Belleza

Los centros de estética ganan terreno en Barcelona mientras las peluquerías tradicionales luchan por sobrevivir

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Realización de un tratamiento facial de belleza en el Centre d'Estètica Avançada Yolanda López de Barcelona

Realización de un tratamiento facial de belleza en el Centre d'Estètica Avançada Yolanda López de Barcelona / Marc Asensio

Gisela Macedo

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Tratamientos antienvejecimiento, reductores, reafirmantes, manicuras... En los últimos años, los procedimientos estéticos han adquirido una mayor normalización y están cada vez más demandados, también entre el público joven. A pesar de las restricciones de la pandemia, que en su momento hizo temer por el cierre de muchos negocios, los salones de belleza han salido reforzados. En Barcelona, la presencia de estos establecimientos se incrementó un 6,5% entre el 2019 y el 2022, según datos del censo comercial del Ayuntamiento de Barcelona.

“Al abrir después del confinamiento, los centros de estética notamos mucha más demanda, sobre todo en cuanto a tratamientos corporales de adelgazamiento”, cuenta Silvia Giralt, presidenta del Gremi d'Estètica de Catalunya.

Después de este primer ‘boom’, la tendencia a visitar los salones de belleza se ha mantenido. “Se ha cogido mucha más conciencia de cuidarse a uno mismo”, añade Giralt. En la misma línea, Yolanda López, vicepresidenta del gremio y propietaria de un centro de estética de la capital catalana, explica que, si bien antes tenían mayor demanda de tratamientos -especialmente corporales- en verano, ahora “hay más mantenimiento” a lo largo del año.

Preparación de una camilla antes de realizar un tratamiento de belleza en el Centre d'Estètica Avançada Yolanda López

Preparación de una camilla antes de realizar un tratamiento de belleza en el Centre d'Estètica Avançada Yolanda López / Marc Asensio

Yolanda López, vicepresidenta del Gremi d'Estètica y propietaria del Centre d'Estètica Avançada Yolanda López

Yolanda López, vicepresidenta del Gremi d'Estètica y propietaria del Centre d'Estètica Avançada Yolanda López / Marc Asensio

Preocupa sobre todo el envejecimiento. Se hacen muchos tratamientos para reafirmar la piel, para las arrugas, y también para el sobrepeso. Con el estrés con el que vivimos, no se descansa bien y eso se nota en una piel más apagada”, dice Giralt.

“Desde la pandemia, también hemos notado más atención al contorno de los ojos. Con el uso de mascarillas, ahora las clientas se fijan más en las bolsas y arrugas de esta zona”, añade M. Àngels Foronda, dueña de otro salón de la capital catalana.

En el sector también destaca la creciente moda de hincharse los labios con ácido hialurónico, así como con bótox. Dos intervenciones de medicina estética con efecto inmediato en las que las nuevas generaciones se inician cada vez antes antes, y que son muy demandadas en los centros que cuentan con personal médico.

La fiebre de las uñas

Asimismo, desde el Gremi d’Estètica de Catalunya atribuyen el aumento del número de centros de belleza en Barcelona a la apertura de numerosos salones de manicura; un incremento protagonizado mayoritariamente por franquicias -como 'Hello Nails'-, así como por personas de procedencia asiática que han optado por este negocio.

El culto a las uñas ya no es una moda: ha llegado para quedarse. Antes, solo veíamos manicuras en mujeres de alto nivel adquisitivo, o en eventos como bodas. Ahora se las hace todo el mundo. Las chicas acuden a los salones de uñas desde jovencitas", explica la presidenta del gremio, quien augura que el crecimiento continuará: "Hay muchos salones de uñas, y abrirán más. Son negocios que requieren una menor inversión comparado con otro tipo de centro de estética", explica.

Centre d'Estètica M.A. de Barcelona, cuya propietaria es M. Àngels Foronda.

Centre d'Estètica M.A. de Barcelona, cuya propietaria es M. Àngels Foronda. / Marc Asensio

Manicura en el Centre d'Estètica M.A. de Barcelona, cuya propietaria es M. Àngels Foronda.

Manicura en el Centre d'Estètica M.A. de Barcelona, cuya propietaria es M. Àngels Foronda. / Marc Asensio

Crisis en las peluquerías tradicionales

Las nuevas generaciones cada vez demandan más los servicios estéticos, empujadas por el deseo de encajar dentro de los estándares de belleza que a diario les recuerdan las redes sociales. Sin embargo, este crecimiento contrasta con la disminución en el consumo de otro servicio fundamental para la imagen personal: las peluquerías, especialmente entre el público sénior.

Entre el 2019 y el 2022, Barcelona perdió un 1,6% de las peluquerías a pie de calle. Una cifra que pasa desapercibida a primera vista, pero que detrás esconde la crisis que atraviesa la forma tradicional de este negocio. Fuentes del sector aseguran que en los últimos años muchas peluquerías “de toda la vida” han cerrado, y que en su lugar han abierto otras nuevas, pero distintas: con un modelo ‘low cost’ y “menos profesional”. Por otro lado, de las que han continuado abiertas, muchas han tenido que despedir personal para sobrevivir, debido a una bajada de la clientela fiel y a los caros precios de los alquileres de los locales en la capital catalana.

Carlos Duran en su peluquería de Nou Barris

Carlos Duran en su peluquería de Nou Barris / Elisenda Pons

Las peluquerías están sufriendo la pérdida de un perfil de cliente clave para subsistir: la clásica señora que va a teñirse y peinarse regularmente. “Muchas mujeres han dejado de venir a teñirse. En la cuarentena se las apañaron solas en casa y, desde entonces, muchas ya se arreglan ellas. Otras, directamente decidieron dejarse el pelo blanco”, comenta Antonio Arjona, presidente del Gremio de Peluqueros de Barcelona

“El tinte es un servicio por el que las señoras venían cada tres o cuatro semanas y se ha notado mucho la bajada. También cada vez son más las que vienen a cortarse el pelo y no se lo secan, porque vale más dinero e intentan ahorrar. El servicio de peinado también se está perdiendo, incluso para bodas, bautizos y comuniones; porque hay menos y son más informales. Ya no se lleva ese arreglo que se hacía tradicionalmente”, añade Arjona. 

Carlos Duran en su peluquería de Nou Barris

Carlos Duran en su peluquería de Nou Barris / Elisenda Pons

“Todo ha bajado muchísimo", asevera también Carlos Duran, dueño de una peluquería en Nou Barris. “En las calles también ves muchas más señoras con raíces, porque intentan 'estirar' y que les salga más económico. Algunas tienen que ayudar a sus familias”, añade el peluquero, quien llegó a tener a cuatro trabajadores contratados en su negocio y actualmente trabaja solo

Sobre las nuevas peluquerías que han abierto últimamente en la ciudad, los peluqueros tradicionales lamentan que “no son muy profesionales”: “Se está perdiendo la profesionalidad del peluquero. Hay gente que sabe cortar a máquina, pero no con tijeras. No están preparados”, expresa Duran. Sus nuevos competidores 'low cost' llegan a cortar el pelo “por cinco o seis euros”, unos precios con los que es muy complicaod competir. "No creo que les salga a cuenta. Teniendo en cuenta las medidas de higiene que tienes que tener, el pago del alquiler, los gastos de la peluquería, la cuota de autónomos… No sé cómo se lo montan”, manifiesta el estilista.