En Collserola

Victoria para 'L'hort d'en Tomàs', indultado antes de un desahucio poco edificante en Barcelona

Un pacto largamente concebido con el ayuntamiento, el consorcio de Collserola y la UB se cierra con la decisión salomónica de trasladar la plantación sin arrasar del todo el cultivo en el terreno en disputa

BARCELONA 27/03/2023 Barcelona Acuerdo entre el ayuntamiento, la UB y unos particulares para el  l'Hort d'en Tomàs, un huerto amenazado de desahucio en unos terrenos que pertenecen  al parc de Collserola FOTO ELISENDA PONS

BARCELONA 27/03/2023 Barcelona Acuerdo entre el ayuntamiento, la UB y unos particulares para el l'Hort d'en Tomàs, un huerto amenazado de desahucio en unos terrenos que pertenecen al parc de Collserola FOTO ELISENDA PONS / ELISENDA PONS

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los limones se han empeñado en brotar esta primavera en 'L'hort d’en Tomàs', rebeldes ante la sequía, que apenas deja que nada crezca entre la maleza en esta cuesta a los pies de la sierra de Collserola, en Barcelona. Quizá no son muy grandes, pero sí generosamente gruesos, más dulces que ácidos y de un aroma suave que impregna las manos. “Es un limonero de cuatro estaciones. Todo el año da fruto”, ilustra David Mesa, aliviado por que se haya salvado el terreno que mimaba su abuelo, Tomás Cedillo, el mismo que les legó con cuarenta y pico libretas en que detallaba cómo labrarlo. 

“Podemos cantar victoria, pero con prudencia”, confiesa el nieto. Los últimos meses han sido inciertos para la familia y la pequeña comunidad que siembra el solar para proveerse de alimentos, tras resistir a dos intentos de desalojo desde mayo pasado. La pugna por la parcela se enredó hasta el punto de que el desencuentro con el ayuntamiento y el Consorcio del Parque Natural de Collserola amagaba con acabar del peor modo posible: desde hace un mes, una orden judicial pendía sobre el cultivo y obligaba a arrasarlo. 

Sin embargo, un acuerdo sobre la bocina ha librado de una escabechina sin miramientos a una de las huertas autogestionadas que han perdurado en la capital, que el abuelo Tomás empezó a plantar en los años 80 del siglo pasado. Es vestigio de aquellas que florecían en los márgenes apenas transitados de la urbe y su entorno, palmos de tierra que nadie reclamaba entonces. 

Encallado durante meses

El pacto tiene la virtud de contentar a todas las partes, si bien se ha demorado meses y se ha rubricado cuando el fin del plazo ya apuraba. Justo estaba a punto de agotarse el término para que el ayuntamiento cumpliera el mandato que recabó en el juzgado para desmantelar el huerto y recobrar la propiedad. 

La plantación ocupa un terreno que figura dentro de los confines de Collserola. Tanto el consorcio como el gobierno municipal alegaban que el huerto no encaja en las previsiones del plan de protección del parque natural. Tampoco es apto el vallado que lo cerca, decisivo para disuadir a los jabalíes, aunque no ha frenado algún que otro conejo que la tomó con las lechugas. En todo caso, la reja no se ajusta a las reglas para salvaguardar el paraje, al interrumpir el paso de una escorrentía y de especies autóctonas. 

Acuerdo entre el ayuntamiento, la UB y unos particulares para el l'Hort d'en Tomàs, un huerto amenazado de desahucio en unos terrenos que pertenecen al parc de Collserola. En la foto los terrenos del merendero de la Maña que han reclamado también

David Mesa, en el terreno del antiguo merendero de La Manya, donde se prevé que se traslade 'L'hort d'en Tomàs'. / ELISENDA PONS

El litigio abocaba 'L'hort d’en Tomàs' a desaparecer, pero el pacto de mínimos firmado este lunes ha detenido la cuenta atrás de un desahucio poco edificante. De hecho, el consistorio y el consorcio de Collserola no han dejado de reconocer la contribución pedagógica de la parcela para que pequeños y jóvenes sean conscientes de la escasez de recursos para el cultivo y los riesgos de la crisis climática. El elogio hacía aún más chocante que se le pudiera dar la estocada.

A medida que la continuidad del campo de labranza quedaba en entredicho, los promotores de la huerta han ido ganando aliados, como la Universitat de Barcelona, con el campus Mundet al borde del terreno. Precisamente, la UB ha ejercido de catalizador para que la expulsión se detuviera con la entrega por parte de la familia de una de las copias de la llaves de la parcela. En todo caso, los descendientes de Cedillo seguirán teniendo derecho de acceso. En paralelo, se negocia un convenio que no se augura que se cierre de inmediato.

Las claves de la solución

Lejos de lo que pudiera parecer semanas atrás, 'L'hort d’en Tomàs' perdurará, si bien se trasladará al descampado de un antiguo merendero, el de La Manya, a tan solo unos 50 metros de distancia pero fuera de la linde de Collserola. Allí, donde una mujer aragonesa surtía de bebidas a quienes subían a cocinar a la brasa, subsistirá el proyecto de agricultura sostenible y autosuficiente que Mesa ha ideado, basado en el riego solo con agua almacenada de lluvia. Ya atrae a vecinos, menores de actividades extraescolares y alumnos de la UB de Educación Social. La aspiración es que siga así en la nueva parcela. 

Eso sí, el descampado de titularidad municipal está impracticable para ser arado. Los miembros de 'L' hort d'en Tomàs' lo desecharon cuando se les ofreció meses atrás. Será necesario acondicionarlo para que germine, lo que tardará meses, si no años.

“Mientras tanto, podemos seguir haciendo la actividad donde siempre”, destaca Mesa. Subraya que, más que el apego emocional, ansiaba que no se malograra un terreno con virtudes para la siembra en la ciudad, un mérito en tiempos en que se ensalza la producción de ‘kilómetro cero’. “No queríamos que se perdiese”, manifiesta.  

El rebaño descarriado

Aparte, el terreno que la familia Cedillo cuida desde hace casi cuatro décadas no quedará yermo. A falta de concreción, sobrevuelan varias ideas. Una es conservar parte de la vegetación y un muro a modo de reconocimiento permanente a Tomás Cedillo, uno más de aquellos agricultores por afición que, en los ratos libres, se empecinaron a cultivar en Barcelona. 

Acuerdo entre el ayuntamiento, la UB y unos particulares para el l'Hort d'en Tomàs, un huerto amenazado de desahucio en unos terrenos que pertenecen al parc de Collserola

David Mesa saliendo por la puerta abierta en la valla que rodea 'L'hort d'en Tomàs', en Barcelona. / ELISENDA PONS

También se ha sugerido algún tipo de plantación más asociado a la investigación y explorar las posibilidades de que el paraje sea “espacio de descanso” o un “bosque comestible”; es decir, que se cultive sin poner coto a la vegetación silvestre y retirando la valla que lo envuelve. El director gerente del Consorcio del Parque de Collserola, Raimon Roda, señala que no hay calendario ni prisa para reconvertir 'L'hort d’en Tomàs'. “No entraremos mañana a desmontar. Durará lo que tenga que durar y queremos un proceso que sea participativo para decidir qué se desmonta y qué se queda”, indica. 

La fortuita caída de unas ovejas por un hoyo cercano a la entrada del huerto condujo a unos agentes forestales a inspeccionarlo. Así se emprendió el proceso burocrático contra el terreno. “Al iniciarse el intento de expulsión, descubrimos un proyecto con mucho potencial, que hará que el huerto resurja más amplio y abierto al barrio”, postula la concejal de Horta-Guinardó, Rosa Alarcón. “Pasamos de una fase conflictiva a entrar en otra de colaboración y diálogo”, celebra el comisionado de Economía Social, Álvaro Porro.

El vicedecano de la Facultad de Educación, Josep Alsina, subraya que es una “oportunidad increíble” para que los futuros profesores aprendan en un campo de cultivo como los que abundan ahora en colegios e institutos. “Lo esencial es que pueda existir y que algo se conserve en el huerto del abuelo, aunque se dejen de plantar tomates”, resuelve Mesa. Con la meteorología adversa para la labranza, no han nacido tomates precisamente, pero sí han crecido calçots este invierno. Deben de ser poquísimos con sello barcelonés o acaso los únicos. “No eran gruesos, más bien delgados... Pero salieron buenos”, aprueba Mesa.

Suscríbete para seguir leyendo