Sector en transformación

MAPA | Barcelona ha perdido un centenar de estancos en 40 años

La ciudad ha perdido concesiones hasta estabilizar su oferta en 339, en pos de las reubicaciones hacia puntos estratégicos de venta

La revolución del estanco en Barcelona: más turístico, multiservicio, con bazar y con inversores

La reforma del tabaco se demora

Un estanco del barrio del Raval.

Un estanco del barrio del Raval. / Jordi Otix

Patricia Castán

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Ni la ley antitabaco de 2005, ni el incremento de sus precios, ni las campañas sanitarias alertando de los riesgos para la salud han dinamitado la actividad de los estancos. Nuevos productos como los vapeadores (sin nicotina o con dosis reducidas), y cada vez más artículos y servicios han servido para compensar los cambios de hábitos y tendencias, pese a que la gran mayoría de sus ventas sigan procediendo del tabaco convencional. Así que el sector atribuye el cierre de casi un centenar de estancos desde mitad de los años 80 en muchos casos a una gestión deficiente o a la falta de experiencia de sus operadores, que no les ha permitido alcanzar un traspaso. La ciudad suma 339 en estos momentos.

Llegaron a superar los 435 en su cénit en la ciudad, cuando el consumo era más alto, pese a que entonces el turismo era raquítico. La bajada de persianas sin traspaso suele obedecer a casos en que sus gestores han contraido deudas o el negocio no ha sido traspasable por ese motivo o por falta de rentabilidad, explica la patronal. Y es que el traspaso de un estanco se suele computar (en una ley no escrita del sector) en base al 26% de la facturación del año previo, o a veces al promedio de tres años, a los que hay que sumar el periodo de concesión que quede vigente (desde 2004 solo se otorgan de un máximo de 30 años), y el valor de su ubicación, explica Federico Ramos, secretario general de Estanquers de Barcelona.

"No es un negocio fácil, tiene una legislación complejísima, cambiante y es necesario gestionarlo bien, trabajar mucho y tener horarios amplios", añade. Es decir, que con un buen emplazamiento y una estructura arraigada (con estirpes de estanqueros consolidadas y conocedoras de los barrios), puede ser un negocio productivo y estable siempre y cuando sus titulares se hayan sabido adaptar a tendencias y necesidades de mercado.

Como informa hoy EL PERIÓDICO, las concesiones más cortas, la reducción del porcentaje de fumadores, la explosión del turismo y la competencia han llevado al sector a ampliar su oferta de artículos y servicios, buscar los mejores emplazamientos (la reubicación es posible, con limitaciones) y locales más grandes. Y todo ese mix ha atraido a nuevos perfiles de 'estanqueros' no ya por sagas o vocación, sino como empresarios o inversores, en algunos casos foráneos.

Múltiples causas

En este sector, donde la gran mayoría de titulares de concesión están en régimen de alquiler, también es posible que se den situaciones de subida de rentas o finalizaciones de contrato que compliquen la continuidad del negocio. Sucede que si no se está en disposición de traspasar (por los resultados), una vez el estanco cierra, su actividad queda congelada hasta que finaliza la concesión. Es entonces cuando el Ministerio de Hacienda puede volver a subastarla.

Y aunque antes el procedimiento era de concurso y la experiencia daba puntos, ahora el criterio es económico. Puede ocurrir que una subasta quede desierta si la ubicación original no es atractiva, o bien que el ministerio considere que la oferta (según ratio de población) ya es suficiente y no vuelva a poner esa concesión en juego. En la única celebrada hasta el momento no hubo nuevas concesiones en Barcelona. Las primeras que estando vigentes finalizarán de forma natural y volverán al mercado lo harán en el plazo de ocho o nueve años, cuando se subastarán.

Sergi Garriga, titular del popular L'Estanc de Mistral, recibiendo una remesa de paquetes para entregar en su local.

Sergi Garriga, titular del popular L'Estanc de Mistral, recibiendo una remesa de paquetes para entregar en su local. / Jordi Otix

El tesorero de la patronal, Roger Domingo, estima que con 339 estancos Barcelona tiene sus necesidades cubiertas en estos momentos, incluso pese al fenómeno turístico. Muchos han aprovechado la posibilidad de abrir los domingos para ampliar su facturación, en especial ante la gran diversificación de servicios de los últimos años.

Y aunque nuevos empresarios neófitos (una parte, chinos y paquistanís, por ejemplo) se están introduciendo en la escena, Ramos subraya que no se trata de una actividad sencilla sin experiencia previa. Han surgido numerosas dificultades: desde normativas hasta los problemas logísticos de descarga de mercancía en Barcelona, o las altas multas que impone la Guardia Civil por las muchas infracciones que un operador sin conocimientos puede cometer. De vender papel de fumar a un menor a regalar mecheros (que no formen parte de un pack promocional) porque incentivaría el consumo.

El sector barcelonés se muestra activo en la adaptación, también a nivel de sostenibilidad. Incluso gestionando por sí mismos los residuos que comportan los vapeadores, mientras negocian con la Agència Catalana de Residus un protocolo para este material.

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