En la calle y en el metro

Nuevas tiendas pero un 25% menos de facturación en Via Laietana por el alud de obras este agosto

Algunos nuevos operadores asumen los retrasos y el efecto de dos años más de zanjas a sabiendas de la futura revalorización

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Viandantes en la Via Laietana patas arriba por las obras, esta semana.

Viandantes en la Via Laietana patas arriba por las obras, esta semana. / Ricard Cugat

Patricia Castán

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La experiencia demuestra que todas las grandes obras de Barcelona implican un peaje temporal (ruidos, suciedad, pérdida de clientes...) pero al final del proceso traen como premio sobradas compensaciones. El caso de la Via Laietana, sumida en una reurbanización integral, supone un nuevo ejemplo: la combinación de los trabajos a pie de calle sumado a un verano con restricciones de metro en la L4 que la nutre de visitantes le ha supuesto una pérdida de negocio del 25% respecto a la facturación prepandemia, estiman.

No obstante, las expectativas de mejora, con aceras más amplias y un entorno más amable, han espoleado ya algunas nuevas aperturas de negocios, a sabiendas de que tras dos años más de zanjas los alquileres presumiblemente se encarecerán y estarán más demandados. Ni siquiera los retrasos (la segunda fase que comienza el próximo mes durará 21 meses y no 14, como se preveía inicialmente) han enfriado los proyectos.

Estación cerrada de la L4 de metro, que restringe el acceso a la Via Laietana y el centro.

Estación cerrada de la L4 de metro, que restringe el acceso a la Via Laietana y el centro. / Ricard Cugat

Los trabajos iniciados en marzo de 2022 se organizaron por fases para mantener la conexión de esta arteria, con afectaciones paulatinas por tramos. Las complicaciones de acceso, tanto a pie como en vehículo privado, han tenido evidentes consecuencias en la afluencia de visitantes. Pero la guinda han sido las obras bajo tierra que han afectado a la línea amarilla de metro desde finales de junio: han dejado sin servicio durante más de un mes el tramo de Verdaguer hasta Bogatell, y a lo largo de agosto (hasta este sábado) las paradas entre Verdaguer y Barceloneta. Llegar a la Via Laietana ha sido tan complicado que ha desanimado a muchos barceloneses y turistas, salvo que quisieran cruzar a pie desde el Gòtic o el Born.

La plaza de Antoni Maura, tomada por las obras.

La plaza de Antoni Maura, tomada por las obras. / Ricard Cugat

El presidente de la asociación Via Laietana, David González, estima que la facturación en la zona ha caído en torno al 25% respecto a antes de las obras y de la pandemia. Esta última aún podría tener alguna influencia en las cifras (por los cambios de hábitos de consumo de muchos barceloneses), pero considera que el frente de obras es el principal causante. "La dificultad de acceso al centro ha tenido en el comercio un efecto demoledor desde hace meses", evalúa. "La afectación es bastante dramática porque ahora mismo es muy complicada la accesibilidad tanto en vehículos privados como en transporte público", agrega. No obstante, la entidad vive con ilusión la gran reforma que sumó más de una década de retrasos. Eso sí, intentando ajustes en la planificación para atenuar los efectos secundarios.

González enfatiza que en el nuevo gobierno municipal del PSC han encontrado mucha más voluntad de diálogo y entendimiento. Antes de vacaciones ya tuvieron una primera reunión con el nuevo concejal de Ciutat Vella, Albert Batlle, que esperan repetir en septiembre. Le transmitieron algunas propuestas para reducir el impacto y molestias de las obras. Por ejemplo, incorporar cambios en la carga y descarga que mejoren la operativa estos meses, también en la ubicación de paradas de bus, y ajustes en los tiempos del semáforo de subida que ahora genera tapones en la plaza Urquinaona, ya que en sentido montaña ya no se asciende por Junqueres. La entidad cree que el consistorio las tendrá en cuenta para ganar fluidez.

Sin recalendarizar para la Copa América

Por contra, otra de sus demandas se ha topado con una negativa. Cuando se planificó la reurbanización todavía no se sabía que Barcelona acogería la Copa América de Vela. Por ello, la asociación ha solicitado posponer una parte de los trabajos de la segunda fase que comenzarán este septiembre y durarán 21 meses, de modo que no afecten al acceso a la zona de potenciales clientes de una quincena de hoteles y hostales en la vía o las calles transversales. "El Ayuntamiento ha dicho que es imposible", apunta González, a sabiendas de que en ese periodo no habrá forma de subir en dirección montaña por ningún carril de la Via Laietana, con el consiguiente efecto en la actividad económica.

Obras en el antiguo Palacio del Cinema de la Via Laietana.

Obras en el antiguo Palacio del Cinema de la Via Laietana. / Ricard Cugat

Limitaciones para ir y para volver

Cabe recordar que la primera fase de la intervención (de Urquinaona a Antoni Maura, y que se ha visto demorada por hallazgos arqueológicos y algunas dificultades técnicas sobre la marcha) finalizará en pocos días y ha afectado a la accesibilidad del transporte público en superficie. "Para volver al Eixample había que hacer una excursión", señala, lo que supone una merma de visitantes. En la nueva fase, los buses sí podrán hacer ese tramo ascendente (de Antoni Maura a Urquinaona), pero no el que va desde Correos a Antonio Maura. Y además, el carril de bajada será compartido por el transporte público y privado, detalle que no conocían hasta hace poco.

En medio de ese escenario hostil, "soprendentemente" los operadores parecen enfocados a un futuro prometedor en términos de actividad y negocio. Así, es frecuente la bajada de persianas durante periodos duros de obras, pero en la Via Laietana los relevos están siendo muy rápidos. Por ejemplo, como avanzaba este diario el miércoles, el cierre de la centenaria papelería Hija de J. Batlle Horta ha ido seguido de la apertura de una zapatería de diseño. También se ha inaugurado recientemente un nuevo (y 'fashion') espacio masculino de Elijah Tatoo & Barber Shop, así como un restaurante especializado en pasta. Y está inmerso en obras hace unos meses el antiguo Palacio del Cinema (tras años de cierre), para acoger oficinas y unos bajos comerciales.

"Cuando esté acabado todo será una buena inversión si se aguantan estos dos años más de obras, porque los precios subirán", señala González, convencido de que la zona ya se empieza a dinamizar, pese al polvo y los atascos.

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