Más inspecciones

Los locales de degustación, en el punto de mira de panaderos y restauradores de Barcelona

Los dos gremios, desde perspectivas opuestas, reclaman más control municipal de las infracciones

La proliferación de cafeterías-panadería resurge en BCN tras la pandemia

El Eixample copa casi un tercio del 'boom' de panaderías-cafetería en BCN

Una panadería-cafetería de Barcelona.

Una panadería-cafetería de Barcelona. / MANU MITRU

Meritxell M. Pauné

Meritxell M. Pauné

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Panaderos y restauradores de Barcelona recelan de las panaderías-degustación, un tipo de negocio controvertido que ha proliferado en los últimos años en la ciudad, en especial en el Eixample. Sin ir de la mano y con algún que otro reproche cruzado, ambos gremios critican que estas franquicias y cadenas les hacen competencia desleal.

Los restauradores hace tiempo que tienen en el punto de mira este modelo comercial híbrido, porque consideran que se aprovecha de una grieta legal para operar como cafeterías encubiertas y pagar menos a los empleados. Los artesanos del pan compartieron hace una semana en un comunicado la preocupación por estos negocios, aunque desde la perspectiva opuesta: bares que hacen competencia desleal a los obradores de pan.

Advirtieron que muchos ya solo tienen licencia de bar, no de venta de pan, y que la apariencia de panadería perjudica a su oficio. Además, lamentaban "ataques generalizados" a todo el sector del pan y recordaron que Catalunya reguló la degustación hace ya 30 años y Barcelona amplió sus márgenes hace más de una década, cuando el actual director de los restauradores, Roger Pallarols, era concejal del PSC en el consistorio.

Este miércoles los restauradores recogen el guante a su manera, y celebran que los panaderos se sumen a la reivindicación de "poner orden" en los negocios híbridos. "Valoramos la rectificación de los panaderos. Estas franquicias han fagocitado el oficio tradicional y ahora los panaderos de toda la vida se quejan", presume Pallarols. Estima que los trabajadores de estas cadenas cobrarían unos 400 euros menos que un camarero, un cálculo solo orientativo, puesto que se basa en la diferencia entre la retribución bruta actualizada a 2024 de la restauración y la de 2022 de las panaderías-degustación (antes del incremento del sueldo mínimo).

Las infracciones más habituales constatadas por el consistorio, dice el Gremio, serían superar los 20 m² máximos destinados a degustación, vender bebidas alcohólicas y productos impropios de una panadería y anunciar fórmulas comerciales como menús y almuerzos a precio cerrado.