El nuevo mandato

Los dos pactos posibles de Collboni y cómo condicionarían sus políticas

Los tres temas que marcarán el actual mandato en Barcelona

Trias y Colau urgen a Collboni a elegir socio: "Usted es alcalde por accidente"

Collboni promete diálogo al mundo empresarial como contrapunto a Colau

Collboni se compromete a terminar la unión del tranvía en Barcelona

Barcelona ofrece 27 solares a la Generalitat para construir vivienda pública

Gay, Collboni y Batlle durante el pleno de este viernes.

Gay, Collboni y Batlle durante el pleno de este viernes. / ACN / Blanca Blay

Toni Sust

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Hasta las elecciones municipales del 28 de mayo, Jaume Collboni era uno de los claros favoritos para lograr la alcaldía, bien como ganador o como segundo mediante pactos, aunque no con la combinación de apoyos que finalmente le dio la vara de mando, los votos de Barcelona en Comú y el PP. Se convirtió en alcalde de Barcelona en su tercer intento como alcaldable. Lo hizo el pasado 17 de junio, en una investidura de infarto.

Ahora tiene por delante una decisión compleja: a quién convertir en su socio estable de gobierno. Oficial u oficioso. Porque dirigir la ciudad con 10 concejales y la oposición en contra es muy difícil, si no imposible. Para lograr una mayoría estable en el pleno tiene dos caminos: reeditar una alianza de izquierdas con Barcelona en Comú y quizá también ERC -por la que ha apostado públicamente- o romper moldes con una sociovergencia de PSC y Junts per Barcelona. Existe, además, la posibilidad de que ERC complete una de las dos alianzas (la segunda opción se antoja menos probable, pero nada sorprende ya en el consistorio) sin llegar a entrar en el gobierno municipal.

Por ahora no ha dado pasos firmes en ninguna de las dos direcciones. Según el socio elegido, Collboni tendría más o menos dificultad para afrontar los tres retos principales del mandato.

Civismo; de la alianza perfecta al recelo potencial

En el frente del Civismo, al alcalde le iría de perillas un socio como Junts per Barcelona, que estaría encantado de tomar distancia con el periodo anterior, con la era de Ada Colau. La modificación de la Ordenanza de Convivencia sería una fiesta, y la exhibición de las buenas relaciones con el sector de los negocios de la ciudad, una apuesta rotunda.

Por el contrario, si Barcelona en Comú se convierte en el nuevo socio, no será sencillo un discurso conjunto que defienda que hay que reforzar sanciones y vigilancia de la conducta ciudadana, pese que el grupo respalda la propuesta de ERC de reformar la ordenanza. Su presencia en el gobierno tampoco lubricaría los lazos del PSC con el mundo empresarial, y lógicamente no abonaría la imagen de un punto de inflexión. Tanto por los principios de los Comuns como porque supondría señalar como negativa la gestión de Colau durante sus ocho años al frente de la ciudad. 

Vivienda; el 30% que aleja al PSC de Colau

Que el alcalde Collboni haya dado muestras de que quiere que la política de vivienda sea una prioridad de su gobierno no tendría que ser un problema ni con Junts ni con Barcelona en Comú como socios. Pero es evidente que en el segundo caso la discrepancia sería mayor, porque la competencia pasaría de estar dirigida por los de Colau a estarlo por los socialistas.

La primera gran medida del nuevo gobierno, la de ofrecer 27 solares a la Generalitat, ya ha sido criticada por los Comuns, que parecen más partidarios de que sea el ayuntamiento quien se encargue de promover, de la mando de distintos operadores, la vivienda protegida que la ciudad necesita. Pero la verdadera discrepancia llega con la flexibilización del 30% de vivienda protegida en las promociones y rehabilitaciones que el alcalde pretende ejecutar. Con Junts sería muy fácil pactarlo. Con Barcelona en Comú, muy complicado.

Transporte público; el tranvía al que Trias no quiere subir

De entrada, los grandes proyectos que supongan un incremento de la oferta de transporte público al ciudadano deben suscitar un consenso sencillo tanto si el PSC gobierna con Junts como si lo hace con los Comuns. Con una excepción: la conexión del tranvía por la Diagonal. Aunque cabe otro matiz de inmediato: los problemas para acordar esa conexión serían más bien con Xavier Trias que con su grupo. Porque es Trias, más que Junts, quien lleva años rechazando con vehemencia que el Trambesòs y el Trambaix se unan y discurran así también por el tramo de Diagonal que va de Verdaguer a Francesc Macià. Porque la parte que llegará a Verdaguer el año que viene ya no es desmantelable, indica el sentido común.

Si el pacto es con los Comuns, el tranvía no encontrará obstáculo. Si es con Junts y Trias ya se ha ido a su casa, como el exalcalde anunció que hará el año próximo, quizá también sea viable sin muchos reparos, porque hay que recordar que el Gobierno catalán, con Junts en la presidencia, pactó con Colau prolongar la infraestructura, contra el criterio de Trias y provocándole un enfado visible y notable.

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