Vuelta a la normalidad

Collserola cerró 2023 con 5,1 millones de visitantes y deja atrás el 'boom' de los años de la pandemia

El parque natural registra números similares a los de 2019 tras varios ejercicios en los que el incremento de 'turistas' fue superior al 25%

Los caminadores ganan terreno a los ciclistas en Collserola

Las 250 fuentes de Collserola languidecen entre la sequía y la falta de mantenimiento

El Govern solo ha invertido en Collserola el 4,6% del dinero comprometido con la declaración de parque natural de 2010

Un par de ciclistas pedalean junto a una de las torres de vigilancia de Collserola

Un par de ciclistas pedalean junto a una de las torres de vigilancia de Collserola / Jordi Otix

Carlos Márquez Daniel

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Cuando se cumplía un mes del primer confinamiento por el covid, a mediados de abril de 2020, este diario tuvo el privilegio de visitar Collserola junto a uno de sus guardas más veteranos, Jordi Piera. Lo titulamos 'Collserola saca partido de la tregua humana'. El parque natural, tras cuatro semanas sin incursiones humanas, exhibía un esplendor como hacía décadas que no se veía. Marià Martí, el entonces director del consorcio que gobierna el pulmón barcelonés (hoy el cargo lo ocupa Raimon Roda), ya se veía venir que aquello no dudaría para siempre: "El parque está mejor que nunca en la historia moderna, pero es mucho más fácil destruir que regenerar". Cuando terminó el encierro sanitario se produjo un 'boom' de subidas a Collserola, de manera que 2020 se cerró con más de seis millones de visitas, un 25,8% más que en 2019. El 2021 fue todavía más intenso, un 28,4% por encima (6,4 millones). El año pasado fue el del regreso a los registros anteriores a la pandemia, con 5.133.780 visitas, un 2,91% más que en 2019. Collserola, como un poco todo, volvía a una cierta normalidad.

Toda la normalidad, todo hay que decirlo, que puede ofrecer uno de los parques naturales más peculiares del mundo: rodeado de nueve municipios, con una línea de ferrocarril y una autopista que la cruzan, un parque de atracciones centenario, cinco carreteras, dos cementerios, unos 15.000 habitantes dentro (uno de ellos, un vecino con un helicóptero en el jardín) y dos funiculares, amén de una torre de comunicaciones de casi 300 metros de altura. Un pulmón, pero también un milagro, puesto que en las últimas décadas, aunque han menudeado los pequeños incendios, solo ha habido un fuego más o menos importante. Sucedió el 11 de agosto de 1994 y se quemaron 150 hectáreas.

El reparto de visitantes por meses arroja la buena noticia de que las subidas no se producen todas al mismo tiempo. Barcelona no ha aprendido a desestacionalizar el turismo, pero sí ha encontrado la clave para que Collserola tenga usuarios durante todo el año. Así las cosas, abril y mayo, la suave primavera, son los meses de mayor concentración, mientras que agosto y febrero son los más tranquilos. En relación a 2019, aunque la cifra global es similar, hay cambios interesantes. En enero se creció un 12% y en abril fue un 19,5% superior, mientras que febrero decreció un 6,4% y septiembre, un 6,7%. Habría que ver, es cierto, qué pasó con el clima en esos meses, pero en cualquier caso, es una cosa buena que los 'turistas' del parque natural estén repartidos.

Ganas de salir

La salida de la pandemia fue una auténtica locura para Collserola. En mayo de 2020 se rompieron todos los récords de la historia del parque natural, con 908.956 visitantes, casi el doble que en el mismo mes del año anterior. Son casi 30.000 personas al día; como si todos los habitantes de Barberà del Vallès o Sant Vicenç dels Horts subieran al mismo tiempo. Se pasó de 0 a 100 en un suspiro, y sobre todo la fauna lo notó, pues muchos animales que se atrevieron a entrar en determinados caminos y rincones, tuvieron que retroceder ante la alegre y menesterosa invasión humana.

Entre mayo y diciembre de 2020 se registraron más visitas que en los 12 meses de 2023. También 2021 fue vertiginoso, con 6,4 millones de visitantes, 17.500 al día.Solo en los cinco primeros meses se llegó a 3,4 millones de subidas. No fue hasta el primer trimestre de 2022 que los números empezaron a normalizarse, pero la vuelta al orden anterior al covid no llegó hasta el año pasado

Retrato robot

¿Y cuál es el perfil del visitante? El último estudio se hizo en 2019, pero poco habrán cambiado las cosas. El retrato robot es el dibujo de un hombre de 46 años y empleado por cuenta ajena que ha subido a correr o a ir en bici desde Barcelona, sobre todo desde el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, y que visita Collserola semanalmente.

Eso es la brocha gorda, pero hay detalles que valen la pena concretar. Las mujeres son solo el 32,6% y vienen mucho más en pareja que ellos, hay más jubilados (12,2%) que estudiantes (8%) y dos de cada tres no conocen la normativa del parque natural. Cosas como que las bicis no pueden circular por caminos de menos de tres metros de ancho o que los perros deben ir siempre atados.

Siempre las Aigües

Por lo que respecta a los lugares de acceso más concurridos, la carretera de las Aigües, en sus dos tramos no conectados y cortados por la Arrabassada (hay un proyecto guardado en un cajón desde hace más de 10 años), siguen siendo los puntos con mayor afluencia, sobre todo la plaza de Mireia (Esplugues) y el Pla dels Maduixers, junto a la parada inferior del funicular del Tibidabo. También la Riera de la Salut, entre Sant Feliu y Sant Just Desvern, y, a mucha distancia, Canaletes (Cerdanyola), Torre Negra (Sant Cugat) o Puig Madrona (El Papiol).

El pulmón de Barcelona, pero también de Cerdanyola, Esplugues, Molins de Rei, Montcada i Reixac, Papiol, Sant Cugat del Vallès, Sant Feliu de Llobregat i Sant Just Desvern, inicia 2024 con aires de cierta normalidad. Pero con un nuevo desafío que trasciende a la posible superpoblación humana: la lucha contra la sequía.