Mano alzada digital

La aplicación pública de taxi Picmi concentra solo el 0,05% del total de viajes anuales en Barcelona

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Presentación de la aplicación Picmi, en noviembre de 2022

Presentación de la aplicación Picmi, en noviembre de 2022 / Joan Cortadellas

Carlos Márquez Daniel

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Se presentó en noviembre de 2022 tras más de cuatro años de debates y promesas. Era la aplicación móvil destinada a substituir la mano alzada para solicitar un taxi. Picmi, la llamaron. Pero un año más tarde, y según datos del Instituto Metropolitano del Taxi (IMET), el invento está lejos de cuajar entre los usuarios de este transporte público de gestión privada: solo concentra el 0,05% del total de carreras anuales que realizan los más de 10.500 taxis que operan en Barcelona y su entorno.

En su primer año de funcionamiento, la 'app' ha realizado un total de 30.318 servicios y actualmente tiene 23.632 usuarios registrados. Picmi no dispone de aplicación propia, hay que entrar a través de la de AMB Mobilitat, que incluye otros servicios, como puntos de recarga de vehículos eléctricos, empresas de 'sharing' o rutas de transporte público. El hecho de no tener marca y escaparate propio es probable que haya sido uno de sus 'handicaps' a la hora de dispararse como una opción para solicitar un taxi. Otra de las limitaciones del Picmi es que no permite pagar ni reservar con antelación.

Escasa fidelidad

Según fuentes del sector, cada año se realizan unos 60 millones de viajes con clientes, lo que significa que Picmi solo se lleva el 0,05% del pastel, o lo que es lo mismo, cada taxi realiza uno de estos servicios cada 120 días. La cifra llama la atención si se tiene en cuenta que el IMET aseguró en noviembre de 2022 que todos los taxistas tendrían que llevar obligatoriamente la aplicación. En un suponer, entonces, el problema reside más en la demanda que en la oferta. También los números dicen muy poco sobre la fidelidad, pues con casi tantos registrados como viajes sale a 1,3 usos por abonado.

Un taxi con pegatinas de Free Now circula por las calles de Barcelona

Un taxi con pegatinas de Free Now circula por las calles de Barcelona / Joan Cortadellas

Tampoco lo pone fácil la competencia, pues empresas de intermediación como Free Now tienen en Barcelona más de 4.000 taxistas abonados a su servicio. Son compañías (en Barcelona hay una docena) que cobran un porcentaje al conductor (12,5%, en el caso de esta multinacional) pero no pueden aplicar comisiones, a no ser que se cancele la comanda. Es una de las opciones predilectas para los turistas, se puede reservar con tiempo y, por supuesto, como el resto de opciones, pagar en el momento e incluso optar por la controvertida tarifa 3 de precio cerrado.

El yugo de la ACCO

La aplicación, mantenimiento aparte, tuvo un coste de 200.000 euros, el 70% de los cuales se financió gracias a los fondos europeos. Trasladado al día a día, da como resultado que cada carrera realizada gracias a este ingenio ha tenido, en su primer año de vida, cerca de 6,6 euros de subvención.

Un mes después de su nacimiento, y a pesar de que los temas legales fueron el principal motivo de tanto retraso, la Autoritat Catalana de la Competència (ACCO) decidió interponer un recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), con el argumento de que no podía ser de descarga obligatoria para todos los taxistas. "Supone un obstáculo a la competencia efectiva en el mercado de la mediación de los servicios de taxi", defendía la ACCO. Según este organismo, el proyecto "es discriminatorio" y no responde "a los principios de necesidad, proporcionalidad y neutralidad competitiva que rigen la actuación de la Administración pública". El recurso sigue su camino, todavía no hay resolución.