Movilidad

Encuesta del RACC: congestión disparada en una Barcelona mucho más insegura

Janet Sanz, sobre la encuesta del RACC: "Han entrado en campaña electoral y representan unos intereses concretos"

El RACC apoya una prueba piloto para valorar si las motos deben circular por el carril bus en Barcelona

El 80% de los entrevistados creen que hay más atascos y el 72% consideran que andar por la ciudad es más peligroso que hace cuatro años

coches barcelona

coches barcelona / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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A las puertas de las elecciones municipales, el RACC ha presentado este miércoles una encuesta sobre la percepción de la movilidad en Barcelona. La movilidad y su primo hermano el urbanismo serán precisamente uno de los temas estrella de la campaña electoral, así que vaya por delante que las casualidades no existen. El sondeo realizado a 2.000 personas arroja datos ciertamente negativos sobre los desplazamientos ciudadanos en la capital catalana. Las cosas están peor que antes, hay más inseguridad y no hay atisbo de que en el futuro la situación amaine. Un par de ejemplos: el 80% de los entrevistados creen que la congestión del tráfico ha empeorado en los últimos cuatro años y el 65% consideran que en adelante la situación no irá a mejor.

En la encuesta han participado 600 personas que iban a pie, 300 que iban en bici, 200 subidas a un patinete, 400 motoristas y 500 automovilistas; 2.000 en total, y aunque seguro que estos 2.000 a menudo usan el transporte público, el RACC no ha bajado al metro ni se ha subido a un bus para captar las opiniones de los habituales del desplazamiento colectivo. Además, 900 de los participantes (el 45%) son usuarias de vehículo privado cuando es una alternativa que genera poco más del 20% de los movimientos. El 61% tienen menos de 40 años, el 76% disponen de algún tipo de carnet de conducir y el 21% disfrutan de teletrabajo en grados distintos. Hechas las presentaciones, vamos con los resultados; vamos con las percepciones.

Coches entrando y saliendo de Barcelona por la Meridiana, este martes

Coches entrando y saliendo de Barcelona por la Meridiana / Ferran Nadeu

Empecemos por la fiabilidad. Los medios de transporte individuales (coche, moto y bici) son los que generan más confianza, a mucha distancia de la que suscitan el bus, el metro, el tranvía o el tren. La diferencia es absolutamente sideral, desde el automóvil con un 93% de mucha o bastante confianza hasta el 24% que granjea el autobús. Sorprenden estos datos si se tiene en cuenta que el mes pasado fue el marzo con más validaciones de metro de toda la historia, y con el bus muy cerca de alcanzar los techos cosechados antes de la pandemia. Y llama la atención tan poco apoyo cuando otras encuestas públicas realizadas a los usuarios otorgan notas de notable, por ejemplo, al tranvía, y de casi notable al subterráneo. Rodalies, es cierto, siempre se queda en la cola, pero siempre por encima del aprobado y acariciando el seis.

Más doble fila

Sobre el aparcamiento, los encuestados aportan lo esperado si se tiene en cuenta que la ciudad ha tendido a eliminar plazas de coche en la calzada para cederlas a las motos, para pintar carriles bici o bus, para colocar terrazas, contenedores, estaciones del Bicing... El 64% de los encuestados piensan que ahora es más difícil estacionar que hace cuatro años. Si se desgrana por vehículo usado, los ciclistas dicen los contrario, con un 63% afirmando que hay más anclajes que antes. Los automovilistas, en cambio, escalan hasta el 83% de descontento. También son mayoría -un 53%- los que ahora perciben más coches en doble fila que antes. Ahí jugará un papel importante la estrategia municipal de distribución urbana de mercancías, en pleno desarrollo. También hay coincidencia (un 71%; un 88%, en el caso de los peatones) en que las terrazas han invadido las aceras.

Cola de ciclistas, en el carril bici del lateral de la Diagonal

Cola de ciclistas, en el carril bici del lateral de la Diagonal / Ricard Cugat

En cuanto a la congestión, el 80% de los consultados cree que la fluidez del tráfico no ha mejorado en el interior de la ciudad, por un 61% que opinan lo propio respecto a las rondas. Si se pregunta sobre el futuro, en ciudad hay un 65% que intuyen que no iremos a mejor, por un 58% que no lo ven claro en el anillo viario que rodea Barcelona. el RACC también ha preguntado por los radares instalados dentro del casco urbano, sobre todo en entornos urbanos, en los que hay que reducir a 30 km/h, aunque uno esté en la calle de Aragó. Todos aprueban la medida, pero en distinto grado. Más a favor los peatones y ciclistas, mucho menos, pero siempre dentro del aprobado, los motoristas y los usuarios de coche.

Andar, un peligro

Por último, el 'mobility club' ha requerido a los entrevistados sobre seguridad, con resultados algo inquietantes. El 72% de los usuarios considera que ahora es menos seguro andar por las aceras que hace cuatro años, el 68% piensa lo propio pero aplicado al horario nocturno y el 65% opina de igual manera en cuanto al transporte público nocturno.

Si han llegado hasta aquí es probable que coincidan en que el dibujo que brinda la encuesta del RACC sobre la movilidad en Barcelona roza el apocalipsis. También genera muchos interrogantes. ¿Por qué la gente percibe más congestión si según el ayuntamiento hay un 7,6% menos de coches que antes de la pandemia? Ahí es donde entra la política. Y ahí es donde ha metido baza el presidente del automóvil club, Josep Mateu, a la hora de valorar los resultados de su sondeo. "Alguna cosa no estamos haciendo bien, deberíamos replantear la actual estrategia de movilidad", ha lamentado. Su receta pasa por priorizar las actuaciones en el entorno metropolitano para facilitar el acceso a la gran ciudad en transporte público. Y una vez resuelto eso, ponerse a fondo con la transformación de la urbe. No lo ha dicho, pero se intuye la crítica al gobierno de Ada Colau, un consistorio que se ha puesto con lo segundo sin esperar a lo primero, que recae en el Estado y el Govern.

Dos motos, circulando ágiles por la calle de Aragó

Dos motos, circulando ágiles por la calle de Aragó / Ferran Nadeu

Que haya más congestión no implica que haya más coches. De hecho, según cifras municipales, hay un 4% menos de tráfico que antes de la pandemia. Pero ese no es el problema, según el RACC. Lo que sucede es que tanta reforma urbanística ha guillotinado el espacio destinado al automóvil y a la moto, de manera que casi el mismo número de vehículos tienen que compartir un espacio mucho más reducido (ejes verdes, pacificaciones, supermanzanas, eliminación de carriles...). Ergo: más congestión. Mateu lo ha resumido de la siguiente manera: "Estamos de acuerdo con el qué, pero no con el cómo". Es decir, sí a humanizar la ciudad, pero antes, según su modo de ver, hay que atender otras muchas necesidades.