Tecnología y presión estética

Del ácido hialurónico a extirpar la grasa bucal: las operaciones estéticas que impulsan las pantallas

La proliferación de herramientas de edición de imagen de inteligencia artificial amenaza con instaurar ideales de belleza aún más irreales, lo que impacta en la salud mental de las adolescentes

Una joven se somete a una intervención estética

Una joven se somete a una intervención estética / 123RF

Carles Planas Bou

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¿Debería gustarme mi nariz chata en forma de pera si tengo un filtro en TikTok que la hace menos prominente? ¿Por qué conformarme con unos ojos caídos si tengo una aplicación que me los perfila? Construir nuestra identidad a través de las pantallas es una realidad. Desde hace años, la mente colmena que es internet ha dado forma a nuevas tendencias estéticas que han influido en las aspiraciones de belleza de personas de todo el mundo, acelerando a un ritmo frenético los posibles efectos negativos que esos cánones pueden tener sobre nuestra salud física y mental.

Los ideales de belleza siempre han llevado a la gente a sentirse decepcionada con su apariencia. Sin embargo, la reciente proliferación de herramientas de edición de imagen impulsadas por la inteligencia artificial (IA) amenaza con ensanchar la desconexión entre nuestro yo real y el ideal establecido. “La capacidad de modificar tu cara en la pantalla te puede hacer pensar que podrás ser esa versión editada de ti y ese deseo irreal te puede llevar a no aceptarte tal como eres”, explica a EL PERIÓDICO la psicóloga Meritxell Balmes, especializada en moda e imagen.

Los expertos llevan años advirtiendo que, convertido en una obsesión, el culto a lo superficial que propulsan las redes sociales amenaza la autoestima de los usuarios, muchos de ellos muy jóvenes y en edades vulnerables. Los ideales de apariencia poco realistas como la cara cíborg -que adopta rasgos mecánicos sobre los biología humana- pueden desembocar en crisis de ansiedad, trastornos alimentarios o falta de confianza en uno mismo. Además, esos ideales homogenizan la apariencia bajo unos únicos patrones, una tendencia “muy peligrosa porque nos lleva a negar la diferencia”, añade Balmes, lo que a su vez retroalimenta esos problemas emocionales y de conducta.

Crecen los retoques estéticos

La decepción producida por la disonancia cognitiva entre la percepción de tu rostro-pantalla y tu realidad imperfecta puede traducirse en visitas a las clínicas de cirugía plástica. Retoques faciales como hincharse los labios con ácido hialurónico han dejado de ser exclusivos para celebridades y se han colado en bares, gimnasios y festivales de música. Otra tendencia en boga es la extracción de la grasa bucal, que lima las mejillas y afila la cara para acercarse a ese ideal robótico.

Si bien no son la norma, este tipo de operaciones no paran de crecer, alimentando el negocio de la industria de la medicina y la cirugía estética. Se prevé que el mercado mundial de ese sector alcance los 39.100 millones de dólares en 2030, un salto de gigante desde los 13.900 millones registrados en 2021. "Si cada vez es más fácil modificarte la cara y cada vez más gente la tiene igual, también habrá cada vez más presión social para no salirse de la moda”, explica la comunicadora cultural Ofèlia Carbonell. “Es un círculo que nos condena”.

En casos más extremos y marginales, el ideal de belleza cíborg ha sido adoptado de forma literal en intervenciones invasivas para implantar dispositivos electrónicos en el cuerpo humano. Pero eso es ya otro artículo.