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El Tsunami Democràtic, la última 'Rosa de Foc' de Barcelona

La capital catalana sobresale por la agitación social que ha vivido en los dos últimos siglos

Un libro recoge esos estallidos, que impresionaron a teóricos de la revolución y trajeron de cabeza a multitud de gobiernos españoles

Tsunami democràtic

Tsunami democràtic / Manu Mitru

Daniel G. Sastre

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A la pregunta de qué distingue a Barcelona de otras grandes ciudades europeas se pueden encontrar varias respuestas: la arquitectura modernista, la cuadrícula del Eixample, el Barça… Pero también una circunstancia que impresionó a teóricos de la revolución como Fiedrich Engels y Piotr Koprotkin y que ha traído de cabeza a multitud de gobiernos españoles en los últimos dos siglos: la capacidad de la capital catalana de ofrecer periódicamente estallidos de ira social, que a menudo han provocado una gran cantidad de muertos y una gran represión posterior.

Esa Barcelona conquistada por el caos, que deslumbra a la vez que aterra como una rosa de fuego, es la protagonista del último libro del periodista Andreu Farràs. Su título, 'Roses de Foc de Barcelona', está tomado de la expresión que se usó por primera vez en la Semana Trágica de 1909. Ese episodio, provocado por la decisión de las autoridades de reclutar a reservistas -que ya habían cumplido el servicio militar y en su mayoría estaban casados y tenían hijos- para la guerra de Marruecos, es una de las explosiones barcelonesas que recoge el libro.

¿Por qué Barcelona se levanta periódicamente más que otras ciudades? "Los episodios que se producen en los siglos XIX y XX tienen que ver con la revolución industrial, que en España solo tuvo importancia en Catalunya y en el País Vasco", sostiene Farràs. "El Gobierno y el 'establishment' del momento se negaban a que hubiera industria en otros sitios, porque veían que provocaba revolución social y que los trabajadores se organizaban. Como excusa decían que los trabajadores vivían mejor en el campo que en las ciudades, pero no era cierto. Las condiciones de la gente en la ciudad eran muy malas, pero la gente del campo seguía yendo. Las infraviviendas, la precariedad laboral, el paro, el trabajo infantil... Todo esto crea un caldo de cultivo que convierte a Barcelona en un polvorín, en una ciudad muy inflamable", añade el autor.

Perspectiva aséptica

Farràs tiene voluntad, lo avisa desde el principio, de recordar las "tragedias personales" que provocaron esos estallidos en los últimos dos siglos, desde una perspectiva "lo más aséptica posible, para que sea el lector quien juzgue con todos los datos que se ponen a su alcance". Es decir: ni es una narración desde un punto de vista escandalizado por el quebrantamiento del orden legal ni tampoco celebra las algaradas como aquel libro titulado 'La Barcelona de la dinamita, el plomo y el petróleo 1884-1909' –y subtitulado 'Apuntes para un recuento final de cadáveres'- que glosaba los atentados anarquistas "con insultos al clero y tuteo a la autoridad".

La relación de revueltas del libro se inicia con las bullangas, que empezaron en 1835 después de que los toros de una corrida en el Torín de la Barceloneta salieran especialmente mansos. Aquel episodio terminó provocando 16 muertos ese mismo día, y fue recogido en una copla popular:

"El dia de Sant Jaume

de l’any trenta-cinc

hi va haver gran broma

dintre del Torín;

van sortir set toros,

tots van ser dolents:

això va ser la causa

de cremar els convents".

El cuerpo de uno de los toros poco bravos fue arrastrado, ensangrentado, por las calles de Barcelona. Pocos días después, el cadáver del gobernador militar de la ciudad, Pere Nolasc de Bassa, corría exactamente la misma suerte, después de haber sido asesinado en la sede de la capitanía.

Porque todos los estallidos tienen una causa social o anticlerical, y eso es así en todos los casos que recoge Farràs excepto en el último: el de los disturbios que generó en 2019 la sentencia del 'procés', que tuvieron un origen identitario. "Curiosamente, en la Semana Trágica o en la primera huelga general de España [la del 2 de julio de 1855], autoridades y empresarios hicieron correr que era cuestión de los separatistas, para desmovilizar a los activistas de otras zonas que estaban dispuestos a ir a la protesta. No era verdad", reflexiona el autor.

Sin víctimas

No es lo único que distingue a los disturbios de la sentencia del resto de estallidos que recoge 'Roses de foc de Barcelona', publicado por Edicions 62; otra diferencia muy clara es que no se produjeron víctimas mortales. "Afortunadamente", dice Farràs, "las revueltas de ahora no tienen la mortalidad de las de siglos pasados". "Pese a todo, hubo heridos graves: los cuatro manifestantes que perdieron ojos, el policía que se quedó minusválido", recuerda. Por todo ello, el autor no considera "un capítulo más" el que dedica a los altercados de 2019, y lo coloca como "epílogo" de los anteriores, a pesar de que en realidad esos fueron los hechos que inspiraron toda la obra: "El libro nace de una pintada que vi esos días, que decía que Barcelona volvía a ser la Rosa de Foc".

"Excepto el de 2019, todos los otros episodios tienen un origen anticlerical o social, y beben de la revolución industrial"

Lo que no está claro que sea diferente en el caso de 2019 y los anteriores es en la cuestión de si las protestas son auspiciadas por alguien o si son más bien fortuitas. Esta semana se ha conocido que los investigadores de los disturbios que se produjeron tras la sentencia creen que detrás del Tsunami Democràtic estaban algunos de los principales dirigentes de los partidos independentistas, como Marta Rovira (ERC) o el entorno de Carles Puigdemont. "Hubo de las dos cosas", cree Farràs sobre los hechos de 2019. "Tras el Tsunami Democràtic cada vez parece más claro, y no solo por la filtraciones de la Guardia Civil, que había unas consignas y una organización. En otros casos no. Entre otras razones porque a las protestas tras la sentencia se añadió gente no independentista, harta de no tener futuro", afirma.

En cualquier caso, el libro constituye un interesante inventario de capítulos, unos más populares y otros no tanto, de la historia más levantisca de Barcelona. Además de los citados, sobresalen los incendios de fábricas y otros episodios luditas (a partir de 1835), la Jamancia (1843), los atentados anarquistas de finales del siglo XIX y principios del XX, la huelga de La Canadenca y el pistolerismo tras la Primera Guerra Mundial. También episodios como los bombardeos de la ciudad a cargo de Espartero o Prim, el enfrentamiento interno entre el PSUC y el POUM en la Barcelona en guerra de 1937 o los diversos jefes del Gobierno asesinados, varios de ellos a manos de catalanes. "Entre 1835 y 1937 murieron en atentados cuatro presidentes: Prim, Cánovas del Castillo, Canalejas y Dato. Todo un récord en el mundo occidental", recoge Farràs.

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