Hipersensibilización poscovid

Crecen las quejas por el ruido de patios de escuela: al menos una decena de casos judicializados en Barcelona

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Barcelona 15-03-2022 Sociedad. Huelga de educacion ensenyament maestros colegio Ambiente en la entrada de un colegio y aulas por dentro. AUTOR: MANU MITRU

Barcelona 15-03-2022 Sociedad. Huelga de educacion ensenyament maestros colegio Ambiente en la entrada de un colegio y aulas por dentro. AUTOR: MANU MITRU / MANU MITRU

Jordi Rovira

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Los patios escolares molestan. A algunos vecinos, al menos. Barcelona tiene desde hace décadas un problema con el ruido de las terrazas y los locales de ocio, pero ahora se le suman los gritos de los niños cuando juegan en el recreo. No en vano, en los últimos tiempos están aumentando las quejas en este sentido. “Cada semana o quince días recibo consultas de gente que viene a quejarse del ruido de los patios de colegio. Antes este tipo de quejas eran muy anecdóticas, quizá una al año, pero ahora la gente ya no lo soporta”, asegura Lluís Gallardo, abogado de la Associació Catalana contra la Contaminació Acústica (ACCCA) y miembro fundador de Juristas contra el Ruido

Gallargo tiene entre manos una decena de casos ya judicializados en Barcelona capital, además el volumen de consultas es muy superior. No puede revelar los colegios en cuestión por razones de confidencialidad, pero destaca los distritos de Gràcia y Sants, con "barrios poco turísticos y por lo tanto vecinos menos acostumbrados al ruido". También señala el Eixample, donde muchos centros educativos aprovechan interiores de manzana y sus patios quedan rodeados de viviendas. Cuando estas quejas llegan a tribunales, apunta, es porque ya han agotado las vías de resolución amistosa.

Efecto colateral de la covid

Este jurista especializado desde hace más de veinte años en contaminación acústica tiene claro que los niños de ahora no gritan más, sino que, tras el silencio del confinamiento por la pandemia, los ciudadanos tenemos una menor tolerancia al ruido. “Es un cambio muy bestia: después de la pandemia, cualquier cosa nos molesta. A nivel ambiental, se ha dado una hipersensibilización de la ciudadanía”. 

El período de tregua sonora que supuso el confinamiento afectó positivamente a la salud emocional de muchos hogares. La ciudad ruidosa se convirtió en un remanso de paz gracias, entre otras cosas, a una gran reducción del tráfico rodado y a un toque de queda que se alargó 226 días. Sin embargo, una vez finalizado el confinamiento, ya no éramos los mismos. 

Medición de sonido con un sonómetro en una vivienda de Barcelona

Medición de sonido con un sonómetro en una vivienda de Barcelona / Maite Cruz

A los datos nos remitimos. La Encuesta de condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra como entre 2019 y 2020 –año del confinamiento– las personas que aseguraron sufrir problemas de ruidos producidos por los vecinos o procedentes de la calle pasaron de un 14,2 a un 22,1. Casi ocho puntos más en un solo año. Una tendencia al alza que en Barcelona detectó el sistema IRIS, que gestiona las reclamaciones al Ayuntamiento y que registró un aumento del 60% de incidencias entre 2019 y 2020. Desde la Guardia Urbana, también detectan esta hipersensibilización: las quejas relacionadas con el ruido recibidas en el 112 –el teléfono de emergencias– se dispararon tras la Covid, aunque al no detallarse el origen del ruido, no existe constancia del problema con los patios escolares.

Así pues, más allá de las conocidas críticas vecinales al ruido de terrazas o locales nocturnos, ahora los ciudadanos tienen la piel más fina y se quejan no solo por los patios escolares, sino también por otras derivadas en las que hay niños de por medio. Un ejemplo de ello tuvo lugar el pasado 4 de septiembre en Sants cuando los padres de un recién nacido colgaron en las redes la fotografía de una nota que unos vecinos habían colgado en su puerta quejándose del llanto de su bebé

Más obras de aislamiento en coles

La empresa Servinso, especializada en aislamiento acústico y antivibración con medio siglo de experiencia y oficinas en Barcelona y Terrassa, confirma esta menor tolerancia al ruido a raíz de la pandemia. En los últimos tiempos ellos también han notado un aumento de problemas vinculados con el ruido en los centros escolares y que aproximadamente la mitad de las actuaciones que están llevando a cabo son a raíz de quejas de vecinos. Pero la otra mitad son por la molestia que a la escuela le provoca su propio ruido.

Imagen de archivo de una área de juego infantil

Imagen de archivo de una área de juego infantil / Jordi Cotrina

Cuando empezaron en los años 70 prestaban los sonómetros a los ayuntamientos porque no tenían. Cinco décadas después el escenario ha cambiado mucho y desde la pandemia observan una nueva tendencia: “Nos hemos vuelto más exigentes con el ruido”. Por eso muchos particulares les piden insonorizar su casa. “Con el teletrabajo, la gente ahora oye la actividad del vecino, que quizás también está trabajando en su casa”, explican. “A medida que ha ido disminuyendo el teletrabajo, las quejas por ruidos también se han reducido”, argumentan desde la Guardia Urbana. 

Pero los que continúan trabajando en casa, se siguen molestando. Y entre los ruidos que antes no oían por encontrarse en la oficina se encuentran los patios escolares. “Ocurre más en guarderías que en grandes escuelas, porque determinados patios, en función de donde estén, pueden llegar a ser una molestia”, reconocen desde Servinso. 

El ruido del tráfico y las escuelas

Pero las molestias por el ruido pueden ser bidireccionales, porque ahora las escuelas también tienen una mayor sensibilización acústica. El ruido del tráfico entra en las aulas y ha saltado a la palestra. En diciembre del 2020, medio año después del fin del confinamiento, una plataforma vecinal del Eixample empezó la protesta Revolta Escolar, a la que se sumaron veinte colegios: consistía en cortar la calle a la salida de la escuela para pedir entornos más pacificados a fin de ganar seguridad y calidad del aire y reducir decibelios. Desde entonces, la protesta, que tiene lugar el primer viernes de cada mes, no ha dejado de crecer y ya son más de cien centros tanto en Catalunya como en el resto de España que reclaman menos ruido y contaminación.

No en vano, la OMS advierte que los niños son uno de los colectivos más vulnerables ante los efectos nocivos del ruido. Según Revolta Escolar, el tránsito es el responsable del 80% del ruido que percibimos a lo largo del día. Así pues, paradójicamente, mientras algunos vecinos se quejan del ruido que emana de los patios escolares, alumnos y docentes se lamentan de la contaminación acústica que se cuela de la calle.

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