Sin taxímetro
El IMET estudia cómo implantar la tarifa de taxi a precio cerrado en la app pública de Barcelona
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Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
A principios de la década anterior, el taxi metropolitano de Barcelona solo tenía un problema: el propio taxi. Las peleas internas en el gremio eran de campeonato en un sector terriblemente atomizado, con líderes que no podían ni verse. En medio estaba el Instituto Metropolitano del Taxi (IMET), que solía escudarse en la división para avanzar muy poco o nada en la modernización de la profesión. Entonces ya se hablaba de la tarifa cerrada, pero se asociaba, como mucho, a trayectos muy concretos, como el aeropuerto, el puerto, la estación de Sants o Fira de Barcelona.
Llegó la revolución de las VTC y la evolución tecnológica trajo actores nuevos, como Uber, Cabify o Free Now; plataformas que querían parte del pastel del negocio del transporte de personas. El precio anticipado en el taxi, finalmente, empezó a aplicarse el 8 de junio de 2019. Y para todos los trayectos. Se llama tarifa 3 (T3). Cuatro años después, el invento está consolidado, pero hay dudas sobre su fiabilidad. Para blindar su confianza, el IMET está estudiando la manera de incorporarlo a la aplicación pública Picmi, con la que se puede solicitar digitalmente un taxi a mano alzada.
El funcionamiento de la tarifa 3 (T3) es sencillo. Se pide a través de la mayoría de las aplicaciones de las empresas de intermediación, que ofrecen al usuario la posibilidad de pagar en base al taxímetro o con un coste cerrado de antemano. El cálculo se realiza teniendo en cuenta la bajada de bandera y el precio por kilómetro de la hora y el día de la semana. La 'app', a través de su propio software de mapeo, localiza al cliente y busca el destino, trazando una ruta que es la que sirve para marcar el precio final. Cuando el viajero sube al vehículo, ya sabe cuánto le va a costar la carrera, con lo que el taxímetro no está operativo.
¿Y el taxímetro?
Ese, el hecho de que el contador no vaya subiendo, es uno de los detalles que no gusta a Élite Taxi, la asociación hoy líder del gremio. Su portavoz, Tito Álvarez, considera que el taxímetro en marcha, aunque se vaya con la tarifa 3, "daría más confianza a los usuarios". Y en el caso de que marque menos que el precio pactado, debería pagarse esa cantidad inferior. Maria Teresa Carrillo, gerente del IMET, asegura que no han tenido constancia de picarescas en estos cuatro años, con lo que, a día de hoy, es "algo que no está sobre la mesa". "El taxímetro es la única garantía de que la tarifa no se manipula", responde Álvarez, que añade que no está en contra del precio cerrado "pero sí en contra de cómo se controla y gestiona".
No todas las voces del taxi lo ven así. Luis Berbel, presidente del Sindicato del Taxi de Catalunya (Stac), defiende la T3: "Es un logro del taxi que tenemos que defender, estamos de acuerdo con su filosofía y el taxímetro no tienen por qué encenderse". Niega que haya trampas, y en cualquier caso, pide a la Administración que haga inspecciones. Sucede que cada aplicación aplica los mismos varemos en cuanto a la tarifa, pero puede que usen navegadores distintos (Google, Tom Tom...), cosa que puede generar que haya, admite Carrillo, "pequeñas variaciones casi inapreciables en el precio que se ofrece al usuario".
La Acco, vigilante
Para salir de dudas, tanto el Stac como Taxi Companys reclamaron al IMET que la aplicación pública Picmi incorpore la opción de tarifa 3, de manera que se haga el cálculo en base al algoritmo propio, que se basa en los mapas de la plataforma Cercalia. Es decir, el usuario solicitaría un servicio con su aplicación, y si elige precio cerrado, saltaría a la 'app' pública para calcular el precio, de manera que todas las empresas de intermediación se basarían en el mismo cálculo. Una carambola un tanto complicada que debería tener en cuenta, además, que la Autoritat Catalana de Competència (Acco), que ya llevó la 'app' Picmi a los tribunales, podría volver a llevarse las manos a la cabeza.
Contra el precio según demanda
"Lo que seguro que no queremos es lo de Uber, que cobra a sus viajeros en función de la demanda. Si hay partido de fútbol, un concierto, o si llueve, el precio se dispara", sostiene Berbel. La gerente del IMET explica que cuando se implantó la T3 fue imposible obligar a las plataformas a que usaran el mismo navegador. Habrían chocado de frente, una vez más con la Acco. De ahí, avanza, que estén mirando la manera de que Picmi pueda ofrecer el precio cerrado. Cómo y cuándo, está por ver, pero sí impera la voluntad de que la tarifa sea lo más inviolable posible, porque si algo diferencia a lo público y a lo privado en materia de transporte en vehículo de hasta nueve plazas es, seguramente, la transparencia.
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