los 11 muertos en el derrumbe. / Marc Asensio Clupes

Inmigrantes de condición humilde

Pero el diario también exigía “responsabilidades” por lo sucedido y citaba un texto de ‘El Noticiero Universal’ del día antes sobre el derrumbe en el que este recordaba que ya hubo problemas en las obras del metro en la calle de Salmerón (hoy Major de Gràcia). “Que se garantice las vidas de las pobres gentes que han de trabajar en estas obras”, exigía ‘El Noticiero’. El perfil de los empleados de la construcción del metro era, en su inmensa mayoría, el de inmigrantes de condición humilde que trabajan en condiciones muy duras.

‘La Veu de Catalunya’ incorporó a su noticia del lunes una carta al director del gerente de Ferrocarril Metropolità de Barcelona, responsable de las obras del metro, entonces de capital privado -en 1928 pasó a depender del ayuntamiento-. El gerente, que firmaba O. Viñas, calificaba el siniestro de “puramente fortuito”.

El dictamen técnico

El 25 de abril, 13 días después del derrumbe, ‘La Vanguardia’ informó de que los encargados del dictamen técnico sobre sus causas, los citados Xavier Felip Solà y Xavier Turull Ventosa, lo entregaron en el juzgado. Conclusión: “No hubo culpa ni imprudencia por parte de persona determinada”. Segunda conclusión: bueno, la culpa es de los obreros. Porque el dictamen señalaba tres posibles causas de la tragedia: “Una defectuosa entibación atribuible a la mano de obra, calidad deleznable del terreno y proximidad de una cloaca abandonada, cuyas paredes ofrecían menos resistencia de la que se supuso al plantear la obra”.

El artículo señalaba que todos los heridos evolucionaban hacia su total recuperación y daba cuenta de los donativos reunidos para los familiares de los muertos: “De los empleados de la casa Riva y García, 51 pesetas; de don Antonio Figueras, 100; de don Carlos Wertheim, 100; de doña Amelia de Monasterio, 50, y de don Ramon Armenter, 10”. Además, los hermanos Masriera y Joaquín Carreras aportaron otras 150 pesetas, y todo indica que se pasó página al asunto.

Los 11 muertos quedaron prácticamente en el olvido, excepto en el caso de algunos conocedores del metro, como Manuel Marina, guía turistico y activista y conocedor del transporte ferroviario, que les dedicó, citándolos uno a uno, el trabajo final de la carrera de Turismo, sobre el suburbano barcelonés.

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