Modelo de ciudad

Anatomía del ecochaflán, la última (o penúltima) impronta urbanística del 'colauismo'

Del tren de vapor a los ecochaflanes: la calle de Aragó, el laboratorio urbanístico de Barcelona

La humanización de esquinas en el Eixample pone a prueba la densidad de usos del espacio público de Barcelona y trae de vuelta dos viejos conocidos de la pandemia: el urbanismo táctico y los bloques de cemento New Jersey

calle aragó

calle aragó / Ricard Cugat

Carlos Márquez Daniel

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Quizás no hayan reparado en ello, pero resulta que la Casa Milà está situada en un chaflán, así que siendo justos, podríamos convenir que la obra de Antoni Gaudí no sería nada sin Ildefons Cerdà, pues fue el ingeniero de Centelles quien dispuso la forma octogonal para las manzanas del Eixample. Si no habían caído es, probablemente, porque este recurso urbanístico tan propio de Barcelona no suele vincularse a monumentos, aunque suceda lo mismo en la cercana Casa Lleó Morera (Lluís Domènech i Muntaner, 1906), en el cruce del paseo de Gràcia con Consell de Cent, y en muchas otras esquinas en las que un propietario y un arquitecto quisieron lucirse. Pero también porque el chaflán se asocia a servicios urbanos, a carga y descarga, a zona azul, a aparcamientos de motos. A elementos necesarios que no tienen cabida en otra parte porque estamos en una urbe muy densa. Ahora, 164 años después de la presentación del plan de ensanche, a los salientes de la planta octogonal se les incorpora la etiqueta 'eco', una nueva vuelta de tuerca a la pacificación en base al urbanismo. El consistorio acaba de adjudicar las obras de los cinco primeros ecochaflanes que no tienen un objetivo puramente escolar; una meta, esta segunda, que tuvo su primera prueba piloto en cuatro puntos del Eixample en septiembre de 2017. Se instalarán en Aragó, una calle, por cierto, que terminó siendo 20 metros más estrecha de lo que planificó Cerdà.

Aragó con Bruc, donde se encuentra la sede del distrito del Eixample y un de los chaflanes que están pendientes de transformación

Aragó con Bruc, donde se encuentra la sede del distrito del Eixample y un de los chaflanes que están pendientes de transformación / Ricard Cugat

El concurso público se abrió el 2 de febrero y contaba con un presupuesto de licitación cercano a los 681.000 euros, que incluían la intervención, además, en cinco entornos escolares. El pasado 25 de abril, el ayuntamiento hacía pública la adjudicación a la empresa Serveis i Projectes Begues SL, con sede en Sant Vicenç dels Horts y especializada en obra pública, por valor de 622.710 euros. Suyo será el sello en estos cinco chaflanes. Será el último toque del 'colauismo' en el urbanismo de la ciudad. O el penúltimo, según decidan los electores dentro de un mes.

Hormigón literario

La documentación del concurso incluye el proyecto ejecutivo, un sesudo informe de 859 páginas que permite conocer más de cerca este invento, que se aplicará en los cruces de Aragó con Entença (montaña-Llobregat), Viladomat (montaña-Besòs), Bruc (montaña-Besòs), Urgell (mar-Llobregat) y Nàpols (montaña-Llobregat), con una superficie total de 1.141 m2. Con un detalle curioso: en un momento en el que el consistorio saca pecho con la retirada de los bloques de hormigón del tipo New Jersey que inundaron la ciudad en tiempos de pandemia, resulta que esta obra se delimita, en algunos casos, con estas mismas protecciones que dieron cabida a las 3.700 terrazas extra colocadas para salvar a la restauración del covid.

Barreras New Jersey en el paseo de Gràcia para proteger las 'superilla' literaria del Sant Jordi 2023

Barreras New Jersey en el paseo de Gràcia para proteger las 'superilla' literaria del Sant Jordi 2023 / Ferran Nadeu

Pero que desaparezcan las New Jersey de los veladores provisionales no quiere decir que la ciudad vaya a prescindir de estos elementos en actuaciones efímeras. Sucedió, de hecho, para perimetrar la 'superilla' de Sant Jordi, jornada en la que se sacaron a la calle 230 bloques de hormigón. Y sucederá lo mismo con los chaflanes humanizados.

Movimiento de fichas

Así las cosas, el ecochaflán es una fusión de urbanismo táctico -o sea, se usará también pintura- y protección de entornos escolares, usando las herramientas del primero para conseguir los objetivos de lo segundo. En Viladomat, cruce que queda cerca de la escuela Els Llorers, el pronostico municipal es que los usuarios sean mayoritariamente estudiantes del centro. Está previsto desplazar tres contenedores y colocarlos en acera, donde ahora hay un aparcamiento de bicis, y eliminar todas las plazas de carga y descarga que se trasladan a otra esquina. También se verá afectada la terraza de un bar, cuyas sillas más cercanas a Aragó se retirarán para permitir el acceso al nuevo espacio. Es el problema de las grandes ciudades: tocas una cosa y afectas a otra.

Terraza covid instalada en Roger de Flor con Aragó a base de New Jersey, en marzo de 2021

Terraza covid instalada en Roger de Flor con Aragó a base de New Jersey, en marzo de 2021 / Ferran Nadeu

El de Entença se lleva por delante los huecos para el reparto de mercancías, que se mueven a otras esquinas. Se hará lo mismo con cuatro contenedores. En este ecochaflán, sin centro educativo cerca, se esperan usos más heterogéneos. En Urgell no se ganará tanto espacio por la presencia del carril bici. Esta coincidencia, además, hará aflorar, en el triángulo norte, un nuevo aparcamiento para bicicletas. En Aragó con Nàpols, la obra afectará a una terraza covid, una zona azul de aparcamiento y contenedores situados situados en los extremos. Todo tendrá acomodo en el entorno. En Bruc se actúa justo delante de la sede del distrito y también en el carril de servicios de esta perpendicular de Aragó. Se perderán las plazas reservadas al personal municipal, y plazas de zona verde y de motos, además de una parada del Bicing que tendrá que ser desplazada. El de Bruc, con cerca de 500 m2, será el ecochaflán más grande de los cinco proyectados.

Proteger escuelas

La primera vez que el ayuntamiento habló de ecochaflanes fue en julio de 2019, cuando se anunció que en enero de 2020, Barcelona declararía la emergencia climática en plena carrera de las distintas administraciones (Estado, Generalitat y consistorios) por blandir primero el compromiso contra la crisis climática. El 19 de julio de ese año se constituyó la mesa por la emergencia climática de Barcelona, con presencia de más de 300 personas que representaban a 200 entidades de la red Barcelona+Sostenible. Se presentaron un conjunto de medidas, decía el comunicado municipal posterior, "que se podían establecer de manera inmediata", y entre ellas, cuando se hablaba de entornos escolares, se avanzaba la voluntad de crear nueve ecochaflanes. Para que se hagan una idea, en el Eixample hay casi 5.000 esquinas.

La imagen habitual de la calle de Aragó

La imagen habitual de la calle de Aragó / Joan Mateu Parra

En enero de 2020, cuando se presentó el plan para proteger 200 colegios de la capital catalana de la presencia del tráfico motorizada, el concepto volvió a aflorar. Ahora ya eran 13 las esquinas que se querían 'salvar'. En abril de 2022, la palabra 'ecochaflán' daba un salto cualitativo y se colaba por primera vez en el titular de una nota de prensa municipal, mandada en este caso un domingo, cuando el consistorio sabe que los medios van más escasos de materia prima.

'Obrim carrers' solo un poco

Aparecían, además, los primeros 'renders', esas imágenes de aspiración virtual que tan poco gustan a los líderes vecinales, más abonados a la realidad que al ratón de un iMac. Se trabajaría, decía el comunicado, en tres cruces de Aragó: Viladomat, Entença y Urgell. Más tarde se añadirían lo de Bruc y Nàpols. Las obras, proseguía la nota, empezarían en febrero de 2023, pero finalmente será en junio cuando den comienzo estos tres meses previstos de transformación. Todo esto pasará, por cierto, en una calle que en marzo de 2020 participó en el proyecto 'Obrim carrers', que se sigue aplicando en Creu Coberta y Gran de Gràcia cada fin de semana, con tráfico cortado para disfrute peatonal. Aragó, y también Via Laietana, jamás volvieron a repetir. Pero sí hay espacio para ecochaflanes. La última mención ya tiene fecha de este año, el 9 de abril para ser concretos, donde se recuerda que este es un proyecto que nace de los presupuestos participativos.

8 de marzo de 2020, primer y único día en que Aragó ha participado en el plan municipal 'Obrim carrers', que sigue activo con Gran de Gràcia y Creu Coberta-Sants

8 de marzo de 2020, primer y único día en que Aragó ha participado en el plan municipal 'Obrim carrers', que sigue activo con Gran de Gràcia y Creu Coberta-Sants / Xavier González

El uso de los chaflanes será uno de los puntos a abordar durante la campaña electoral. Son, más allá de si son o no 'eco', una buena metáfora de la densidad de usos que conviven al mismo tiempo en Barcelona, sobre todo en el Eixample, que se ha convertido en laboratorio urbanístico de la ciudad. Veremos qué dirección toman los inventos sobre el modelo de ciudad a partir del 208 de mayo.

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