Las dos caras del encaje turístico
Vecinos del Eixample hartos de autocares de excursionistas: "Si no se arregla iniciaremos protestas"
La Sagrada Família y Fort Pienc reclaman más puntos de desencochado y estacionamiento, tras los cambios que han generado las obras del tranvía en la Diagonal
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Patricia Castán
Periodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
Llevan semanas alertando del aumento de presión turística en la zona y ahora anuncian que si en septiembre el Ayuntamiento de Barcelona no aporta nuevas soluciones, iniciarán una campaña de protestas. Lo suscriben las asociaciones de vecinos de la Sagrada Família y de Fort Pienc, unidas en la difícil digestión del alud de autocares de excursionistas que diariamente toman sus barrios. Las modificaciones realizadas por el consistorio para alejar los vehículos del templo y tratar de distribuir los flujos no han bastado, con el agravante de que las obras del tranvía en la Diagonal ha forzado que esta temporada haya menos espacios para desencochar y encochar pasajeros, y también se evidencie la falta de espacios de estacionamiento, se quejan los afectados.
Quim Mallen, presidente de los vecinos del barrio de Fort Pienc es uno de los que plantearon al ayuntamiento la necesidad de ampliar los puntos donde los autocares pueden parar para tratar de esponjarlos. Desde las obras en Diagonal, la operativa de cargar y descargar a los turistas que allí (con Marina) contaba con 12 plazas, se realiza en Consell de Cent con Padilla y Lepant (nueve plazas). Pero este espacio se queda corto y se producen auténticos atascos. Por ello, reclamaron hace semanas ganar un espacio provisional en Marina, lado Besòs, a la altura de la Monumental, dado que sus aceras son amplias y hay varios carriles de circulación. El consistorio lo vio con buenos ojos. "Nadie nos ha comunicado nada, pero hemos visto que está semana están eliminando la zona azul y pintando el pavimento", señala esperanzado de que se 'inaugure' lo antes posible, aunque solo aportará cuatro plazas. "Son necesarias más", creen.
El problema se repite con el estacionamiento, porque los puntos próximos en Padilla (en el lado del Teatre Nacional de Catalunya y también en el del Auditori) también "son insuficientes". Vecinos del entorno aseguran que cada vez se ven más vehículos y dobles filas, y que algunos no apagan los motores si van a estar poco rato para mantener los buses refrigerados, generando ruido y contaminación. La opción de la estación del Nord también se queda corta, ante los muchos autocares que allí aparcan durante horas con motivo de excursiones a otras zonas de la ciudad.
Desde la asociación vecinal de la Sagrada Família, observan con preocupación que alejar los autocares del templo, hace ya una década, no ha resuelto la situación por las mareas humanas que se generan desde el punto donde se desencocha. "Los vecinos están hasta el gorro", señala su tesorero, Gabriel Mercadal. "Cuando acaben las obras de unión de las líneas del tranvía el problema seguirá porque ese punto en Marina no se recuperará", enfatiza. Insisten en ampliar la red de puntos y redistribuir a todos esos pasajeros.
Arriba y abajo
El trajín de excursionistas en la zona es continuo. Llegan miles de personas en metro, y se suman a las riadas que acuden desde sus respectivos autocares, provengan de municipios de la costa donde veranean, o de cruceros en escala. Por un lado aportan negocio a muchos comercios y servicios del barrio, pero las entidades vecinales mantienen que estas visitas son aceleradas sin tiempo para gastar ni entrar en el templo. "En algunos bares solo quieren entrar para ir al lavabo", tercia Mallen.
Los afectados exigirán en su inminente reunión de septiembre con el ayuntamiento medidas que no solo afectan a la movilidad turística en la zona, sino también a otros problemas colaterales, como el mantenimiento. La presión de visitantes hace que en muchos momentos las papeleras estén saturadas y el barrio se vea sucio, mantienen. Si la situación no mejora sustancialmente, planean una campaña de protestas, que podría incluir pancartas en los balcones, entre otras.
Su malestar contrasta con el de los operadores de autocares y excursiones, como informa hoy este diario, que creen que la logística para poder visitar la ciudad es cada vez más complicada. Algunos se sienten incluso expulsados de la capital catalana. Reclaman una gestión más eficaz de la llegada y acogida de los autocares, porque los pasajeros más mayores tienen movilidad reducida y porque ven poco práctico el sistema de comunicación y pago de las descargas mediante una aplicación que debe manejar el conductor.
Tampoco están contentos los guías turísticos, que conviven con el enojo de unos y otros, las prisas y la complejidad de caminar cada vez tramos más largos con los pelotones de viajeros, de todas las edades, señalan fuentes del sector.
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