Sector en transformación

Revolución en los estancos de Barcelona: más turísticos, multiservicio, con 'bazar' y con inversores

El sector reivindica su papel en el comercio de proximidad y reclama concesiones que permitan mantener sagas familiares

Barcelona ha perdido un centenar de estancos en 40 años

Este es el estanco que vendió el segundo premio de la Grossa

¿Por qué los estancos se llaman así? +Historia

Cola para comprar y también para recoger paquetes en L'Estanc de Mistral, en Sant Antoni.

Cola para comprar y también para recoger paquetes en L'Estanc de Mistral, en Sant Antoni. / Jordi Otix

Patricia Castán

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Su función principal es despachar tabaco y derivados, y lo común es que el estanquero del barrio sea ese vendedor de toda la vida cuya familia ha ido legando el negocio de generación en generación. Pero los tiempos cambian en un sector de compleja regulación, y más aún si el estanco se ubica en una ciudad como Barcelona, donde el peso del turismo moldea la realidad comercial de muchos barrios, y donde el comercio tiende a aglutinarse en los ejes más concurridos. Así que no es de extrañar que la actividad viva una particular revolución en la capital catalana, donde decenas de establecimientos se han reubicado hacia calles o puntos de gran afluencia, han aprovechado para ampliar local, y van incorporando cada vez productos que pueden vender por normativa, como regalos, refrescos o hasta ropa, además del creciente servicio de recogida de paquetería. Las sagas desaparecen y son relevadas por inversores en parte de los 339 estancos locales.

"Un estanco no es solo una tienda de tabaco, es un comercio de proximidad", enfatiza Federico Ramos, secretario de Estanquers de Barcelona, reivindicando su tradicional arraigo en los barrios y su "servicio a la comunidad" también con la venta de tarjetas de transporte, loterías, envío y retirada de dinero... Pero la propia legislación ha espoleado su transformación. Su actividad es una concesión del Ministerio de Hacienda, que antaño era vitalicia y entrañaba muchas generaciones de estanqueros de una misma familia. Con el tiempo, si se producía traspaso o relevo de titular, esta pasó a ser de 75 años, luego de 50 y actualmente de 25 más 5 de prórroga. De modo que la patronal estima que en el plazo de ocho o nueve años empezarán a finalizar concesiones de estas últimas, que volverán a manos del Estado, quien las subastará públicamente al mejor postor.

Esa circunstancia supone que las estirpes de estanqueros tienen los días contados porque la continuidad tiene límite. Y además que puede pasar, como en el caso del vicepresidente de la patronal, Ricard Ollé, que tras toda una vida laboral tras el mostrador de su estanco, su concesión finalice pocos años antes de la edad de jubilación, dejándoles sin trabajo en una edad crítica. "Pedimos al ministerio que prolongue los plazos", reivindican.

Traspaso y negocio

Entre otras cosas porque ese modelo está empezando a propiciar la entrada en escena de empresarios-inversores foráneos, que adquieren traspasos de estancos, al igual que lo hacen con bares de barrio o colmados de horario XXL, midiendo esencialmente la rentabilidad económica inmediata. Porque no pocos titulares optan por traspasar antes de dejar que el negocio agote el plazo de concesión y pierda valor. "El relevo generacional se va a perder", lamenta Ramos.

Aunque Barcelona ha vivido un goteo de cierres en los últimos 40 años, perdiendo casi un centenar de estancos, su gremio considera que con los 339 actuales las necesidades de la ciudad están cubiertas. Tal vez por ello en la última subasta (fue la primera, implantada bajo el gobierno de Rajoy) no se creo ninguna nueva concesión en la ciudad, aunque sí en otros municipios.

Un estanco de Ciutat Vella, donde despachan también regalos y suvenirs.

Un estanco de Ciutat Vella, donde despachan también regalos y suvenirs. / Jordi Otix

Pero que no haya nuevas licencias no significa que no existan los movimientos internos. Roger Domingo, tesorero de Estanquers de Barcelona, señala que las reubicaciones llevan años siendo una constante. "Sobre todo hacia el centro y el Eixample", resume. No es que un estanco se pueda mover a placer, necesita la autorización del Comisionado para el Mercado de Tabaco, pero sí lo logrará siempre y cuando se mude en un radio de no más de 1.500 metros de su ubicación original, y manteniendo al menos una distancia de 150 metros respecto a sus competidores, y de 100 metros respecto a escuelas, entre otros requisitos. Un ejemplo, la Via Júlia ha pasado de ninguno a concentrar tres, procedentes de calles con menos tránsito de potenciales consumidores.

Dado que quien puede mueve ficha hacia las calles más codiciadas a las que tiene alcance, es comprensible el fenómeno de Ciutat Vella, con especial concentración territorial, en tanto a su imán turístico. Y es que el visitante se ha convertido en uno de los nuevos grandes compradores de tabaco, dado que su precio en España está muy por debajo del de Francia o Reino Unido, entre otros mercados. Los turistas compran mucho y compensan la caída de fumadores en el estado, que en la actualidad suponen en torno al 20% de la población. Para las arcas de Hacienda que el hábito nocivo decaiga queda compensado en términos fiscales, dado que el precio ha ido subiendo y en la actualidad los impuestos representan casi el 85% del coste de una cajetilla, enfatiza la patronal.

Diversidad de artículos

Por otro lado, los estanqueros venden en general menos tabaco, pero a mayor precio y además han integrado con gran éxito los vapeadores, que muy pronto regulará Sanidad, dándoles precio fijo y posiblemente limitando su venta a los estancos (ahora se encuentran en supers, colmados, droguerías, online...) de modo que se controlará mejor su venta solo a mayores de edad.

¿Qué más se puede adquirir hoy en día en un estanco que haya abierto sus brazos al multiproducto? "En Barcelona cada vez es más variado", detalla Ramos. Para empezar, prensa, porque el cierre de quioscos en algunas zonas ha llevado a integrar estas ventas en algunos casos. Pero también muchos otros artículos en el caso de zonas turísticas o de municipios con poca oferta. De hecho, tienen prohibido despachar comida no envasada, perfumes, ni ropa con probador. Nada que pueda afectar al aroma y sabor del tabaco. Tampoco juguetes salvo que también sean quioscos de prensa, dado que atraería a menores. En cambio, es cada vez más habitual que ofrezcan artículos de regalo y refrescos. La competencia de los colmados ha sido uno de los aguijones.

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